LOS BOTIJOS
Un botijo, hecho de barro poroso, ha sido un método tradicional para refrescar el agua, que, al filtrarse por los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente seco exterior se evapora, para lo que necesita calor que toma del líquido que queda en el interior, bajando así su temperatura. Los madrileños se lo llevaban a todas partes, incluso cuando se iban de vacaciones. Es conocida la imagen del tren de la línea Madrid-Alicante, lleno de veraneantes, con decenas de botijos colgados de las ventanillas. Por eso le llamaban "el tren botijo"
Antes de usar un botijo por primera debe ser "curado" para que el agua no tenga sabor a barro, llenándolo con una mezcla de agua y anís que se debe dejar reposar por una o dos semanas.
Importante saber beber. Se coge el asa del botijo con una mano, la base (o el cuerpo) con la otra mano, se levanta y se dirige el pitorro a unos cinco centímetros de la boca hasta que caiga el agua. Nunca, nunca jamás se ha de chupar el pitorro; es una cochinada
Te canto a ti, que el agua cristalina / sabes frigorizar sin pompa vana, / expuesto en el balcón o en la ventana, / los besos del aura vespertina. / Cuando mi boca en ti, bello cacharro, / busca ardorosa el abundante chorro / y con mis manos cálidas te agarro, / siempre encuentro propicio a mi socorro, / el caudal que refrescas en tu barro / y que brota sutil por tu pitorro
                       
                                                                                 
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