CALLE DE LAS BEATAS
La calle de las Beatas llegaba en su día hasta la de San Bernardo; hoy está mutilada y el último tramo lleva el nombre del poeta Antonio Grilo. Y es así que la de las Beatas se ha quedado con una sola orilla, que conforma uno de los lados de la plaza de los Mostenses, con el edificio del mercado en el centro.
Recibió el nombre por el beaterio o convento de Santa Catalina, situado en la plaza de los Mostenses, luego de san Nomberto por ser ocupado por los premostratenses, vulgarmente mostenses. Los dos han desaparecido y en su lugar se levantó un mercado de hierro y madera que también fue abatido cuando las obras de apertura de la Gran Vía. El actual es de 1946.
Lo de las "beatas" del convento, que no era de clausura, se refiere a dos de ellas, de las más bellas, que volvían un día por la calle de San Bernardo de pedir limosnas cuando el poderoso primer ministro de Felipe III, don Rodrigo Calderón, que por allí vivía, quedó prendado de ellas y decidió seguirlas, pero las beatas le rechazaron espetándole ante su insistencia altanera: "Tal vez se apague mañana la estrella que brilla hoy". Estaban en lo cierto, al poco don Rodrigo cayó en desgracia junto con su valedor, el duque de Lerma, y acusado de asesinato entre otras decenas de delitos fue ahorcado en la Plaza Mayor
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