LOS JARDINES DE APOLO EN LA CALLE DE FUENCARRAL

A principios del siglo XIX, la calle de Fuencarral terminaba en la hoy glorieta de Bilbao; allí, tras la puerta de los Pozos de la Nieve y la cerca que mandara construir Felipe IV, empezaba el campo. Y en la última manzana por el lado izquierdo, delimitada por la propia calle de Fuencarral y las del Divino Pastor, San Andrés y actual Malasaña, se encontraba la finca de don Francisco de Bringas, con una gran mansión y extenso jardín, que fue inmediatamente transformada en centro de recreo con el nombre de Jardines de Apolo o de Bringas, muy frecuentado por los madrileños. Dicen las crónicas que la entrada costaba dos reales, y que era un parque muy frondoso, con flores sin cuento, abundante arbolado frutal y de sombra, con glorietas y caminos laberínticos en los que se repartían estatuas, columnas, mesas y bancos rústicos y diversos juegos. Contaba además con teatro, café, pista de baile, fonda y merendero. Y a veces se ofrecían conciertos, espectáculos de variedades y fuegos artificiales. Por los años cincuenta del siglo XIX empezó el declive de los Jardines de Apolo, y sus terrenos puestos a la venta por parcelas
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