i abuelo materno, Antioco Alarcos, era un hombre bueno, honrado, querido de los suyos. Gran lector y enamorado de la cultura, de las ideas, de la civilización clásica, estaba también al tanto de los avances que ofrecía la ciencia, tan efervescente en la época —nació en 1886— que le tocó vivir. Tremendamente emprendedor en sus negocios, estuvo en la Exposición Universal de Barcelona de 1929, y no como turista, sino para aprender de lo mucho que allí se exponía.
Quizá todo esto le viniera de su religión protestante, en la que se mostró siempre combativo y consecuente. Y fruto de ello fue su lucha en política por los menos afortunados, por los descamisados. Cuando en las elecciones municipales de 1931 se presentó en Campo de Criptana por Acción Republicana, el partido de Manuel Azaña, que luego pasaría a ser Izquierda Republicana, salió elegido concejal con gran cantidad de sufragios y luego nombrado alcalde en varios periodos. Repitió en las de 1936, y en este caso fue el más votado. Sus gentes lo adoraban, pero eso le granjeó también muchos enemigos, y más al ser en alguna ocasión muy beligerante en el tema de las procesiones —¡con la Iglesia hemos topado!—, negándose a cualquier manifestación pública de acuerdo a lo que la ley establecía.
Mi abuelo Antioco Alarcos
Toda la familia de mi abuelo era protestante, por eso en ella abundan los Lutero, Calvino, Zuinglio…, o nombres de la cultura, de la ciencia o del Antiguo Testamento: Franklin, Galileo, Eliseo, Sócrates o el mismo Antioco. Y en las mujeres nombres tan poco habituales entonces como Flor, Elisa, Palmira, Laura, Eva, Luz…Mi madre, para casarse, fue bautizada y recibió su primera comunión unos días antes de la boda.
Fue Antioco casi con toda seguridad el personaje más carismático de la República en Criptana, y además protestante —demasiado—, por eso, acabada la guerra, los vencedores volcaron en él todo su odio. Apresado y llevado a Alcázar de San Juan, un día desapareció; no estaba, sin más. Murió en una fría madrugada de noviembre de 1939, a los cincuenta y tres años de edad, ejecutado junto a las tapias del cementerio.
Nacimiento del Protestantismo
En el siglo XVI se produjo una gran crisis en la Iglesia que provocó la aparición del protestantismo y la división de la cristiandad occidental en dos mitades. La debilidad de la autoridad pontificia y la relajación de costumbres en los eclesiásticos fueron determinantes, pero la gota que derramó el vaso fue el gran escándalo por la cuestión de las indulgencias, por cuya venta se perdonaban los pecados. Muchos consideraron esta práctica como un abuso vergonzoso y la culminación de una serie de prácticas anticristianas fomentadas por el clero.
De parecido modo había degenerado el tráfico de reliquias; muchas iglesias poseían cientos de partículas de osamentas de santos o "joyas" parecidas. Quien paseara en oración por ellas conseguía, según edictos papales, años y años de indulgencia.
Venta de indulgencias
Y será el monje agustino alemán Martín Lutero, profesor en la universidad de Wittenberg, entonces capital del ducado de Sajonia, el primero que expondrá públicamente su opinión contraria a la venta de indulgencias y a toda la doctrina que la sustentaba. Para Lutero, esta práctica era una estafa y un engaño a los creyentes con respecto a la salvación de sus almas. En 1517 clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, en las que esbozaba lo que sería su doctrina sobre la salvación por la fe. Este documento se considera el comienzo de la Reforma protestante.
Martín Lutero y sus 95 tesis, documento que se considera el comienzo de la Reforma protestante
En estas tesis sostenía que el Papa no puede absolver sino de los castigos que el mismo hubiera impuesto, y que estos no se extienden más allá de la muerte. Y preguntaba porqué el Papa no libra a todas las almas de una vez del purgatorio, si es que de veras tiene este poder, movido de compasión por sus sufrimientos, en lugar de sacarlas poco a poco por dinero.
La certidumbre de que Dios no nos juzga por el balance de obras buenas y malas, sino que nos justifica a causa de nuestra fe, a causa de los méritos de Cristo, sin que dejemos de ser pecadores, proporcionaba a Lutero la raíz fundamental de su pensamiento.
Al principio, la Iglesia de Roma no dio demasiada importancia a las ideas de Lutero, ni a sus ataques contra la doctrina de salvación por las obras, pero la situación se hizo insostenible cuando en escritos posteriores, que la imprenta difundió rápidamente por toda Alemania, negaba la autoridad del Papa sobre la iglesia universal, criticaba los numerosos sacramentos que se habían ido creando e imponiendo en la cristiandad y afirmaba que los poderes civiles debían tener plena autoridad política sobre la iglesia, para lo que hacía un llamamiento a la nobleza alemana para que apoyase su reforma. Esto iba más allá de la doctrina de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza. Finalmente, el Papa León X, agotados todos los intentos de conciliación, declaró a Lutero hereje y lo excomulgó en 1521.
El Papa León X y la Bula Exsurge Domine del 15 de junio de 1520, que amenazaba a Lutero con la excomunión si no se
retractaba en 60 días. Lutero la quemó publicamente y el 3 de enero de 1521 fue excomulgado
El castigo a los herejes era potestad del brazo secular (el gobierno), que en Alemania estaba representado entonces por el emperador Carlos V, gran defensor del Catolicismo y radicalmente opuesto a la nueva herejía. Convocado Lutero en 1521 en la Dieta (asamblea de todas las autoridades del imperio) celebrada en la ciudad de Worms, no se retractó. Y antes de acabar el año, en vista de su rebeldía, se ordenó su destierro y la prohibición de leer sus obras.
En el año 1525 Lutero contrajo matrimonio con Catarina von Bohra, quien había sido monja y con otras varias había escapado de su convento y llegado a pedir la protección del iniciador de la Reforma. Este suceso, como es de suponer, hizo aún más profundo el abismo de separación. Muchos afirmaban que de este matrimonio de un fraile hereje con una monja renegada tenía que nacer el Anticristo.
Lutero expuso lo más importante de su doctrina en tres escritos. En el titulado A la nobleza cristiana de la nación alemana atacaba la autoridad del Papa, desarrollaba la doctrina del sacerdocio universal (todo cristiano es sacerdote aunque no sea ministro de los sacramentos) y afirmaba que las Escrituras son inteligibles para los creyentes y que todo fiel cristiano tiene derecho a interpretarlas. En La cautividad de Babilonia, reducía los sacramentos a tres: bautismo, comunión y penitencia, y rechazaba la creencia de que el pan y el vino se convirtieran en el cuerpo y la sangre de Cristo. Y en La libertad cristiana mantuvo su doctrina de la justificación por la sola fe en Cristo y la inutilidad de las buenas obras para la salvación.
Dieta de Worms                                                                                                              Catalina von Bohra
El luteranismo se extendió velozmente por toda Alemania, y a ello contribuyeron principalmente las siguientes causas: el tradicional antagonismo alemán hacia Roma, la adhesión de gran parte de la nobleza, favorecida por la secularización de los bienes eclesiásticos, y la existencia de muchos descontentos que vieron en las ideas luteranas un ideal para su revolución social.
Cuando Carlos V quiso o pudo atajar el problema, ocupado como estaba en las luchas con Francia y contra los turcos, se le había ido de las manos. Hubo un intento de conciliación con los príncipes alemanes en 1529, en la Dieta de Spira, pero sus proposiciones fueron rechazadas y protestadas por estos (a partir de este momento se empezó a llamar peyorativamente protestantes a los seguidores de Lutero). Una nueva Dieta en 1530, en Augsburgo, sin acuerdo ninguno entre católicos y protestantes, que redactaron sendos documentos en los que exponían todos los principios de sus doctrinas, supuso para la cristiandad occidental la división irremediable. Hubo una guerra, con derrota de los protestantes en 1547, en la batalla de Mülhberg. Y una última Dieta en 1555, de nuevo en Augsburgo, con acuerdo (o desacuerdo) final: cada príncipe alemán podía profesar la religión que quisiera sin que el emperador lo pudiese impedir; sin embargo, todos los vasallos de un noble tenían que tener la misma religión. Finalizaba así el sueño de Carlos V de mantener la unidad religiosa en sus dominios.
El emperador Carlos V y la Paz de Augsburgo de 1555
Lutero no sólo rompió con la Iglesia, también lo hizo con el Humanismo, a pesar de ser la Reforma en sus comienzos deudora de esta corriente de pensamiento. Mientras los humanistas, con Erasmo como portavoz, creían en la bondad natural del hombre, en el valor de sus actos positivos y en su posibilidad de cooperar con la obra divina, la doctrina luterana afirmaba, en cambio, la incapacidad del hombre, corrupto, indigno e inclinado sólo al mal, para colaborar en la obra de la salvación.
Erasmo de Rotterdam y Sobre que el libre albedrío no existe, furibunda contestación de Lutero a las posiciones de Erasmo
El protestantismo, adoptando diversas formas, se extendió por gran parte de Europa septentrional y central.
Inglaterra se separó de la obediencia de Roma a mediados del siglo XVI, pero para crear una iglesia propia, la anglicana, suscitada más bien por la turbulenta vida política y privada del rey Enrique VIII.
Casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, que era unos años mayor que él y que sólo le había dado una hija, Enrique VIII pronto tuvo numerosas amantes, y entre ellas Ana Bolena, que no estaba dispuesta a asumir ese papel y sí el de reina de Inglaterra. El problema era conseguir el divorcio de Catalina, a lo que se negaron por estar prohibido por la Iglesia su canciller, el cardenal Wolsey, que se salvó de ser ejecutado porque murió en ese momento, y su sustituto, Tomás Moro, también destituido al poco tiempo y luego decapitado. Sí intrigó para conseguirlo Tomás Cromwell, el nuevo canciller, pero los acontecimientos se precipitaron cuando Ana Bolena quedó embarazada y Enrique VIII, que deseaba ardientemente tener un hijo, quiso que éste fuera el heredero legítimo.
Y es así que en 1534, Enrique VIII decretó el "Acta de Supremacía", por la que Inglaterra se separaba del Papa de Roma y el mismo rey se convertía en jefe de la iglesia y aprobaba su propio divorcio. No hubo ningún cambio de doctrina, que siguió siendo la misma que la de la iglesia católica, pero se prohibió a todos los obispos y sacerdotes ingleses tener relación con Roma. Todas las tierras de la iglesia fueron expropiadas y puestas a la venta para enriquecer al rey.
Enrique VIII y Ana Bolena
La reina Catalina fue expulsada de la corte, y el rey declaró bastarda a su hija María, diciendo que no era hija suya. Y Ana Bolena, con la desilusión tremenda del rey, dio a luz una niña, que luego será la reina Isabel I de Inglaterra. Enrique VIII se casó posteriormente otras cuatro veces.
A su muerte, le sucedió su hijo Eduardo VI, fruto del matrimonio con Jane Seymour, la tercera en la cuenta, durante cuyo reinado comenzó un paulatino y vacilante acercamiento de la iglesia anglicana hacia los ideales reformados.
Se restableció el catolicismo durante el reinado de María Tudor, hija de Catalina, pero fue tan solo momentáneamente en los cuatro años de su reinado, luego el anglicanismo consolidó su separación definitiva de la iglesia de Roma y terminó abiertamente protestante en sus doctrinas y prácticas.
Catalina de Aragón y María Tudor
En Suiza el protestantismo llegó muy pronto. Uno de los primeros seguidores fue Zuinglio, con ideas incluso más avanzadas que las del propio Lutero. Pero el principal foco de la reforma en Suiza va a ser la ciudad de Ginebra gracias a la actuación de Calvino, otra de las grandes figuras de la reforma protestante. Nacido en Francia y gran conocedor de la Biblia, pensaba que el hombre debía acceder a la fe por medio de la lectura de la Biblia, pero consideraba que debían eliminarse todos los sacramentos de la antigua iglesia, incluyendo los tres que había conservado Lutero. Igualmente, suprimirse las imágenes en los templos. Pero la teoría religiosa más importante de Calvino era la Predestinación, teoría por la que el hombre por sí mismo no puede hacer nada para alcanzar la salvación, ni por la fe ni por las obras, sino que antes de nacer Dios ya lo ha elegido para la condenación o la salvación. La vida virtuosa y sin pecado y el éxito material en la vida es signo, precisamente, de la protección de Dios.
Zuinglio y Calvino
Cuando Calvino estaba a punto de controlar políticamente la ciudad de Ginebra, indispensable según él para fundar su nueva iglesia, se produjo la ejecución en la hoguera de Miguel Servet, humanista español típico de la época del Renacimiento, experto en multitud de ciencias, entre ellas la medicina, y como hombre de su tiempo descontento con la iglesia de Roma. Servet desarrolló sus propias ideas religiosas y llegó a creer que Jesucristo no había sido hijo de Dios, que sólo tenía naturaleza humana y no divina; esto era adoptar una corriente de los primeros siglos del cristianismo, el arrianismo, que la iglesia había condenado por herética en el siglo IV.
A causa de sus opiniones, Servet tuvo que escapar de París, donde estudiaba en la Sorbona, y se instaló como médico en una localidad cerca de la frontera con Suiza. Fue en esos años cuando descubrió la circulación de la sangre. Y llegó un momento en el que Servet, por sus ideas, igual era condenado por el mundo católico que por los calvinistas, siendo el propio Calvino el que lo denunció a la inquisición, que condenó a Servet a la hoguera.
La muerte de Servet, alejó de Calvino a una serie de protestantes europeos que se habían refugiado en Ginebra, y que, sintiendo sus vidas amenazadas, escaparon de la ciudad; el más famoso de estos refugiados fue Sebastián Castalión que desde el extranjero denunció a Calvino por la muerte de Servet, defendiendo la tolerancia religiosa y el derecho del hombre a tener sus propias opiniones. Castalión es considerado el padre de la libertad de pensamiento en Europa.
Miguel Servet y Sebastian Castalión
Eliminados todos sus adversarios, muchos de ellos ejecutados, Calvino hizo de Ginebra la capital religiosa de un nuevo cristianismo, obligando a sus habitantes a la fuerza a llevar una vida virtuosa: se suprimieron todos los bailes, se prohibieron las canciones y todo tipo de espectáculos y representaciones teatrales, y se cerraron las tabernas. Todos debían ser buenos cristianos a la fuerza, dedicados sólo al trabajo y a la oración.
Desde Ginebra, los calvinistas se extendieron por toda Europa: en Holanda fueron mayoritarios, en Escocia recibieron el nombre de presbiterianos, en Inglaterra puritanos, y en Francia hugonotes. Y también en Bélgica y el oriente de Hungría.
En su forma luterana, además de en Alemania, la reforma alcanzó a Dinamarca, Noruega y Suecia.
El arminianismo es una doctrina fundada por Jacobus Arminius en 1610 y formada a partir de la impugnación del dogma calvinista de la predestinación. Encontró muchos adeptos entre la burguesía mercantil y republicana de los Países Bajos.
Arminianos son los pentecostales, los adventistas del séptimo día, las iglesias de Cristo, los baptistas y otras iglesias del movimiento restauracionista.
El pietismo fue un movimiento protestante de renovación espiritual iniciado en Alemania en el siglo XVII como reacción contra el intelectualismo dominante en las iglesias luterana y calvinista. Se fundamenta en la experiencia religiosa centrada en los sentimientos y la rigurosidad moral, más que en las prácticas externas y las formulaciones doctrinales. Felipe Jacobo Spener es considerado el padre del pietismo.
Jacobus Arminius y Felipe Jacobo Spener
En el siglo XVIII surge en Inglaterra el llamado avivamiento evangélico como una rama del pietismo, dirigido por los hermanos Juan y Carlos Wesley, ambos pastores anglicanos. Esta corriente trajo como consecuencia la creación del metodismo, de teología arminiana y liturgia sencilla, muy extendido primigeniamente también entre trabajadores, granjeros pobres y esclavos en los Estados Unidos de América.
Juan y Carlos Wesley
En la actualidad, al tener para algunos el término "protestante" cierto matiz peyorativo, se utiliza más la palabra "evangélico" para designar genéricamente a los cristianos protestantes y a sus iglesias.
Y sea de una u otra manera, el movimiento protestante, con el desarrollo de los imperios europeos, particularmente el británico, continuó su expansión más allá del ámbito europeo. Los siglos XIX y XX presenciaron una fuerte labor misionera que le dio alcance mundial. Hoy en día, cálculos estimativos señalan que más de 600 millones de personas profesan alguna de las diversas formas del protestantismo moderno.
A pesar de su diversidad, el protestantismo presenta elementos en común. La Biblia es la fuente única de autoridad doctrinal. La salvación se entiende como un don gratuito de Dios, cuyo Espíritu transforma al oyente, dándole la fe salvadora. Las buenas obras son un resultado del corazón redimido, no una causa de la salvación. Los santos no constituyen una clase superior de cristianos, sino que también son pecadores salvados por la gracia a través de la fe en Jesucristo. La misión del pastor posee un valor especial, basado en una llamada de Dios y con la aprobación de una congregación de cristianos. A diferencia de los sacerdotes católicos romanos, los pastores protestantes pueden contraer matrimonio. El culto es en lengua vernácula, y se tiende a simplificar, avalándose sólo lo que tiene base escritural (los cambios instaurados por el Vaticano II en la Iglesia Católica Romana hacen menos notorio este elemento esencial).
Reconstrucción de la puerta de la Iglesia de Wittenberg donde Lutero clavó sus 95 tesis. La original ardió en 1760
Algunas de las doctrinas de la iglesia católica rechazadas por el protestantismo son: el purgatorio, la supremacía papal, las oraciones por los muertos, la intercesión de los santos, la asunción de María y su virginidad perpetua.
Fuera de este protestantismo, se dio otra vertiente, la llamada reforma radical, que engloba a los espiritualistas, racionalistas y anabaptistas. Estos últimos rechazan el bautismo en los niños para que puedan elegir cuál es el modo de vida que quieren de mayores, aunque esperan que sigan la voluntad de sus padres en todos los aspectos.
Familia amish
Los amish son una agrupación religiosa de origen anabaptista, muy peculiares por sus restricciones en cuanto al uso de algunas tecnologías modernas, tales como los automóviles o la electricidad. Son alrededor de 200.000, principalmente en asentamientos en los Estados Unidos de América y en Canadá. Descendientes de inmigrantes suizos de habla alemana, forman un grupo cultural y étnico fuertemente unido. Creen literalmente en el Nuevo Testamento, se aíslan del mundo exterior, defienden el pacifismo y la vida sencilla, y visten como en el en el siglo XVII.
La Contrarreforma
Mientras todo esto ocurría, en la Iglesia católica eran cada vez más los partidarios de una contrarreforma para mejorar las costumbres y eliminar los abusos y corrupciones que habían provocado la reforma luterana. Pronto se llegó a la idea de que la mejor solución era reunir un concilio, con la esperanza de que los protestantes volvieran a la obediencia de Roma, pero cuando se quiso convocar, en 1545, en Trento, ya fue demasiado tarde.
En sus sesiones, que vinieron a durar casi 17 años, se tomaron una serie de medidas para luchar contra la naciente herejía y para revisar el catolicismo y crear una nueva iglesia libre de las corruptelas anteriores. Se pusieron los medios para la formación de los obispos y se crearon seminarios para que los nuevos sacerdotes tuvieran una preparación religiosa adecuada para poder enseñar la fe. Se limitó el acceso laico a las escrituras, al contrario que los protestantes, estableciendo que la Vulgata latina era la única Biblia autorizada. Se creó el primer catecismo católico. Se redactó asimismo un índice de libros prohibidos. Y se reafirmaron todos los puntos de la doctrina católica frente a los protestantes: la salvación por las obras, los 7 sacramentos y las imágenes religiosas en las iglesias, muchas de ellas vinculadas al culto de la Virgen y de los santos. El Barroco será el arte de la Contrarreforma, con gran abundancia de tallas y cuadros para atraer al hombre a la fe católica.
Concilio de Trento
Fue como un nuevo impulso, que se manifestó en la creación de nuevas órdenes religiosas, como la de los escolapios, fundada por san José de Calasanz; la de los hermanos hospitalarios, debida a san Juan de Dios; la de los oratorianos, instituida por san Felipe Neri y la de los capuchinos por Mateo de Bascio. También san Pedro de Alcántara reformó a los franciscanos, Tomás de Jesús a los agustinos y santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz a los carmelitas descalzos. Pero sin duda la orden religiosa que más ayuda prestó a la Contrarreforma fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola.
En el Concilio de Trento se aprobó también el restablecimiento del Tribunal del Santo Oficio, conocido como la Santa lnquisición. Encargaron a esta institución, que existía desde siglos anteriores y había caído en desuso, controlar y garantizar la pureza de la fe católica de los creyentes y de aquellos que se convertían al cristianismo.
San José de Calasanz, santa Teresa de Jesús y san Ignacio de Loyola
Aunque se consiguió parar el avance del protestantismo y en algunos sitios recuperar el terreno perdido, no pudo evitarse la separación de muchos países. En Francia, después de una serie de guerras religiosas, y en Austria se afirmó el catolicismo. Pero el protestantismo quedó definitivamente implantado en los países escandinavos, en Inglaterra, Suiza, Holanda, Bélgica y Alemania, donde continuaron las rivalidades que habrían de acarrear la Guerra de los Treinta Años, conflagración que se extendió progresivamente a toda Europa y acabó tomando cariz político al transformarse en una lucha entre la dinastía de los Borbones, que reinaba en Francia, y la de los Austrias, que lo hacía en España y en el Imperio alemán.
Protestantismo en España
En España, el sentimiento religioso se avivó en el siglo XVI como reacción contra el protestantismo.
El rey Carlos I, profundamente católico, igual que todo el pueblo español de la época, convirtió en empresa propia la colosal labor de impedir los progresos del protestantismo, y gracias a su celo se reunió el Concilio de Trento.
El ilustre humanista holandés Erasmo de Rótterdam gozó de gran popularidad entre nosotros, y sus obras fueron divulgadas en ediciones originales y traducciones. Las doctrinas de Erasmo, si bien rozaban la herejía en muchos puntos, ejercieron gran influencia en la generación española de entonces. Entre los numerosos erasmistas españoles figuran Luis Vives y los hermanos Alfonso y Juan de Valdés.
Luis Vives y Alfonso de Valdés
La Reforma protestante también intento entrar, y a fin de evitar su influencia, la Inquisición aumentó su poder y sus atribuciones y persiguió con rigor a los que osaron abrazar esas nuevas ideas que nos venían de Europa.
Al frente del tribunal eclesiástico de la Inquisición (o Santo Oficio) estaba el Gran Inquisidor, y a la jurisdicción inquisitorial estaban sometidos todos los herejes, en especial los cristianos nuevos, judíos y musulmanes conversos, y, tras la Reforma religiosa, los protestantes.
Los herejes eran castigados por considerárseles no sólo como disidentes religiosos, sino como enemigos de la seguridad del Estado. Las penas usuales eran la reconciliación pública o la privada; penitencias más o menos rigurosas; sujeción a la vigilancia de los tribunales; uso temporal o perpetuo de una túnica amarilla con cruz roja llamada sambenito; prisión temporal o perpetua; multa o indemnizaciones en dinero y muerte en la hoguera. Toda pena corporal llevaba aneja la confiscación de bienes, que pasaban al erario real, y de ellos se pagaba a los funcionarios de la Inquisición.
Tortura a un preso de la Inquisición
La proclamación del fallo inquisitorial se hacía en los "Autos de fe", que eran actos públicos celebrados en los días de gran solemnidad religiosa. Comenzaban con una larga procesión por las calles de la ciudad, en la que intervenían los jueces y funcionarios de la Inquisición, las órdenes religiosas de la localidad y los reos vestidos con el sambenito.
Después, en una plaza escogida a este efecto, donde se levantaba un tablado, se leían las sentencias, se verificaban las abjuraciones y reconciliaciones públicas (de donde proviene el nombre de acto o auto de fe) y se entregaban al poder civil los condenados a muerte, que eran conducidos a la hoguera; pena que a veces se aplicaba en el mismo lugar después de leída la sentencia.
Auto de fe
Ya en 1520 se inicia la infiltración de literatura luterana, en latín y romance, con la anuencia y el favor de marranos (falsos judeo-conversos) españoles instalados en Amberes. Y parece que hay ciertas connivencias entre luteranismo, conversos y comuneros. Indudablemente, Lutero y sus ideas son noticia que suscita curiosidad.
La obsesión principal de las autoridades se centra precisamente en aquel tiempo en cortar todo acceso a esos libros. Uno de los casos más pintorescos e incrustado en una historia de piratería fue el ocurrido en el puerto guipuzcoano de Pasajes. Unos marinos arrebataron a los franceses una nao, la cual éstos a su vez habían tomado a unos valencianos que venían de Flandes. En la disputadísima embarcación había un baúl lleno de libros de Lutero, que fue repartido entre algunos clérigos, bachilleres y otras personas de la ciudad.
Enterado de ello el Inquisidor general fray García de Loaisa, ordenó que rescatasen la delicada mercancía y hasta posibles copias de la misma que se hubiesen podido hacer. Algún resultado positivo debió producir la pesquisa, puesto que en enero de 1524 ya estaba en posesión de un memorial de libros cobrados y manda que, sellados de manera que en ninguna forma se puedan leer, le sean enviados.
Quema de libros prohibidos
Son años en los que surgen aquí y allá hechos aislados y esporádicos. Se persigue algún que otro libro herético sea en manos de algún profesor de Universidad en Alcalá o Valladolid, como en mano de algún particular o librero. La táctica de introducirlos con pie de imprenta ficticio o bajo nombre falso va a provocar también las redadas a talleres de impresión clandestinos y a ciertos comercios de libros.
La imagen que se tenía de Lutero era muy peculiar. Así se desprende de los comentarios que un barbero hacía a su clientela cuando le requerían información por haber estado varios años en el extranjero: "Predica que no hay más de un solo Dios, y que no hay santo ni santa en el cielo, y que no había de haber clérigo ni fraile, y que los clérigos y frailes debían estar casados con monjas, y que no nos debíamos de confesar con clérigo ni fraile, salvo a un solo Dios de cara a la pared, y que en la misa no se debía de decir Evangelio, y que en la iglesia no tendría que haber imágenes de santo ni santa, sino una cruz".
Ni siquiera los teólogos de la época tienen facilidades para beber directamente en las fuentes originales del protestantismo. Tal ocasión se presentó para los convocados al Concilio de Trento, pues aunque la finalidad era impugnatoria, pudieron asomarse directamente a la dogmática protestante en obras o documentos representativos.
La Biblia del Oso, primera traducción completa de la Biblia al castellano, fue realizada por el religioso jerónimo converso al
protestantismo Casiodoro de la Reina. Se publicó en Basilea en 1569 y recibió el nombre del Oso por tener la estampa de ese
animal en su portada, logotipo del impresor bávaro Mattias Apiarius. Es la primera Biblia protestante española
Otra ocasión de conocer directamente la literatura protestante, esta vez en casa, la brindaba la propia Inquisición cuando secuestraba obras y las pasaba a sus consultores. Que tales lecturas pudieran dejar algún poso en los lectores parece obvio; y no tenía por qué ser exclusivamente negativo. Por muy antagónicas que fuesen las actitudes, no todo era impugnable en el protestantismo desde la más rigurosa ortodoxia católica.
El "Índice español de libros prohibidos" de 1551 y otro posterior de 1554 titulado Censura Bibliorum, fueron motivados por previas recogidas de Biblias que corrían por España —cerca de un centenar de ediciones— y que en sus prólogos y anotaciones escondían su espíritu protestante. El "Libri omnes" es la apostilla condenatoria que acompaña a los nombres de Lutero, Capitón, Butzer, Servet, Ecolampadio, Hutten, etc. En estos índices se observan incluso cautelas generales de largo alcance, como la que prohibía cualesquiera libros impresos en los últimos veinticinco años, con omisión de impresor, autor, fecha y lugar, medida con la que se quería contrarrestar las tácticas solapadas de infiltración protestante.
El momento más culminante de una cierta consistencia del protestantismo español, y en lógica consecuencia, también de la mayor represión por parte de la Inquisición española se realiza en el quinquenio 1557-1562. El Índice de 1559 es fiel reflejo al prohibir la Biblia en lengua vulgar.
Libros perseguidos de Lutero y Ecolampadio y el Catálogo de libros prohibidos de 1583
Sevilla y Valladolid son los dos focos importantes del nuevo fenómeno. Su descubrimiento produce alarma y conmoción en toda España, ya que se comprueba la existencia de un protestantismo clandestino, sustentado por españoles de relieve y organizados ya en comunidades o grupos.
En Sevilla pudieron huir a tiempo numerosos adeptos, entre los que se encontraban no pocos frailes de San Isidoro, algunos de ellos figuras notables en la historia del protestantismo español (Corro, Reina, Valera, etcétera...). En cambio, en la zona castellana (Valladolid, Palencia, Toro) el descubrimiento fue seguido de la captura. Se incoaron numerosos procesos que culminaron en famosos Autos de fe en 1558-59.
Conjunto monumental del que fuera monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, Sevilla,
uno de los principales focos de la Reforma protestante en España
Biblia en español del religioso jerónimo converso al protestantismo Cipriano de Valera, publicada en Amsterdam en 1602.
Conocida como la Biblia del Cántaro o la Reina-Valera, por ser edición corregida de la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina
Auto de fe en Valladolid en 1559
Ya no se trataba de extranjeros, de casos aislados, de personas sin relieve. Eran españoles, formaban un grupo organizado y de fuerte espíritu proselitista. Figuran entre ellos canónigos y sacerdotes, gentes con títulos universitarios, frailes, algunos títulos nobiliarios y apellidos vinculados a la Corte o a oficios públicos. Junto a ellos, menestrales, criados, plateros, no pocas mujeres, y entre ellas algunas monjas. En este centenar largo de personas, no todos estaban igualmente iniciados en la nueva doctrina, aunque muchos de ellos habían participado en sus reuniones y liturgias clandestinas.
La reacción fue vehemente y desproporcionada, no sólo por parte de la Inquisición. Al dominico fray Domingo de Rojas, de la familia del Marqués de Poza, y al italiano Carlos de Seso, principales cabecillas del grupo vallisoletano apresados cuando iban a cruzar por Navarra la frontera con Francia, hubo que introducirlos en Valladolid de noche para evitar que el populacho los linchara. El mismo Carlos I, desde Yuste, envía encrespada carta con los más fuertes términos a propósito de los culpables, llamándoles bellacos y sediciosos y ordenando fórmulas procesales sumarísimas sin atenuación alguna.
En la correspondencia oficial del momento surgen todas las connotaciones peyorativas y alarmistas del fenómeno: se trata de una "peste", "lepra", de una "centella" que pude producir un basto incendio.
Carlos I en Yuste
Los procesos, llevados afanosamente a lo largo de varios meses, acumularon una cantidad enorme de datos para el conocimiento de la primera manifestación seria de un protestantismo en España:
Plenitud de la satisfacción redentora de Cristo, sin necesidad de satisfacción por nuestra parte. La fe es la única vía de acceso para beneficiarnos de esta redención. Creyendo que la muerte de Cristo es nuestra única redención, quedamos libres de nuestro pecado.
Sólo existen dos sacramentos: el bautismo y la Cena. Respecto a la Eucaristía, se niega la presencia real y el carácter sacrificial de la Misa. Realizan la comunión bajo las dos especies y presentan una concepción acerca de la Cena de claros matices calvinistas. Su eclesiología es también absolutamente típica: ellos forman la verdadera iglesia, poseen la verdad evangélica, son regidos por el Espíritu Santo; ellos solos son los verdaderos cristianos, los santos y los escogidos. Sólo ellos eran siervos de Dios y se salvaban. En su iglesia no existían sacerdotes, y los laicos podían consagrar. La Iglesia católica era impugnada radicalmente, sea negando su carácter sobrenatural, su autoridad impositiva y el sacerdocio ministerial, como presentándola como perseguidora de la verdad y encarnación del Anticristo. Tales son las afirmaciones básicas deducidas de los procesos.
Y por supuesto, rechazaban las devociones y culto a los santos, la existencia del purgatorio, el sufragio por los difuntos, las excomuniones, las Bulas, los preceptos de la Iglesia, así como los votos y ayunos o sus dispensas. Particular hostilidad mostraban hacia las órdenes religiosas, condenando la práctica de los votos religiosos, el rezo de las horas, su predicación y sobre todo el celibato. Todos debían ser casados. Igualmente rechazaban la intercesión de la Virgen María, las prácticas penitenciales o la observancia de la Cuaresma.
Estatua de Lutero en Dresden
La figura de Lutero aparecía aureolada con el halo de la santidad, y hasta del martirio. Era una "estrella de la Iglesia de Dios, después de San Pablo".
El descubrimiento temprano de estos grupos impidió su arraigo y expansión y permitió erradicar totalmente el protestantismo de España. Bien es verdad que todavía en la segunda mitad del siglo XVI existen procesos aislados de gentes por protestantismo, como en Logroño, en el que aparecen involucrados varios vasco-navarros, implicados en un arriesgado golpe de mano para liberar de la cárcel a un calvinista francés.
De entre los condenados, hubo de todo: no pocos se reconvirtieron al catolicismo, reconociendo sus errores; otros murieron en la hoguera, mártires de su nueva fe, y los más, dándose diversos casos de reconciliación, inculpados con penas más leves.
En 1559 también se inicia el proceso contra fray Bartolomé de Carranza, teólogo dominico, arzobispo de Toledo y confesor de Carlos I y después de Felipe II, apresado por la Inquisición por estimarse que en una obra suya, Comentarios sobre el catecismo cristiano, había algunas afirmaciones heréticas. Después de permanecer ocho años recluido en Valladolid, fue trasladado a Roma y encerrado en el castillo de Sant Ángelo. Al cabo de otros nueve años de prisión, fue absuelto, pero haciéndole pasar por la humillación de abjurar de unos errores en los que, según constaba en el fallo del proceso, no había incurrido. Tiene una calle dedicada en Madrid, justamente sobre lo que fue en tiempos uno de los braseros inquisitoriales. Cuando en el año 1869 se hizo la urbanización y explanación para formar esta vía urbana, se descubrió que en algunos cortes del terreno afloraba una viscosa capa de betún grasiento y negro, procedente de la consunción de cientos de cuerpos carbonizados por el fuego purificador de la Inquisición. Por tal motivo, el Ayuntamiento madrileño dio a esta calle el nombre de una famosa víctima del Santo Oficio.
Fray Bartolomé de Carranza
La drástica cirugía afectó a toda España, creando un clima poco proclive a la menor consonancia con el protestantismo. Ese miedo atenazante y la prohibición decretada de salir a estudiar al extranjero aislaron a España de la problemática religiosa de Europa y desconectaron nuestra teología y hasta la piedad popular de algunos requerimientos protestantes que sólo en tiempos más actuales han comenzado a ser tenidos en cuenta.
En los siglos XVII y XVIII no puede hablarse propiamente de un protestantismo español. Siguió habiendo procesos sueltos, pero casi siempre a gentes venidas de fuera, a pesar de los conciertos firmados que nos obligaban a respetar la libertad religiosa de los súbditos de distintos países que profesaban su fe protestante dentro de nuestro territorio. Sólo renacerá en el siglo siguiente, cuando ya agoniza y muere la Inquisición y el debate se reanuda en el contexto de las libertades ciudadanas, de los parlamentos y de los gobiernos liberales.
En este nuevo periodo, a partir del primer tercio del siglo XIX, denominado por algunos historiadores como "segunda reforma en España", tiene lugar el establecimiento formal y el desarrollo de iglesias e instituciones evangélicas que han continuado tras diversos avatares hasta el día de hoy. Varias son las causas: la primera y primordial es el incremento de la tolerancia hacia los extranjeros no católicos residentes en España (en 1831 Fernando VII autoriza la construcción de cementerios civiles a los protestantes forasteros); otra es la llegada desde fuera de misioneros para iniciar las tareas de reorganización del protestantismo español, formándose diversas comunidades reformadas, presbiterianas, luteranas, metodistas o congregacionalistas, y por último, la "salida del armario" de los propios protestantes españoles que hasta entonces operaban en la clandestinidad.
Pero no fue sencillo, las autoridades continuaron tomando medidas restrictivas, expulsando extranjeros y apresando pastores y responsables de las iglesias evangélicas. Sólo la presión de la Alianza Evangélica Europea y de reconocidas personalidades de otros países lograron frenar la represión activa.
Cementerio anglicano de San Jorge, en Málaga, el primer camposanto protestante en España, construido a partir de 1821
Tras la Revolución de 1868 la situación se vio notablemente favorecida con el decreto de Libertad de cultos. Tanto, que se fundaron iglesias, escuelas, periódicos, hospitales, hogares de ancianos y orfanatos con ideología protestante.
En los colegios evangélicos se instauraron los últimos métodos pedagógicos europeos, excluyendo totalmente el viejo axioma de que la letra con sangre entra y favoreciendo una enseñanza plural y mixta al estilo de la Institución Libre de Enseñanza, inspirada ésta en la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause (Krausismo) y creada en 1876 por un grupo de catedráticos (Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, entre otros) separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral.
Karl Christian Friedrich Krause y Francisco Giner de los Ríos
También se produjeron decididos esfuerzos en otros planos de índole social como es el caso de la actuación del costarricense Julio de Vizcarrondo y del pastor protestante Antonio Carrasco, que como presidente y vicepresidente respectivamente de la Sociedad para la Abolición de la Esclavitud trabajaron eficazmente junto con otros protestantes en pro de la desaparición de esta lacra en las colonias españolas de Puerto Rico y Cuba. Vizcarrondo, escritor y periodista, exiliado en España, era además presidente del Comité Central de la Unión Evangélica Española y participó en la Revolución de 1868. Su actividad en labores de beneficencia fue continuada, destacando el haber fundado el Hospital de los Amigos de los Pobres, la Sociedad Protectora de los Niños y otras asociaciones benéficas.
Julio de Vizcarrondo y un anuncio publicado en la prensa cubana
Los lugares de mayor implantación de las Iglesias Evangélicas fueron Andalucía, Madrid, Cataluña, Baleares y Galicia.
En 1869, en Sevilla, se reunió una asamblea general formada por delegados de distintas congregaciones entonces existentes en el territorio español y crean la Iglesia Reformada Española, que en 1871 adopta el sistema presbiteriano y toma el nombre de Iglesia Cristiana Española y en 1897 Iglesia Evangélica Española al unirse a otras comunidades. Ya en 1880 se había escindido un grupo al adoptar el régimen episcopal, denominado Iglesia Española Reformada Episcopal.
Juan Bautista Cabrera, primer celebrante en 1869 de un culto público protestante en España, luego presidente del Consistorio
de la Iglesia Española Reformada Episcopal y nombrado su primer obispo en 1880
La Constitución de 1876, tras la Restauración monárquica, aportó un retroceso a la causa protestante, puesto que redujo la libertad religiosa disfrutada anteriormente a la mera tolerancia privada, ya que las únicas manifestaciones públicas a partir de entonces serían las de la religión Católica, Apostólica y Romana.
En la primera década del siglo XX ocupó un lugar central dentro del panorama político español la "cuestión religiosa". Republicanos y liberales movilizaron a la opinión pública y a su electorado en torno a la reivindicación de eliminar el control del clero sobre la vida pública, en tanto los conservadores y la propia jerarquía eclesiástica intentaron lo contrario. El enfrentamiento no quedó sólo en un plano retórico, sino que estuvo salpicado de numerosos incidentes, con frecuencia violentos, desde las peleas durante el estreno de la anticlerical obra de teatro Electra, de Benito Pérez Galdós, en 1901, hasta la quema de conventos y edificios religiosos en Barcelona durante la Semana Trágica de 1909.
Las reivindicaciones anticlericales coincidían con las propias de los protestantes, relegados a una posición marginal, debido a la confesionalidad del Estado. No obstante, no ceden en su lucha por la libertad religiosa y organizan en 1910 una campaña de mítines y de recogida de firmas en pro de la libertad de cultos. Como resultado se entrega un escrito en las Cortes con más de 150.000 firmas. Poco después, el Gobierno de Canalejas promulga un decreto ampliando la tolerancia religiosa y autoriza que las iglesias evangélicas puedan ser identificadas mediante rótulos externos.
Barcelona, 12 de junio de 1910. Mitin evangélico en el Teatro Tívoli en defensa de la libertad de cultos.
De izquierda a derecha: don José Capó presidente del acto y miembro de la Iglesia Evangélica de Barcelona; don Agustín
Arenales, ex cura párroco; don Francisco Oviedo, presidente de la comisión protestante a favor de la libertad de cultos y
don Adolfo Araujo de la Iglesia Evangélica de Madrid
La instauración de la Dictadura de Primo de Rivera, en 1923, supuso un refuerzo de la confesionalidad del Estado, ya que el nuevo régimen buscó, y obtuvo, el apoyo de la Iglesia y los católicos, y proclamó como uno de sus objetivos la regeneración moral y espiritual de la patria. La nueva situación acabó plasmándose en el Código Penal de 1928, que contemplaba penas hasta de seis años de cárcel por la celebración de ceremonias religiosas no católicas fuera de los templos o los cementerios.
La proclamación de la Segunda República, en 1931, inauguró en España un periodo de auténtica libertad de cultos; aunque las manifestaciones religiosas públicas de todo tipo habrían de ser, en cada caso, previamente autorizadas por el Gobierno. En la práctica su celebración dependió de la actitud, a favor o en contra, de los Alcaldes y de los Gobernadores Civiles.
Al amparo de ese régimen igualitario para todas las confesiones, los evangélicos españoles vivieron un periodo de cierta estabilidad y crecimiento, incluso los cementerios quedaron sometidos a la jurisdicción civil, sin separación de recintos por motivos religiosos.
La proclamación de la Segunda República en 1931 trajo la libertad de cultos
La Guerra Civil y el régimen político instaurado tras ella, lesionaron gravemente los activos del protestantismo. Muchos inmuebles fueron saqueados, perdiéndose enseres y escrituras de propiedad, y los más, clausurados y expropiados.
Las iglesias evangélicas iniciaron el periodo de posguerra con grandes dificultades. A los sufrimientos propios de la situación, se añadieron los impuestos a las minorías religiosas (se calcula que tras la lucha fraticida sobrevivieron 7.000 protestantes), que fueron condenadas a vivir al margen de la legalidad y con el estigma añadido de "rojos o masones".
Un relativo cambio y cierta tolerancia con los protestantes se experimentaron a principios de la década de 1950, pero por motivos de imagen exterior. En el contexto de la guerra fría, el cambio de actitud de Estados Unidos, que pasó a considerar a España un potencial aliado y firmó con el Gobierno en 1953 un acuerdo para establecer bases militares en suelo español, ofreció al franquismo una tabla de salvación. Si la Dictadura quería aprovechar la oportunidad de rehabilitar su reputación internacional, debía al menos guardar las apariencias de un mínimo Estado de Derecho.
En 1955 la Iglesia Metodista Española que actuaba independiente del resto por Cataluña y Baleares decidió unirse a la Iglesia Evangélica Española.
Eisenhower, presidente de los Estados Unidos, visita España en 1959. La alianza con los americanos ya supuso un relativo
cambio y cierta tolerancia con los protestantes desde el principio de la decada de lo 50
Un hito importante durante el Franquismo hay que situarlo en 1967 cuando se modificó el Fuero de los Españoles y se procedió a promulgar la ley reguladora del derecho civil a la libertad religiosa. Mucho en ello tuvo que ver también la apertura de la jerarquía católica tras el Concilio Vaticano II. Mediante esta norma se permitió el acceso a la legalidad de las confesiones "disidentes" y se les garantizó cierto espacio de libertad, pero fue tan sólo de tolerancia privada y no de auténtica libertad religiosa.
La promulgación de la Constitución de 1978 inauguró el periodo democrático más estable en la historia de España. Lo cual significó de hecho el fin de la discriminación por motivos religiosos. Se reconocía por fin el pluralismo de la sociedad civil y el derecho a la diferencia, aunque siguiera conservando una relación privilegiada, a la hora de establecer acuerdos con el Estado, la Iglesia Católica.
Actualmente, además de la Iglesia Evangélica Española y la Iglesia Española Reformada Episcopal (de comunión anglicana), hay que añadir otras asambleas menos significativas como, las Comunidades Bautistas, la Iglesia Evangélica Luterana Española, el Movimiento Pentecostal, las Asambleas de Hermanos y la Iglesia de Inglaterra en España.
Entre las labores sociales de las iglesias protestantes en España destaca el trabajo en las prisiones y en la lucha contra las drogas. Dicen encontrarse a gusto volviendo a la cárcel, un lugar en el que han estado muchas veces a lo largo de la historia, primero con la Inquisición, luego con los Borbones y después durante la dictadura de Franco.
Protestantismo en Campo de Criptana y alrededores
Las primeras noticias de penetración protestante en Campo de Criptana y alrededores la tenemos ya en el siglo XVI, casi al tiempo de su extensión por Europa. Así, en 1563, una vecina de Campo de Criptana, Francisca Guillén Francés, fue procesada tan solo por afirmar que en Castilla había luteranos franceses, lo cual era hasta cierto punto verdad. Ese mismo año, un maestro de niños en Alcázar, Gaspar de Vega, es penitenciado por luterano; también Juan de Hortego, de Corral de Almaguer, y reconciliado Juan Enríquez de Flandes, de Quintanar de la Orden. En 1572 es penitenciado un tal Juan de la Cruz, tejedor francés asentado en Alcázar de San Juan. Con el correr del siglo XVI desaparecen las causas inquisitoriales en la zona por luteranismo o calvinismo. Se ve que la Inquisición hizo bien su "labor".
A comienzos del siglo XVII, concretamente en 1619, resultó celebre el proceso que se siguió contra el vecino de Alcázar de San Juan, de origen francés, Giraldo Faidio. Acusado de luterano y sometido a horrible tormento por la Inquisición, se le obligó a reconocer incluso que era autor de varios crímenes, lo que era totalmente falso.
Tormento de la Inquisición
Extinguida esa Reforma a sangre y fuego, es solo en los albores de lo que se conoce como Segunda Reforma, a principios del siglo XIX, cuando volvemos a saber de la obra evangélica en nuestra zona con la conversión al protestantismo en 1825 del gran filósofo y filólogo manchego Juan Antonio Hermógenes Calderón Espadero (Juan Calderón), nacido en Villafranca de los Caballeros en 1791 y con residencia durante su infancia y juventud en Alcázar de San Juan por ejercer su padre allí la medicina. A los quince años ingresó en el convento de San Francisco de esta localidad y completó estudios de filosofía en el convento de la orden franciscana en Lorca (Murcia). A pesar de sus dudas en cuanto a su fe católica, fue ordenado sacerdote en 1815. Vuelto a Alcázar en 1819, enseñó filosofía moral y, poco después, tras acogerse a la Ley de monacales y abandonar el sacerdocio, comienza a explicar, a instancias del Ayuntamiento "La Pepa", la Constitución de Cádiz de 1812. Fue fundador de la Sociedad Patriótica de Alcázar, pero esta significación de liberalismo le valió un atentado contra su vida en 1823, al final del trienio constitucional, por lo cual emigró a Francia, donde subsistió a duras penas trabajando como zapatero y dando clases de español en Bayona. Allí se convirtió a la fe evangélica, se casó y publicó estudios gramaticales, controversias teológicas y su obra más conocida, su Autobiografía, a la que titula: Nota sobre los acontecimientos de mi vida relativos a mi conversión a la pura religión del Evangelio. Parece ser que residió algún tiempo también en Burdeos y en Londres.
Iglesia de San Francisco en Alcázar de San Juan.
Formaba parte del antiguo convento, derribado a mediados del siglo XIX, en el que ingresó Juan Calderón
De regreso a España durante la regencia de Espartero, compuso su Cervantes vindicado en 115 pasajes, publicado póstumamente en 1855 y considerada como una obra imprescindible en la crítica textual del Quijote. También publicó en Madrid una gramática titulada Análisis lógica y gramatical de la lengua castellana (1843) que años después fue establecida como libro de texto oficial para el aprendizaje de la lengua española por extranjeros. Y de vuelta a Londres, entre otras publicaciones, revisó y tradujo del griego el Nuevo Testamento, tarea en que le sorprendió la muerte en 1854; dicho Nuevo Testamento apareció publicado en Edimburgo en 1858. Es sin duda Juan Calderón, a pesar de no poder ejercer su labor evangélica en La Mancha, la figura más destacable del protestantismo manchego.
Obra de Juan Calderón
A finales de 1838 o principios de 1839 cruzó La Mancha el conocido misionero protestante George Borrow, que recaló principalmente en Manzanares atraído por una muchacha ciega que se ganaba la vida recitando versos. Quedó reflejado este viaje y otros por la Península en un libro de deliciosa lectura titulado La Biblia en España.
George Borrow, conocido en España como don Jorgito el Inglés. La primera traducción de La Biblia en España la hizo el
futuro presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, a principios de los años veinte.
Tenia un error en la inicial del nombre: "G" de George y no "J"
Hasta 1870 no se vuelven a tener noticias de la influencia protestante en nuestra zona. Es cuando se instala en Camuñas el ex sacerdote y pastor protestante gallego Félix Moreno Astray a instancia de un personaje singular, don Luis Villaseñor y López de la Oliva, de familia noble y de ideas liberales y progresistas, de quien surgió la idea, siendo alcalde de Camuñas, de crear allí un lugar singular, donde la ilustración estuviera por encima de los pensamientos retrógrados y anticuados que marcaba la institución eclesiástica establecida, con la que tuvo muchos encontronazos.
Buena prueba de las ideas avanzadas de Villaseñor fue su intento en 1873, durante la I República española y bajo la breve presidencia del federalista don Ramón Pi i Margall, de proclamar a Camuñas cantón independiente, y de hecho así se mantuvo durante un corto período. Incluso realizó los moldes para acuñar moneda propia
Otra historia, y esto ya forma parte de la leyenda, coloca al ilustre personaje en el Palacio Real de Madrid, donde pasaba de cuando en cuando a "aliviar" a la reina Isabel.
Camuñas. Torre y plaza del Reloj
Este primer pastor, don Félix Moreno Astray, era un sacerdote apóstata de la diócesis de Santiago, que se había aproximado al evangelismo poco tiempo antes de su llegada a Camuñas. Inmediatamente levanto una iglesia y escuela. Murió en 1880. En esa época alcanzó el evangelismo en Camuñas su plenitud. La revista evangelista La Luz llegó a decir "que la población en masa se había convertido al Evangelio", lo cierto es que llegaron a apostatar de la religión católica hasta 90 familias.
Después llegaron otros pastores. Y el más conocido y querido por todos, don Manuel Rodríguez Castellano, nacido en Besullo (Asturias), que casó con doña Isabel Escribano Úbeda, vecina y natural de Camuñas, con la que tuvo cuatro hijas, a las que puso los nombres de Fe, Esperanza, Virtudes y Caridad, siendo ésta última farmacéutica en Camuñas durante años.
Don Manuel ejerció de pastor y de maestro durante casi cincuenta años, teniendo escuela pública permanente.
Un ejemplo de la labor educativa de este hombre, queda de manifiesto en una anécdota que se cuenta del general Primo de Rivera, cuando de visita en La Mancha, asistió al sorteo de mozos para el reclutamiento militar (la "mili") que se celebraba en Alcázar de San Juan, y donde era requisito indispensable que cada mozo firmase su hoja de destino.
Como casi nadie sabía hacerlo y ponían la huella del dedo, al que sabía escribir el general preguntaba:
—¿Tú de dónde eres?
Y siempre respondían.
—De Camuñas, mi general.
Tantas veces sintió Camuñas Primo de Rivera, que preguntó.
—¿Qué pasa en Camuñas?
Entonces le dijeron:
—Es que Camuñas es el pueblo de los protestantes.
Primo de Rivera dijo entonces:
—Pues vaya con los protestantes.
Don Manuel murió en 1946, con el afecto de la mayoría de los camuñeros, sabiendo que su labor, consentida de una manera pacífica incluso tras la Guerra Civil, había sido muy positiva para el pueblo. Con su muerte prácticamente murió también el protestantismo en Camuñas, aunque durante algún tiempo estuvieron atendidos los fieles por el pastor Luis Ruiz Poveda, que acudía desde Madrid.
En Alcázar de San Juan, quien fuera primer pastor protestante en Camuñas, Félix Moreno Astray, también formó un grupo evangélico en 1874, del que hay poca constancia y al parecer desapareció a finales del siglo XIX. En 1919 se organizaron los llamados Mítines de Afirmación Evangélica, pero no hay más noticias de ellos. En 1929 se vuelve a reanudar la obra evangélica, promovida por unos misioneros, los señores Hubbers, que en 1931 contaban ya con una pequeña iglesia, y que, afortunadamente, al estallar la Guerra Civil, por encontrarse Alcázar en una zona siempre controlada por el gobierno de la República, no sufrió los desmanes cometidos contra los evangélicos en la llamada zona nacional. Aún así se dieron disturbios como el que aconteció el día 12 de julio de 1936, días antes de estallar la contienda, promovido por un grupo de comunistas, que irrumpieron en el local y exigieron que cesara la reunión porque no querían saber nada de religión. Fue difícil explicarles que aquella reunión no tenía nada que ver con la iglesia de Roma. Pero no atendieron a razones, y, dando voces y blasfemando, amenazaron con pegar fuego al local.
Estación de Alcázar de San Juan. Principios siglo XX
Lamentablemente, el triunfo de los nacionales acabó con la incipiente obra evangélica en Alcázar de San Juan. Pero..., de una manera clandestina, la gente se siguió reuniendo para leer la Biblia, y, en 1971, con la llegada del gaditano José Rodríguez Moreno y de su esposa manchega Josefa, natural de Villarrobledo, auspiciados por la Unión Misionera Europea, se reanudaron las actividades evangélicas y se logró abrir una nueva capilla. Y así hasta la actualidad, con el paso de diversos pastores y la inauguración de una nueva iglesia en 1998.
Alcázar de San Juan. Detalle del mosaico en azulejos en la calle dedicada a Juan Calderón,
figura más destacada del protestantismo manchego
En Campo de Criptana, salvo aquella primera noticia de encausamiento por presunto luteranismo a una vecina en 1563, los protestantes no aparecen noticiables hasta 1889 de la mano del misionero galés George Lawrence, que aquí fundó una congregación y abrió capilla evangélica en la calle del Convento, numero 21, en casa propiedad de Manuel Leal. Dio pie a ello la Constitución de 1876, que en su artículo 11 declaraba la confesionalidad católica del Estado pero establecía la libertad religiosa, si bien no serían permitidos los actos públicos de otras religiones diferentes de la oficial. Entre los firmantes de la petición al Ayuntamiento estaban el propio George Lawrence, Willian Creens (ciudadano inglés residente en España, evangélico, quien actuó de mecenas pagando los gastos de acondicionamiento de la capilla), Juan Antonio Flores, Pedro García Casarrubios y el citado Manuel Leal. Y casi seguro que mi bisabuelo Jesús Alarcos con su familia, fueran del grupo de aquellos protestantes, y que mi abuelo Antioco, entonces con tres años, ya asistiera a aquellas reuniones.
La reina María Cristina jura la Constitución de 1876
El misionero George Lawrence, nacido en Moutmouth (País de Gales) en 1831, se encontraba en España desde 1863 en compañía de otros compañeros. Pertenecía a las Asambleas de Hermanos, grupo evangélico nacido en el año 1825 en Plymouth (Inglaterra) como protesta por la subordinación del anglicanismo al Estado. Se caracterizan, entre otras cosas, por la celebración semanal de la "Cena del Señor", la participación de todos los creyentes en la adoración, un fuerte énfasis en el estudio bíblico y su impulso misionero. Eran entonces la rama protestante con más número de seguidores en España. Lawrence estuvo primero en Madrid y abrió la iglesia evangélica de Chamberí. Y después de recorrer España con un carro lleno de biblias, llegó a la villa de Gracia, hoy distrito incorporado a Barcelona, donde organizó escuelas para niños y adultos y editó diversas publicaciones de carácter cultural y religioso. En Barcelona edificó una casa-asilo, que sería el embrión del actual Hospital Evangélico de Cataluña. En 1873 fundó el Colegio Evangélico de Caldes de Montbuí (Barcelona), conocido popularmente como "la escuela de los pobres", una institución que fue clave en la alfabetización de los niños, niñas y de todos los adultos del pueblo. También dotó a Caldes de Montbui de un asilo, un hospital, una imprenta y la iglesia que aún perdura.
Caldes de Montbuí. Escuela evangélica de pobres fundada por George Lawrence
George Lawrence, a la derecha, en su imprenta
La labor de George Lawrence en Criptana no resultó nada fácil y no estuvo exenta de incidentes, incluso de un intento de asesinato, como relata el misionero alemán Federico Fliedner, que fue su acompañante y testigo presencial. Aquí hacemos un resumen de su escrito:
Relato el misionero alemán Federico Fliedner sobre los inicios del protestantismo en Campo de Criptana
Aproximadamente a mitad del camino que lleva de Madrid a Valencia está Campo de Criptana, la primera estación de ferrocarril después del cruce de líneas de Alcázar de San Juan. Hacía tiempo que el evangelio había sido acogido por algunas familias aisladas, ya que en toda La Mancha, también desde nuestro centro misionero en Camuñas, se ha ido sembrando abundantemente la semilla de la Palabra. Más de una vez he ido a ver a esos amigos, pues desde Camuñas no hay más que siete horas de camino, y he cantado y celebrado el culto con ellos.
La capilla se inauguró con gran concurrencia. El anuncio obligatorio se había entregado en la alcaldía con 24 horas de antelación, y no se había puesto ningún obstáculo.
Cuando al domingo siguiente había de celebrarse el culto otra vez a la hora acostumbrada, una gran procesión de rezo del rosario se puso en movimiento por las calles sin previo aviso, se encaminaron hacia donde está la iglesia evangélica, se plantaron delante de ésta y llenaron de insultos y amenazas de todas clases a los que en ese momento iban a la ceremonia religiosa.
No contentos con esto, forcejearon para entrar en la misma capilla, y, cuando a ella se dirigía desprevenido el misionero evangelista George Lawrence acompañado de sus hijas Elizabeth y Esther, arreció el tumulto y el griterío e incluso hubo algún fanático que lanzó tremendas voces pidiendo a Dios su muerte. Ni su integridad física pudo quedar a salvo refugiándose en la capilla, pues los alborotadores intentaron asaltarla, y en el estado colérico en que se encontraban hubiera podido ocurrir lo peor. Al final tuvo que acudir la Guardia Civil, y no sin mucho esfuerzo consiguieron que los ánimos se serenaran y que todos los evangélicos pudieran regresar a sus casas.
En la calle del Convento, número 21 (la numeración de entonces no corresponde a la actual), estuvo la capilla protestante de Campo de Criptana
La consecuencia tras lo ocurrido no fue que a los cabecillas del tumulto se les llevara a los tribunales, sino que se cerró la capilla provisionalmente.
Así fue, que los ataques siguieron, y como no podían reunirse en la capilla clausurada y los hacían en casa del misionero evangelista, una noche se presentó la policía con una multa de 15 pesetas, porque los cantos que entonaban molestaban al vecindario.
Noticia de la multa (a los protestantes) en Criptana que publicó el periódico El Liberal, del 31 de Mayo de 1889, sin ampliar más detalles. Así lo indica José Manuel Cañas Reíllo en su blog "Criptana en el tiempo"
No importaron los vejámenes; lo principal fue que el evangelista y sus hijas perseveraron allí con paciencia. Bien es verdad, que todavía no cesaron las persecuciones. En la procesión del Corpus Christi algunos niños —posiblemente coaccionados— se dirigieron a casa del evangelista, bombardeándola a pedradas y, por el peso de las piedras, se veía también que algunos adultos habían tomado parte.
El alcalde, a quien se dio una queja de lo ocurrido, no hizo nada, salvo contestar en un escrito oficial que no se les perseguía en absoluto, y que podían estar seguros, que la noble nación española les protegería en todos sus derechos. Para recalcar más esta afirmación, en el encabezamiento de la carta se leía: "Alcaldía, Oficina Internacional".
Las afrentas continuaron. Coplas burlescas como: "Cuando muera el tío cojo (el evangelista cojeaba un poco), sé dónde le enterraremos, donde tiran a los perros, desolladero de cuervos". A uno de los colportores (vendedor de Biblias ambulante) le pusieron el mote de Marquitos, por haber vendido muchos evangelios de Marcos, y a él le cantaban "Rogando a Dios por España, Marquitos subió a los cielos y San Pedro respondió: te voy a romper los huesos".
El centro de esta enemistad parece estar en casa del conde de las Cabezuelas, donde entra y sale el cura, y cuyo cochero quiso atropellar a unas muchachas evangélicas que iban a la estación.
Biblia de la Imprenta de George Lawrence. Seguramente, mi abuelo Antioco tubo una biblia como ésta, pero o se ha perdido o mi abuela Pepa se deshizo de ella al acabar la Guerra Civil para evitar más complicaciones
Un domingo, cuando por la tarde me estaba preparando para predicar, un estampido terrible hizo temblar toda la casa. "Han disparado contra nosotros", dijeron. Pero el disparo sólo era una piedra enorme, lanzada contra la puerta de la casa. Tiraron de continuo piedras, que pesaban muchos kilos. No recuerdo ningún momento en que haya necesitado tanto dominio de mí mismo, para terminar el culto tranquilamente. Pero nosotros predicábamos acerca de la Palabra de Cristo: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen...".
Pero el peligro se avecinaba al terminar el culto. Ni las mujeres ni los niños se atrevían a salir. Y los hombres era peligroso que lo hicieran, pues podía surgir un enfrentamiento sangriento. En esto que acudió la policía, tras dos horas de habernos dejado abandonados en medio del alboroto. Y calmó la tempestad.
Aquí termina el relato abreviado de Fliedner, que nos da una idea de las dificultades que tuvieron para levantar una obra evangélica en Criptana a finales del siglo XIX.
|
George Lawrence, tras permanecer un tiempo en Criptana, volvió en 1890 a Caldes de Montbuí, donde en 1894 murió a consecuencia de un derrame cerebral con 63 años de edad. Allí está enterrado y allí tiene una calle dedicada. De él hay un libro publicado en 1872, The Gospel in Spain (El Evangelio en España), que es una recopilación de cartas entre George Lawrence y otros misioneros, que nos dan una panorámica general del contexto de la época y de las dificultades a que se enfrentaron. En el año 2011, el Centro de Formación Bíblica de Madrid lo editó traducido al español. Elizabeth, una de sus hijas, hizo una importante labor de composición musical para el canto congregacional. Sus himnos todavía se cantan en las comunidades evangélicas de España. El más conocido de ellos es Cristiano alaba a tu Señor.
Tumba de George Lawrence en Caldes de Montbuí y su libro El Evangelio en España
Federico Fliedner, el misionero alemán que acompañó a Lawrence a Criptana y luego visitó al grupo evangélico aquí creado en varias ocasiones, había nacido en 1845 en Kaiseswerth (hoy barrio de Düsseeldorf). En 1870 fue ordenado pastor y enviado por la Iglesia Evangélica de Alemania como misionero a España para ayudar a las congregaciones evangélicas y potenciar la labor educativa con la fundación de colegios. Tenía también la encomienda, que no fue posible, de aglutinar a todos los evangélicos españoles, pero sí fue fundamental su empeño en la formación de la que hoy es la Iglesia Evangélica Española, nacida como proyecto de unidad. Con la colaboración de su esposa, la escocesa Juana Brown, y su abundante familia (tuvieron trece hijos, de los que vieron morir a seis) reunieron penosamente los fondos para la creación de la Fundación Federico Fliedner, que aún pervive, y cuyo primer resultado fue levantar en Madrid el prestigioso Colegio El Porvenir, abierto en 1897. Luego siguieron otros centros, tanto educativos como de labor social. Murió el 25 de abril de 1901 y está enterrado en el Cementerio civil de Madrid.
Federico Fliedner y el Colegio El Porvenir, que alberga tambien la Iglesia Evangélica de Cristo y otras instituciones
evangélicas, asi como la sede de la Fundación Federico Fliedner
Poco más se sabe sobre los protestantes de Criptana; sí que sus dificultades no parecieron cesar ni siquiera en tiempos de la Segunda República, pues el 29 de agosto de 1931, al salir de su lugar de reunión, un grupo allí congregado se dispuso a apedrearlos y tuvieron que correr por espacio de dos kilómetros, siendo alcanzado uno de ellos por una piedra.
Vino la Guerra Civil... y después la posguerra, y el silencio se impuso, que era la mejor manera de defenderse. Los que en su momento abrazaron el credo luterano se convirtieron al catolicismo, unos de propia convicción, otros no se sabe si obligados por las circunstancias. Alguno siguió firme en sus creencias en la clandestinidad, abandonado a su suerte. Lo cierto es que todo rastro de aquello ha desaparecido. Como en el refrán: "Mataron al perro y se acabó la rabia". Mataron a Antioco, que era el alma de la comunidad protestante, y…
Sí siguieron con sus convicciones los otros hermanos de mi abuelo mientras vivieron: José, Zuinglio y el más joven de ellos, Eliseo, que hasta las gentes se reían de él y lo tildaban de loco cuando se subía a la sierra a hablar con Dios y confesarse a la sombra de los molinos. Y también algunos sobrinos como Zuinglio y Calvino, los últimos inquebrantables en su fe, que incluso en los entierros cumplían con los deudos siempre en las casas por no pasar a la iglesia.
Y sí hubo en el pueblo un cementerio civil, junto al católico, destinado a los que se suicidaban, a los ateos y a quienes profesaban otras religiones.
De aquello no queda nada, pero con la llegada a Criptana de inmigrantes, sobre todo rumanos, hay una presencia significativa de la Iglesia Evangélica Pentecostal y de la Iglesia de Filadelfia, esta última con predominio de los de raza gitana.
En el año 2005, el Patronato de Cultura de Alcázar de San Juan publicó La historia evangélica de la comarca de Alcázar de San Juan (siglos XVI-XXI) de José Moreno Berrocal, escritor y pastor evangélico en esa localidad. De ahí he obtenido mis fuentes para realizar este escrito. Lo puedes encontrar en
http://www.patronatoculturaalcazar.org/teselas/TESELA15.pdf
Ante la falta de memoria histórica del protestantismo en Criptana en el largo período de los últimos años del siglo XIX y el final de la Guerra Civil (podría ser un buen tema a desarrollar en la Universidad Popular), bien podría servirnos el relato de lo que sucedió en dos pueblos bien alejados del nuestro, uno en La Rioja y otro en León (ambos con tradición vinatera). Podemos hacer comparaciones, y sobre todo…lanzar al vuelo la imaginación.
Pradejón
Pradejon es un pueblo de La Rioja, a unos 42 kilómetros de Logroño, con aproximadamente una población que ronda los 4000 habitantes. Su economía se basa en el sector agroalimentario, principalmente el champiñón y un creciente auge vitivinícola.
La presencia de una comunidad evangélica en un municipio tan pequeño, y en medio de una zona mayoritariamente católica, constituyó una de las peculiaridades por las que pasó a ser conocido como "el pueblo de los protestantes".
A lo largo de los años los evangélicos de Pradejón no pretendieron otra cosa que vivir de acuerdo con su fe. Pero sus prácticas y creencias religiosas, que deberían haber pertenecido al ámbito íntimo de los individuos, tuvieron en algún momento demasiadas interferencias —a veces feroces— por parte del Estado.
Pradejón
El origen de esta comunidad estuvo en la conversión de un vecino de Pradejón, el panadero Julián Moreno Leza (curiosa casualidad con mi abuelo Antioco, que era asimismo panadero), que en otoño de 1872 escuchó en Zaragoza las predicaciones del pastor José Eximeno. A su regreso se dedicó el mismo a evangelizar en su localidad, consiguiendo formar un núcleo protestante estable.
A la altura de 1881, nueve años después de la conversión del panadero, ya estaban registrados 40 vecinos, incluidas familias completas (marido, esposa e hijos), como protestantes.
Respecto a la extracción social de los varones, la mayor parte eran trabajadores del campo, pequeños propietarios o jornaleros, siendo el único oficio artesanal el del panadero Julián Moreno, persona dotada de recursos económicos y un oficio que le permitía evangelizar de forma discreta en el trato diario con los clientes.
Rincón de Pradejón
El Ayuntamiento de Pradejón destinó en 1885 una sección dentro del nuevo cementerio municipal para el enterramiento de los "disidentes", parte civil que quedó separada de la católica por un muro. Esta concesión revela que las autoridades locales mantenían relaciones cordiales con la congregación protestante, probablemente reflejo de la ausencia de grandes conflictos.
Cementerio de Pradejón. Restos de la tapia que separaba a católicos y protestantes desde 1885
Durante los cinco años que duró la Segunda República, el Ayuntamiento de Pradejón estuvo integrado al completo por concejales del Partido Republicano Radical Socialista, entre ellos el protestante Perfecto Miranda Medrano, quien llegó a ocupar la Alcaldía durante dos años, de 1934 a 1936. Los vínculos existentes en Pradejón entre disidentes religiosos y políticos de izquierda, unidos por un talante liberal, quedaron patentes durante este periodo, pero añadió más conflicto a las ya de por sí complicadas relaciones entre los poderes públicos y la Iglesia Católica. En este sentido se inscribe el temprano acuerdo de dejar de costear con dinero municipal los actos religiosos durante las fiestas patronales de San Ponciano y San Antonio de Pádua, y de la negativa de asistir a los mismos, así como el de retirar el Sagrado Corazón del Salón de Plenos.
Antiguo Ayuntamiento de Pradejón
Después, el triunfo de la sublevación militar de julio de 1936 inauguró para los protestantes de Pradejón una larga etapa de represalias y marginación.
El Ejército sublevado de la guarnición de Logroño y las milicias de voluntarios, Falange y Requeté, no hicieron hasta el día 21 de julio su entrada en Pradejón. No hubo resistencia armada.
Desde este momento Pradejón quedó bajo la autoridad militar, se sustituyó la Corporación republicana por una nueva y se practicaron las primeras detenciones con la colaboración de algunos vecinos del pueblo. A los pocos días empezaron los fusilamientos sin ningún tipo de enjuiciamiento. Entre el 24 y el 28 de julio fueron asesinados 22 pradejoneros en parajes cercanos al municipio. Luego siguieron los fusilamientos en Logroño, una vez centralizada la represión en las cárceles de la capital. La cifra total rondaría los 42 asesinatos.
Desaparecido frontón Beti-Jai de Logroño, utilizado como cárcel de exterminio durante la Guerra Civil
Como resultó habitual, entre los ejecutados por los sublevados encontramos a los dirigentes más destacados del republicanismo local, muchos con la militancia también en el credo protestante, y al pastor y maestro en la escuela evangélica de primera enseñanza, Simón Vicente —un hombre bueno sin duda—, con el propósito de disgregar a esta comunidad, objeto a partir de entonces de represalias generalizadas.
Se les sometió a humillaciones públicas, como la administración periódica de aceite de ricino y al rapado del pelo a las mujeres, que además eran forzadas a asistir a clases de doctrina para que se convirtieran al catolicismo. Los niños obligados a recibir el bautismo y lógicamente los matrimonios a hacerlo por el rito católico.
El pastor protestante Simón Vicente con niños de la escuela evangélica
Durante las dos décadas siguientes al término de la Guerra Civil, los evangélicos carecieron por completo de asistencia espiritual y de celebraciones comunitarias, quedando relegada su profesión de fe a la intimidad individual.
Por supuesto, la capilla y la escuela habían sido asaltadas, profanadas e incendiadas en el primer momento de la llegada de las fuerzas fascistas y los locales incautados y transformados en cuarteles de Falange y Requetés.
Jiménez de Jamuz
Jiménez de Jamuz es una población situada al sur de la provincia de León, a unos 50 Km. de la capital y a unos escasos cinco Km. de La Bañeza, con aproximadamente mil habitantes. Tierra de alfareros y de bodegas-cueva horadadas en la tierra a base de pico y pala.
Jiménez de Jamuz
Como en el caso anterior, Jiménez de Jamuz fue conocido durante muchos años como "el pueblo de los protestantes" por el entonces inusual hecho de poseer una capilla evangélica.
Bodegas-cueva en Jiménez de Jamuz
De la existencia allí de un núcleo de seguidores de la religión protestante así como de la construcción de la capilla fue de capital importancia la figura de D. Eduardo T. Turrall, nacido en Londres y misionero de la Iglesia Evangélica de Hermanos, un movimiento surgido en el protestantismo inglés del siglo XIX. En 1894 viajó a España y contactó con una familia de protestantes, los Vidal García, residentes en Monforte de Lemos, en Lugo, pero oriundos de Jiménez de Jamuz. Esta amistad y las continuas visitas de la familia a su lugar de origen dan lugar al establecimiento en este pequeño pueblo leonés de la Iglesia Evangélica y a la construcción de la capilla en 1906.
Entre 1906 y 1909 se erigió igualmente un cementerio civil, cuya necesidad debió de venir impuesta por el alto número de seguidores que en esta época llegó a tener la doctrina evangélica.
D. Eduardo T. Turrall con su familia
En los años siguientes de estancia de D. Eduardo y su familia en Jiménez, nunca fueron molestados por los poderes civiles, ni ellos ni la comunidad evangélica que presidían, ni siquiera en la Dictadura de Primo de Rivera. En el tiempo de la Segunda República siguieron siendo cordiales sus relaciones con todos los vecinos y con las autoridades. Pero la Guerra Civil y posguerra fueron especialmente duras con este pueblo. Se atacó con saña toda disidencia, también la religiosa, y ser protestante en ese tiempo volvió a tener casi tantos riesgos como en el siglo XVI. Si la represión no alcanzó a D. Eduardo Turral fue sin duda por la protección que su condición de súbdito británico le brindaba, aunque la rebelión militar le sorprendió en Inglaterra y no pudo regresar hasta 1944.
Entre el 19 de septiembre y mediados de noviembre de 1936, arrebatados de sus familias y de su pueblo fueron asesinados 17 vecinos de Jiménez de Jamuz, la mayoría llevados primero a San Marcos de León que hizo de lóbrego calabozo, y luego fusilados en el paraje del Monte de San Isidro, en las afueras de León. Y entre ellos, el alcalde y todos los concejales militantes en partidos de izquierda, algunos de credo evangélico.
Por su sola condición de protestante también Cristóbal Peñín, natural de Jiménez y "paseado" en Verín (Orense), donde residía.
San Marcos de León, hoy Parador Nacional, tenebroso calabozo para los represaliados de la Guerra Civil
Parece ser que durante la década de los cincuenta se reinició el culto, las más de las veces clandestinamente y con el protagonismo recayendo progresivamente en Gracia y Florencia, hijas de D. Eduardo, que falleció en 1962. Mediados los sesenta se produjo un nuevo impulso, coincidente con la promulgación de una libertad religiosa más aparente que verdaderamente real, y siguió la gran eclosión de fieles con el retorno a la democracia. Hoy sólo se puede hablar de progresiva disminución de la práctica evangélica.