LOS CHURROS MADRILEÑOS

Desayunar con churros en Madrid se remonta casi a comienzos del siglo XIX, y es muy posible que fueran dados a conocer en las ferias ambulantes que rondaban frecuentemente por la capital. Y lo mejor para tomarlos, con chocolate bien caliente.
Consiste el churro en una masa de harina, agua, azúcar y sal que se introduce en la churrera, en la que mediante el empuje de un émbolo va saliendo por la boquilla convertida en tiras cilíndricas estriadas, que se fríen en aceite muy caliente. En Madrid son típicos los churros de lazo, que antiguamente se servían insertados en un junco.
Una variante son las porras, empleando una boquilla más ancha y hechas con una masa semejante pero con el añadido de levadura. Se fríen en forma de rosca grande que luego se corta con tijeras en trozos más pequeños.
Las churrerías suelen estar abiertas desde muy temprano, para que los trabajadores de primera hora de la mañana puedan desayunar, con el acompañamiento posterior a veces de una copita de anís, brandy o aguardiente. Hoy, son también los jóvenes que trasnochan durante los fines de semana los que acaban la noche desayunando en estas tempranas churrerías