En el número 31 de la calle de Trafalgar se encontraba una curiosa tienda, ya desde hace muchos años establecida en el barrio, en la que era imposible no asomarse al escaparate. Se trataba de Avícola Grau, en la que se podía conseguir un pollito, una gallina o una perdiz en pleno corazón de la ciudad, rodeado de edificios y semáforos. Un lugar donde hasta hace poco algún niño descubría lo que era una codorniz, un pavo, o aprendía cómo cuidar un pollito de perdiz. Todo lo que uno puedía imaginar en aves (de corral, cinegéticas, exóticas o domésticas), pequeños roedores, peces o reptiles, allí se podían encontrar. Y por supuesto alimentación y accesorios