LAS DOCE UVAS DE FIN DE AÑO EN LA PUERTA DEL SOL

La tradición de tomar las doce uvas al son de las campanadas de fin de año del reloj de la Puerta del Sol, se originó en las últimas décadas del siglo XIX. Al parecer, por aquellos años las familias de la aristocracia madrileña, influenciadas por sus homólogas francesas, tenían la costumbre de organizar encuentros privados con motivo del fin de año. En estos ágapes, con los manjares se servía champán y uvas, que sólo tenían como fin "acompañar" al vino espumoso. Y fue en 1882, cuando un bando del entonces alcalde, José Abascal y Carredano, criticando y amenazando con sanciones algunas actividades ruidosas y de algarabía durante las fechas navideñas, cabreó tanto a los madrileños que decidieron salir a la calle y, cogiendo como extremo contrario a su situación los ágapes sí permitidos de la aristocracia, optaron por comer uvas en la Puerta del Sol, coincidiendo con el 31 de diciembre. Y tuvo tanto éxito la protesta, que se convirtió en tradición y se extendió a toda España como las doce uvas de la suerte. Para poder comenzar con buen pie el año entrante no debe quedar ninguna uva sin comer tras la última campanada.
La retransmisión de las doce campanadas desde la Puerta del Sol comenzó en Televisión Española en 1962, anteriormente se seguía únicamente por radio. La anécdota más famosa la protagonizó la locutora Marisa Naranjo en el paso a 1990, cuando se equivocó con el lío ese de la bola que sube al decir que las campanadas eran los cuartos y que había que esperar, y tanto esperamos que cuando nos comunicó que comenzaba la primera campanada era ya la última y muchos españoles empezaron el año con las uvas en el plato