PÍCAROS Y TIMADORES

Miguel de Cervantes los retrató con acierto definitivo en aquel imaginario patio sevillano donde sentaba cátedra Monipodio, el gran maestre de la cofradía pícara. Debían ser tiempos dorados para fulleros y estafadores de todo pelaje, todos dispuestos a aliviarnos el peso de la cartera.
Entre los timos más antiguos está en del desentierro, en el que por medio de mapas o documentos se trata de que el incauto financie el rescate de un tesoro escondido. En el castizo timo de la estampita (en la fotografía genial escena de la película Los Tramposos con Tony Leblanc y Antonio Ozores asaltando a un paleto), el panoli de turno es abordado por un supuesto "tonto" con un sobre lleno de billetes, a los que trata como "estampitas"; entonces entra en escena un segundo timador, el "gancho", que convence a la víctima para que engañen al tonto ofreciéndole una pequeña cantidad de dinero y ellos se repartan el sobre, pero cuando lo abre sólo contiene recortes de papel. El del toco-mocho es una variante del anterior, en este caso con un billete de lotería falsamente premiado. En el del nazareno se trata de timar a una empresa proveedora de artículos que sean fáciles de revender en el mercado negro; una vez generada su confianza se realiza una compra de mucho valor, con pago mediante cheques falsos y el consiguiente mutis por el foro.
La estafa piramidal es un invento español, nada menos que de doña Baldomera Larra, hija del escritor Mariano José de Larra, con su fantástico y colosal negocio del Banco Popular de Imposiciones, la llamada Caja de los Pobres, en el que ofrecía grandes intereses que pagaba con el efectivo de los nuevos impositores. El descalabro vino cuando algunos empezaron a retirar los depósitos y ella desapareció con todo el dinero que pudo. Después vendrían los casos de Sofico, Gescartera, Fidecaya, Fórum Filatélico, Afinsa y el entramado financiero de Bernard Madoff, entre otros.
Los nuevos pícaros, que viven en las mejores urbanizaciones, se mueven por sedes bancarias administrativas o políticas y se apropian del dinero que es de todos, son parientes de aquellos pícaros del Siglo de Oro, solo que ahora con mil subterfugios logran salvarse de la justicia, y encima... nunca devuelven ni un maravedí de lo robado