80     LO QUE DESAPARECIO
s una relación de instituciones, profesionales, industrias, establecimientos, edificios y lugares, parajes o rincones más emblemáticos desaparecidos.
Para una mejor ubicación en el entramado del plano de Criptana, damos previamente el nombre que tenían antes algunas de nuestras calles y plazas:
Pozo Hondo: Plaza del General Espartero / de los Caídos
Paloma: Corrales
General Pizarro: Luna / Travesía de Tiendas / Castelar
Plaza Mayor: de la Constitución / del Generalísimo Francisco Franco
La Plaza Mayor, entonces del Generalísimo Franco, por los años 60
Hermanas Peñaranda: Angora / Bardón / Mediodía
Castillo: Marqués de Mudela / Pi y Margall / José Antonio
Concepción: el trozo del Pozo Hondo a la calle Castillo era conocido como la Cerca de los Frailes
Reina (dividida en tres partes): Huertas, Pintado y Ángel del Paraíso
Virgen: Magnes / Bardón / Empedrada / Árbol del Paraíso
Fuente del Caño: Cruz Verde / Fuente / Gral. Primo de Rivera
Miguel de Cervantes: Torrecilla
Cristo: Villalgordo
Soledad: Hospital / Pastrana / Alfonso XIII
Santa Ana: Iglesia / Bernardo Gómez
Murcia: Tiendas / Alfonso XII / García Morato
Vista de Criptana por los años 20 del pasado siglo
Pozo de las Eras: Plazuela de las Infantas
Tercia: Hontanilla de la Tola / Conde de las Cabezuelas / Calvo Sotelo
Cardenal Monescillo: Herriega / Tardía
Fernández Calzuelas: Pósito
Antonio Espín: Puente
Agustín de la Fuente: Paseo de la Estación
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C/ de la Fuente del Caño y alrededores
Embocadura de la calle del Caño en una fotografía de la entonces Plaza del Generalísimo por los años 60
- Platería de González, en el número 2. Luego se trasladó a la calle de la Virgen.
Anuncio de 1929. Entonces la calle del Caño era calle de la Fuente
- Peluquería Antonio, en el número 4
- Fabrica de gaseosas, sifones y polos de fresa limón y menta de Agudo, en el 6. Y con puesto también dentro del Teatro Cervantes. Una especialidad eran los polos con leche, pero más caros.
- Cine de verano Imperio, en el número 8, a continuación de Agudo. Muy destartalado y que parecía más bien un corral. Dependía del Cine Rampie. El "gallinero", junto a la pantalla, eran simples bancos de madera.
Calle del Caño. A la derecha, la casa de Agudo, con la fábrica de polos, gaseosas y sifones, y a continuación la "porta" de entrada al Cine Imperio
Pantalla del Cine Imperio. Al fondo, la mole de la iglesia y el Casino de la Concordia
Otra fotografía de la pantalla del Cine Imperio tomada desde la Sierra
- Bar Pepe (a la entrada del Cine Imperio).
Bar Pepe. La propaganda hacía alusión a míticos bares de Madrid de los años 40
Principio de la calle del Caño después de su reforma
- Carnicería, salchichería y venta de tripas para embutidos de La Hormiga, frente a Agudo.
- Almacén de frutas de Bermejo, a continuación del Cine Imperio. La tienda estuvo en la calle de la Virgen, esquina a General Pizarro.
- Carpintería de Rafael Muñoz y Marceliano Sotos, a continuación, en la rinconera.
- Despacho de vinos de Jero, al desaparecer la carpintería.
Carpintería de Rafael Muñoz y Marceliano Sotos
- Parque Cine Ideal, en la calle Veracruz, en el 4. Muy fresquito y agradable. Dependía del Teatro Cervantes. En él se celebraban también bodas, desmontando las butacas.
La ermita de la Veracruz y a continuación el Parque Cine Ideal
Familia junto al Gran Parque Cine Ideal
- Panadería de Jesús Cobos, en la calle de la Veracruz, pero en el segundo tramo, pasada la calle del Cristo. Alquilaba el horno por las tardes para que fueran allí a cocer las familias la cochura de dulces para el gasto en Navidad, Feria, bodas... Luego se dedicó a hacerlos por su cuenta y tenía reparto por las calles.
- Hostal Veracruz, en el 11.
- Pescadería y frutería de Casero con sus hijos: Juan Antonio, Sebastían y Jesús (Los Gatos), en el 14. Continuó con un local más reducido Jesús.
- Espartería de Gerardo Escobar Molero, en el 16.
- Antigua zapatería de Francisco Iniesta Pinorra, con compostura, confección y venta de zapatos, en el 13, esquina a la calle Mayorazgo. Continuó con venta y adaptación de zapatos uno de los hijos hasta su jubilación.
Francisco Iniesta Pinorra
- Guarnicionería de Juan José Herencia, en el 15, en la otra esquina de Mayorazgo.
- Clínica de enfermería y servicio de practicante de Juan Manuel Sánchez-Calcerrada, Bisturí, en la calle Mayorazgo, 12.
- Antiguo aspecto de la Fuente del Moco, junto a las “escalerillas” de subida al Cerro de la Paz, hace unos años restaurada. Se puso al principio, en 1914, frente al edificio del Pósito, para aliviar de público la Fuente del Caño. Y por los años 60 se cambió a este nuevo enclave para en su lugar poner una pileta y fuente, ya desaparecida, con la estatua de don Bernardo Gómez, que fue director de la Filarmónica Beethoven. Ahora, el busto del músico preside el auditorio al aire libre de la plaza de Don Ramón Baillo.
Antiguo aspecto de la Fuente del Moco antes de su restauración
- Escalerillas de subida a la Sierra antes de instalarse la Fuente del Moco. Calle Bachiller Sansón Carrasco.
Escalerillas de subida a la Sierra antes de instalarse la Fuente del Moco
- Tienda de comestibles de Carmelo Manzaneque. Primero con su madre, Vicenta Lucas Muñoz “La Buchaca, frente a la plazoleta al inicio de la calle del Cristo. Luego con su mujer Rufina al principio de la calle Alto. Y, por último, en la calle del Caño, poco más arriba de la Fuente del Moco.
Tienda de comestibles de Carmelo Manzaneque
- Tienda de comestibles de Manuela La Rana. En la calle Alto 1.
- Saborea Criptana de Josan de la Guía. Tienda on-line de productos típicos del pueblo. En la calle Rocinante 13.
La parte alta de la calle del Caño en otros tiempos
- Asilo de Ancianos, junto a la Fuente del Caño. Antes estuvo en el solar del Teatro Cervantes y actualmente es una residencia de ancianos privada a la salida del pueblo, en la carretera de Alcázar.
- Antiguo aspecto de la Fuente del Caño.
Asilo antiguo de Criptana
La Fuente del Caño en épocas pasadas
- Fragua de Dionisio Lilla, en la calle del Norte
C/ de Santa Ana y alrededores
- Antigua iglesia, edificada a lo largo del siglo XVI e incendiada en 1936.
Detalle de la zona de la Plaza de la Constitución y de la antigua Iglesia Parroquial desaparecida en 1936, en el plano de Criptana realizado por Enrique Alarcón y Lopez-Casero en 1922. Archivo Histórico Municipal de Campo de Criptana
Iglesia desaparecida en 1936. Fachada en el inicio de la calle de Santa Ana
- Tienda de tejidos, confecciones y muebles de Iluminado García (antes de establecerse en la calle de la Virgen), frente a la Iglesia, esquina a la calle del Caño.
- Hogar de la Falange, en la hoy Casa de Cultura. Tenían bar y sacaban terraza en el verano en la plazoleta de Don Ramón Baillo, junto a la Iglesia.
- Antigua Casa de Cultura. Primer edificio que tuvo, antes del actual, en el solar del antiguo Hogar de la Falange.
Antigua Casa de Cultura
- Casa de los Salazar, en la calle de Santa Ana, frente a la iglesia, por donde ahora se encuentra la Casa de Cultura, en cuya fachada se ha colocado el escudo como lo estuvo en la antigua. Muchos lo recordamos también en el muro lateral de la terraza del Casino de la Concordia. Estaban emparentados con los marqueses de Corvera que a su vez lo estaban con los Castilla-Portugal y los Baíllo, y tenían posesiones en Criptana. Durante el tiempo de Cuaresma la imagen de la Virgen de Criptana es vestida con un manto morado donado a finales del siglo XIX por don Gregorio Salazar y Chico de Guzmán y doña Criptana de Bustos y Castilla.
Semana Santa 1947. Escudo de los Salazar en el muro de la terraza del Casino de la Concordia. La casa ya estaba derribada
- Pileta y fuente, con una bola del mundo en el centro, en la plazoleta.
Fuente de la plazoleta de don Ramón Baíllo. Al fondo se ve el Casino de la Concordia y la entrada a la Fonda Pintor
- Casino de la Concordia (cuando se fundó era Círculo de Bellas Artes y tras la Guerra Civil pasó a ser Hogar del Productor), frente a la plazoleta de la trasera de la Iglesia. Tenía delante una terraza con barandilla y escaleras de subida de piedra. Los bailes que organizaba en el Carnaval tenían fama en toda la provincia. Antes estuvo en la calle del Convento, frente a la travesía, en la antigua casa de la funeraria.
- Fonda Pintor, en el lateral izquierdo del Casino de La Concordia. Antes estuvo en la calle Castillo en un antiguo caserón propiedad de los Henríquez de Luna que ocupaba tres o cuatro casas actuales y daba de sí para muchas cosas. Entre otras, alojó antes la posada en donde se alojó Azorín cuando aquí vino en 1905 para escribir uno de los capítulos de La ruta del Quijote.
- Caseta de despacho de agua, frente a la plazoleta. Había otras en El Calvario y en el ensanche del principio de la calle del Cristo. El agua nos venía del sobrante de Alcázar, del pozo de las Perdigueras, pero llegaba a las casas con muy poca fuerza y de higos a peras.
En esta otra fotografía se ve el Casino de la Concordia (Hogar del Productor), La Fonda Pintor, la plazoleta y la caseta de agua
- Posada de Antonio Boluda, en el solar de la plazoleta de Don Ramón Baillo. Derribada en 1912.
- Hotel Santa Ana, de los Felipones, en el 5
Recuerdo un día en la cafetería (aún permanece), que una pareja joven de japoneses pidió una botella de vino, y les sirvieron también un sifón como era la costumbre. Y ante las miradas atónitas de ambos, preguntándose cómo se manejaba tal artefacto, el camarero les indico con ademanes que debían apretar con fuerza el manubrio mientras canturreaba aquello de "sifón, sinfoneado, que le aprietas y hace fu". El muchacho siguió al pie de la letra el consejo, echó vino en los dos vasos y aplicó el sifón, que estaba lleno y con todo el gas. Y, claro, tanta fue la fuerza de salida y tan tremendo el susto, que todo saltó por los aires, las bebidas se derramaron y ellos y las sillas acabaron por el suelo. Por supuesto, con las risotadas inmisericordes de los presentes.
- Discoteca Play Back, en el mismo edificio anterior.
- Caja Castilla La Mancha, en este mismo edificio.
- Manuel Muñoz-Quirós. zapatero, en el n.º 7. Antes lo fue su suegro Enrique Ramos.
- Oficina del Registro Civil, en la acera de la derecha, tras la plazoleta.
- Bar Ruta del Quijote, a continuación de la oficina del Registro.
- Casa de los Peñaranda, enorme caserón en la calle de Santa Ana, esquina a la de Santa Teresa. Había pertenecido a don Juan Herrera Quintanilla, que fue nombrado notario de la Inquisición en 1675. Es muy posible que a finales del siglo XVIII o primeros del XIX fuera comprada por don Francisco Gregorio Peñaranda, casado con doña Ruperta Fernández-Román, abuelos del general don Ignacio Peñaranda Baillo, y que éste la recibiera en herencia de sus padres, don Ignacio Peñaranda y doña Micaela Baillo.
El general don Ignacio Peñaranda Baillo estuvo casado con doña Carmen Lima Campos, y fueron padres de nueve hijos, dos varones: Ignacio, también militar, y Francisco, que fue administrador del marqués de Corbera, ministro de Fomento. Y siete hembras: Carmela, Micaela, Victorina y Luisa (las conocidas como hermanas Peñaranda, que siguieron viviendo en esta casa y tan gran labor caritativa realizaron en Criptana), y también Leandra, que profesó como monja Reparadora, Dolores y Antonia.
Este antiguo caserón solariego, cedido por las Hermanas Peñaranda a la Parroquia, nunca debió ser derribado en 1980. Sirvió para construir un anodino bloque de pisos, destinándose algunas viviendas para los sacerdotes. Con el dinero obtenido se acondicionó al principio de los años 80 la Casa del Cura, en la Plaza Mayor, como Centro Parroquial Hermanas Peñaranda, ahora totalmente renovado en 2015.
Patio de la casa de los Peñaranda en 1908
Doña Carmen Lima Campos, viuda del general don Ignacio Peñaranda Baillo (fallecido en 1896) rodeada de varios de sus hijos: Victorina, Leandra, Francisco, Luisa, Carmela, Ignacio y Micaela. En primer término, a la izquierda, Marcelino Barroso, marido de Dolores, otra de la hijas, que no aparece en la fotografía. Y tampoco está la hija más pequeña, Antonia
- Botica de don Bernardo Gómez, también ilustre director de la Filarmónica Beethoven y con busto en bronce en la plazoleta de la Iglesia, en la otra esquina a la calle de Santa Teresa, en una gran casa que se conocía, claro, por las de los Gómez. El mancebo de la botica fue durante muchos años Andrés Quintanar.
- Fontanería de Francisco Cuadra, en la acera de la derecha, llegando a la calle del Gral. Pizarro.
Primer tramo de la calle de Santa Ana hace unos años
Antiguamente, esta calle, hasta la esquina con la del General Pizarro, estaba rotulada con el nombre de Iglesia, y el resto con el de Santa Ana. Todo se unificó en 1890 prevaleciendo el nombre de Santa Ana. E incluso hubo algún tiempo en el que fue oficialmente nombrada calle de Don Bernardo Gómez. Muchas cosas han desaparecido en esta segunda parte de la calle. Entre otras, y con mucho cambio de numeración por derribo y unión de solares, sobre todo en la acera de la izquierda:
- Fonda de Aguedillo (en tiempos muy lejanos), frente a la calle del General Pizarro.
- Paquetería y mercería de Higinio Torrente, en este mismo solar de la fonda de Aguedillo, frente a General Pizarro. Especialista en camisería, calcetines, tirantes y ligas para caballeros, corsés y medias de seda, alpargatería, ferretería y multitud de cosas más.
Paquetería mercería de Higinio Torrente. En la calle, su hijo Pedro Torrente
- Horno de la pastelería Niño de la calle Castillo (antes de tenerlo en la calle de la Reina), en este mismo edificio, frente a Gral. Pizarro.
- Tienda de tejidos y confecciones de Florentino Muñoz, "Floren", en el mismo edificio antes comentado, sede actual del Banco BBVA, rotulado anteriormente con el número 25 y actualmente con el 17.
- Tienda IGMA de ropa de Ignacio Manzaneque, El Rosco. Calle de Santa Ana, esquina a la del General Pizarro.
- Clínica veterinaria de don Feliciano León, en la acera de enfrente, en el 22, con el banco de herrería por la calle Murcia.
Aún se conservan en el montante de la puerta del nº 22 de la C/ de Santa Ana las iniciales del veterinario don Feliciano León
- Antes, en el mismo número 22 (o quizá cambió la numeración y fue en la casa anterior) tuvo su sastrería Manuel Díaz Galiano. Confecciona toda clase de trajes para caballero y niños, disponiendo de un gran surtido en paños de todas clases.
- Estanco de los Díaz-Hellín Cebolleta, en el 24, con venta también de licores a granel y de sogas. Permanece el despacho de Loterías.
- Tiendecilla de chucherías y variantes diversas de Chufitas. Especialista en horquillas para tirachinas y petardos, por donde está el despacho de Loterías de los Cebolleta.
- Eugenio Violero. Recadista. Junto al anterior.
- Tienda de Prisillas. Poco más arriba de Cebolleta. Vendía de todo, arreglaba sillas y en la temporada ponía una espuerta de melones en la puerta.
Segundo tramo de la calle de Santa Ana antes de su reforma
- Alpargatería de La Galiana, a continuación.
- Taller de bicicletas y motos de Julián Arteaga, en el 44.
- Pescadería y frutería de Sebastían Casero (uno de Los Gatos), en el 48. Existe un local más pequeño de un hijo de aquel, también Sebastián.
- Santiago Sánchez, pintor decorador y paisajista, en el 48. Por los años 20 del pasado siglo.
Santiago Sánchez, pintor decorador y paisajista
- Carnicería de León Ortiz, más allá de la pescadería.
- Horno del Caballista. Hacía también las mejores tortas del mundo mundial. En el último tramo de la calle siguiendo la senda de la acera de la derecha.
- “Labor” de Las Toribias, donde se enseñaba a las niñas a leer, escribir, a bordar y a rezar. Continuando en la acera de la derecha.
- Peluquería de José Mota Manzaneque, al final de la calle, cerca de La Buena Estrella.
Peluquería de José Mota
- La Buena Estrella, lamentablemente desaparecida en 2020, en la esquina con la calle de las Hermanas Peñaranda. Es mi pequeño homenaje a esta tienda centenaria (la más antigua del pueblo), fundada por José Ramón Castillejos a principios del siglo XX en el solar de la farmacia de la Plaza, esquina a la calle del Cardenal Monescillo. Años más tarde se cambiaron a esta casa. José González Castillejos (Pepe el de la Buena Estrella) y su hija Gema, tercera y cuarta generación, han sido los últimos en regentarla. La tienda se conservaba apenas sin cambios, como si fuera un museo para nostálgicos, y en ella se podían encontrar artículos de lo más variopinto, desde huevos, patatas, titos fritos y otros comestibles a artículos de droguería o ferretería. Muchos no se encontraban en ninguna otra parte, como los famosos hules con el mapa de España.
La Buena Estrella
Pepe González Castillejos y su hija Gema
Calle de Santa Ana tras la reforma
- Viuda de José Vicente Olmedo. Comestibles. En el número 25, que correspondería al actual 17 o 19 de la acera de la izquierda, que continuaremos hasta el final.
- Relojería Díaz Ropero, en el 23 actual.
- Comestibles Serrano, en el 31, más allá de la casa de los Millán.
Comestibles Serrano. Aquí vemos tras el mostrador al padre de la saga, Faustino, durante muchos años dependiente en la tienda de ultramarinos y coloniales de Valeriano Perucho (en la calle Castillo), ya jubilado y posiblemente ayudando a los hijos José Maria y Segundo. Foto cedida por la nieta Marcedes Serrano
- Alpargatería y zapatería de José Maria Manjavacas, Las Guapas, en el 33, en casa desaparecida.
- Ramón Sánchez Quintanar. Almacén de maderas, materiales de construcción y saneamiento, en el 33 actual. Ahora en la carretera a Pedro Muñoz.
La calle de Santa Ana fue denominada en tiempos pasados de Don Bernardo Gómez
- Electro Santa Ana, en el 33.
- Taller de costura de Pepe El Comadrón, también en el 33.
- Doña Aurelia, la comadrona, que tantos hijos trajo al mundo cuando las mujeres parían en sus casas, en el 35, en casa desaparecida.
- Bar El Rincón de Pepe, también en el 35. Varias veces cerrado y reabierto de nuevo…
- Librería papelería de Concha Arias, en el 37.
- Tienda de Rametes, esquina con la plaza de Santa Ana. Luego se marchó del pueblo enrolado en una trouppe de circo, de músico.
- Despacho de vinos de la Cooperativa Virgen de Criptana, donde la tienda de Rametes.
En esta fotografía antigua de Semana Santa por la calle de Santa Ana, se ve la tienda de Rametes
Despacho de vinos de la Cooperativa Virgen de Criptana
- Tienda de comestibles de José Vicente Carrasco, en la plaza de Santa Ana, en el esquinazo entre las calles de Portugal y de la Rinconada. Tenía de todo.
- Anuncio en azulejos de Abonos Nitrato de Chile, en la fachada de la tienda de Carrasco.
Plaza de Santa Ana con la tienda de comestibles de Carrasco, los azulejos del Nitrato de Chile y el cartel en hierro del despacho de vinos de la Cooperativa Virgen de Criptana
- Vinos Claudio, en la Rinconada de Santa Ana 1.
- Antigua cruz de hierro en la plaza de Santa Ana. Antes era toda de hierro y sirvió para delimitar los lugares de residencia de la población cristiana vieja de las de origen musulmán. Por encima empezaba el barrio del "Rodaero", una parte del Albaicín criptano.
- Las gallinas de Mongeles. Como no había tráfico y reinaba la tranquilidad, al menor descuido salían a pasear, cosa que ocurría muy a menudo.
La antigua cruz de hierro de Santa Ana y las gallinas de Mongeles
- Tiendecilla de la Santa Negra, pasada la ermita. También ponía un puesto de chucherías en la Plaza Mayor, junto al antiguo Bar Bejarano.
- Carbonería de Albacete, junto a la Santa Negra.
- Puesto de chucherías de la Dacia, a continuación, en la puerta de su casa. Pero su sitio principal estaba en la Plaza Mayor, en la esquina de la hoy Casa Parroquial.
Puesto de chucherías de la Dacia
- Por allí también estuvieron los de las Patatas Hermanos Pintor, después de hacerlo antes en las calles de la Concepción y del Cristo. Ahora en Antonio Maura 10.
- Peluquería de Aurio, frente a la de Mota en la otra acera.
Ángel Pedroche Aurio
- Cordelería de los hermanos Nicéforo y Manuel de Ceja, hacia el final de la calle.
- Guarnicionería de José María el de Ceja, hermano de los anteriores, junto a ellos y antes en la esquina de la calle de la Virgen con la del General Pizarro.
Último tramo de la calle de Santa Ana en 1975
Calle de las Hermanas Peñaranda en otra época
- Coloniales Alarcos, en la calle de las Hermanas Peñaranda esquina a la del Calvario. "Quienes hacen sus compras en este almacén ahorran dinero", anunciaba en su propaganda.
- Carpintería de Paco Torres, en la calle del Rodaero 1.
- Tienda de comestibles de Abundio Escudero, en la calle de la Guindalera.
- Fábrica de gaseosas y sifones de Ursicino, en la calle de la Pasión.
Paco Torres en la carpintería con la familia. A la derecha, Paco Torres (hijo) aún muy joven entonces
- Bodega de Ramón Beamud, en la calle de la Pasión.
Bodega de Ramón Beamud
C/ del General Pizarro
Calle del General Pizarro
- Consultorio médico de Don Julián Esteso, en el 3.
- Clínica de enfermería y servicio de practicante de Julián Esteso (Julianete), hijo del anterior, en la misma casa.
- Almacén de tejidos de Domingo Esteso, padre y abuelo de los anteriores, donde la farmacia, con vuelta a la calle Murcia. Se anunciaba como la "casa que más barato vende", y ofrecía, entre otras cosas, "colchas de seda importadas de la China, camas de hierro y todo tipo de muebles".
El anuncio es de 1929 y la calle era entonces de Castelar
- Estafeta de Correos y Telégrafos, frente a la casa de don Julián Esteso.
- Servicio de transporte postal y de viajeros de Marcelo. Acarreaba las sacas de correspondencia entre la estación de ferrocarril y la estafeta, y aprovechaba para subir o bajar también viajeros en su viejo coche, tipo diligencia, tirado por un caballo de nombre Juanito. Era una estampa que resultaba incluso anacrónica en aquellos tiempos.
Viejo coche de Marcelo que hacía portes de sacas de correos y de viajeros
- Farmacia de don Félix Puebla, esquina a la calle Murcia, donde la actual de María Ángeles García Puebla y antes de don Evelio García Reillo.
- Cordelería de Emeterio el de Ceja, junto a la farmacia, negocio que luego amplió a la venta de huevos y alpargatas. Con él trabajaban sus yernos Pepe y Faustiniano Hidalgo, que luego se trasladaron a la calle de la Virgen, frente a la calle Castillo y siguieron ampliando el negocio como recadistas.
- Droguería y perfumería Mil-Ros, junto a la farmacia.
- Peluquería de Ortas y de Ángel Pedroche Aurio, frente a la farmacia. Ortas había estado antes en la calle de la Virgen y en la calle Santa Ana.
- Despacho de tocinos y jamones de Diómedes Ortiz (desapareció hace muchos años), luego hacia el final de la calle de Santa Ana, que continuó su hijo León como carnicería en general.
- Almacén de bebidas de Juan José Fernández (desapareció igualmente en tiempos bastante lejanos).
- Tienda de comestibles y frutería de Lucas y antes de su suegro Toribio, a continuación de la farmacia. También periódicos y taxi.
- Lola, la alpargatera, junto a la casa de los Granero. Su marido hacía y ponía persianas.
- Papelería y periódicos de los Arias (primero la Concha y luego Santiago El Sordete y su mujer Vicenta), junto a la alpargatería y esquina a la calle de la Virgen.
Decenas de tebeos colgaban en una cuerda a lo alto del mostrador, prendidos con pinzas de tender la ropa. Los había de risa como el TBO, que dio nombre a todos los demás, con historietas tan conocidos como las de los inventos del profesor Franz de Copenhague o la familia Ulises, el Tío Vivo, DDT, Mortadelo y Filemón, Pulgarcito, Pumby, Jaimito...
Y de aventuras: El guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, El Cachorro, El Jabato, El Corsario de Hierro, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas, Mendoza Colt…
Y para las chicas: Florita, Mis Chicas, Azucena, Mariló, Sissí, Lily, Mary Noticias, Susana e infinidad de cuentos de hadas y encantamientos.
Aquí estuvo la librería y puesto de periódicos y tebeos de Arias, en la calle del General Pizarro esquina con la de la Virgen
- La Cervecería Jacinto, en la otra esquina de la calle del General Pizarro con la de la Virgen. El dueño era Jacinto Alberca (Legaña), que luego se cambió a la Plaza y con sus 6 hijos (tres chicos y tres chicas) pusieron en la esquina de la calle de la Soledad, frente al Teatro, el Bar Los Hermanos, que después de unos años cambiaron de nombre y pasó a ser Café Bar Los Molinos.
Cervecería Jacinto, de Jacinto Alberca (Legaña). La fotografía es de los años 30, y junto al bar se ve la puerta de la cordelería de Emeterio el de Ceja
C/ Murcia
- Posada de Antonio Boluda, en el solar de la plazoleta de Don Ramón Baillo. Derribada en 1912.
- Tienda de tejidos de Vda. de Santiago Ortiz y hermano, por esa zona en tiempos lejanos, cuando el primer tramo de la calle era muy comercial y se llamaba "de las Tiendas".
Aquí estuvo, pared con pared con la iglesia Parroquial (no ésta; la incediada en 1936) la posada de Antonio Boluda. Se derribó en 1912 para ensanchar la zona y formar la plazoleta
La plazoleta de Don Ramón Baillo en 1929. Se ve la antigua iglesia a la izquierda y, al fondo, el Casino de la Concordia
- Consultorio médico y clínica dental del doctor Valiño, en el 5, en la que fue casa de la familia de mi mujer, los Ossorio Badía. Y antes lo fue de Ramón Chico de Guzmán, escritor y político que fue nombrado Conde de la Real Piedad por Isabel II. En 1872 salió elegido Diputado a Cortes por el distrito electoral de Alcázar de San Juan y de nuevo volvió a serlo en 1876.
Casa donde tuvo la consulta el pediatra y dentista doctor Valiño. Antes fue la casa familiar de mi mujer, los Ossorio Badía
- Daniel Escribano. Recadista. En el 9.
- Despacho de leche de los Escribano, con la madre Felisa en el mostrador.
La calle llevó el nombre del aviador del ejercito sublevado en la Dictadura. La numeración es también distinta de la actual
- Zapatería de Miguel Campos, especialista en suelas de goma, en el 11, donde luego estuvo la bisutería El Capricho.
- Relojería de Antonio Anento, que fue en tiempos administrador del Teatro Cervantes, también en el 11.
- Tienda de frutos secos de Santillos, especialista en almendras tostadas, igualmente en el 11.
- "Alcahuetería" de los Arias de Alcázar, junto al antiguo Capricho.
- Bisutería El Capricho, también desaparecida, en el número 11, con toda la familia Cuesta implicada en la venta de bisutería, baratijas, juguetes y muchas cosas más…, unos en la tienda, otros con un puesto por las ferias. Y todos conocidos por un mote familiar, El Bisutero (a).
Primer tramo de la calle Murcia
Bisutería El Capricho
- Almacén de frutas de Bermejo, casi esquina a la calle del Gral. Pizarro, acera de los pares.
- Almacén de tejidos y muebles de Domingo Esteso, en la esquina con la calle General Pizarro, donde la farmacia.
Inicio del segundo tramo de la calle Murcia
- Herradero del veterinario don Feliciano León, en el 23. Era la trasera de la vivienda con puerta principal en el 22 de la calle de Santa Ana.
- Taller de ebanistería de Ángel Herencia (luego en la calle de Isaac Peral, junto a la entonces bodega de Simpliciano), en el 25.
- Zapatería de Valeriano Alarcón (con la madre, Manuela, muchos años al frente) en el 27.
- Trinidad Briega, en el 16 (posteriormente en otros domicilios), comisionista y representante de diversos negocios y agente de seguros. Antes tuvo peluquería en la Plaza, en la calle de la Virgen y en la del Castillo (que traspasó luego a Los Pelos).
- Taller de costura de mi tía abuela Dolores Quintanar, en el 16.
Especialista en dar la vuelta a los abrigos y pellizas, además de otras cosas que serían impensables hoy en día, como sacar de unos pantalones viejos del padre uno para el hijo. Hacía todo sin medir, sólo había que llevarle una prenda de muestra.
Evocación a mi tía abuela Dolores Quintanar
- Mesón de Jesús Ortiz (en tiempos muy lejanos).
- Mesón de Manuel Esteban (Igualmente, hace muchos años).
- Fragua de Canalejas, en el 34. Los hijos siguieron en el negocio, luego en el 47. Ahora es un nieto el que continúa la tradición familiar en el 50.
- Carretería de Machotas, al lado de Canalejas.
- Carpintería de León y luego de su oficial Juan José Leal El Carpinterete, al lado de Canalejas.
Segundo tramo de la calle Murcia
Juan José Leal El Carpinterete
C/ de la Soledad
- Antiguo Teatro Cervantes, en el solar del actual.
- Hospital Asilo de San Bartolomé, frente a la iglesia, en el solar del Teatro Cervantes. Cuando éste (el antiguo) se construyó en 1907, el asiló pasó a otro edificio junto a la Fuente del Caño, y allí permaneció, regentado desde 1910 por una comunidad de religiosas de la Congregación de Ancianos Desamparados, hasta su traslado a la salida del pueblo, en la carretera de Alcázar. Hoy es una residencia de ancianos privada.
- Posada de Olmo, luego de Manuel Vaquero, esquina con la Plaza hace muchísimos años.
- Café Bar Los Molinos, más conocido como bar de los Legaña, en esa esquina con la Plaza.
Una procesión de Semana Santa pasa ante el antiguo Teatro Cervantes. A la izquierda, la puerta del Bar Los Molinos
Otra imagen del antiguo Teatro Cervantes
Recreación idealizada del antiguo Teatro Cervantes, empleando diversas técnicas y acabado final con photoshop. Las fuentes empleadas son varias, además de recurrir a mucha imaginación.
- Alpargatería y cordelería de Isidro Torres Moreno, frente al Teatro Cervantes.
- Clínica dentista de don Fernando Cilia y don Ricardo Lozano, frente al Teatro Cervantes.
Los dos anuncios son de los años 20 del pasado siglo. La C/ de la Soledad recibió el nombre de Alfonso XIII entre 1927 y 1931
- Tiendecilla de chucherías y de todo lo que pidieras La Candidita, con Isabel La Pradilla (la mujer del Agustín Pradillo, claro), frente al Teatro Cervantes. La hija era La Candi. También tenían Lotería y Quinielas. Y, entre otras cosas, recogían encargos para el “Disco dedicado” de Radio Socuéllamos.
- Cachetes, el zapatero, a continuación.
Bar Los Molinos en la C/ de la Soledad. Se ven algunos Legaña, camareros, clientes o amigos. Y, más adelante, Pradillo...
- "Portá" de la Posada de Ramón Rodrigo y de mi tía abuela Santiaga Quintanar, que tenía la puerta principal por la calle del Cardenal Monescillo. Junto a esta entrada de carros y caballería, no era raro encontrar a mi tío abuelo Paco a cualquier hora.
- Clínica dentista de don Horacio del Barco, en una casa con varios vecinos que ocupaba el solar de la actual guardería, más allá del Teatro.
- Fotografía Muñoz, en el 6. Local luego regentado por los hermanos Esteban y Primitivo Molina.
- Zapatería de Antonio Muñoz Escribano, especialista en "zapatos de lujo".
- Comercio en general de Santiago Olivares, que incluía hasta la venta de azafrán, en el 12.
El anuncio es de 1929 y la numeración, muy cambiada por unión de solares, correspondería hoy al nº 8
- Casa de los Figueroa, en la calle de la Soledad, de la que se conserva sólo la portada en piedra arenisca roja y el escudo sobre un nuevo edificio en el número 8. Se establecieron en Criptana en el siglo XIX. Aquí vivieron también los De Torres.
- Casa de los Ayala, contigua a la anterior. Sólo se conserva el escudo. Aquí se establecieron en el siglo XVIII.
Casa de los Figueroa
Procesion de llevada del Cristo de Villajos antes de la Guerra Civil en la puerta de los Figueroa. Acompañan a la imagen los trinitarios de Alcázar, supongo que por la veneración que en el pueblo vecino se tenía a nuestro Santo Patrón
- Tienda de Aurelio, en el 10/12. Gran bazar de tejidos, confecciones, moda, vestidos novias, trajes novios, complementos, muebles, lámparas, cuadros, ropa de cama y mesa, cortinas, toallas, ajuar, mercería, lencería, menaje, perfumería y droguería, artículos para regalo, papelería y material de escritorio…, y hasta coches y maquinarias en sus primeros tiempos. Míticos eran sus escaparates con exposición de juguetes para Reyes. Desapareció a principios de 2016 después de 100 años de vida y de tres generaciones al frente del negocio.
Otra procesión de llevada del Cristo anterior a la Guerra Civil. A la izquierda se ve la magnífica casa y tienda de Aurelio López. Y delante las casas de los Ayala y de los Figueroa
Antiguo anuncio de la tienda de Aurelio López
Tienda de Aurelio López
- Portada y retablo de la ermita de la Madre de Dios.
Ermita Madre de Dios. Desapareció la portada del s. XVIII por su estrechez para la salida y entrada de pasos de Semana Santa
Ermita de la Madre de Dios. Desapareció el retablo mayor en 1936
- Consultorio médico de don Salvador Martínez, más allá de la ermita. Hacía las visitas domiciliarias en tartana.
- Escuelas de La Mapa, de niños, de la que apenas hay documentación, en una casa de muy buena traza en la esquina con la calle de Doña Ana.
- Sede de la Organización Sindical (el sindicato franquista), nombrada por todos como la Casa Sindical, en el edificio anterior, cuando desaparecieron las escuelas de La Mapa. También sede de la Notaría y de otros organismos oficiales.
- Salón de Bodas Almo (también discoteca: Sala Disc Almo) de los hermanos Moreno (Los Pelos), en el número 35.
- Cuadras del muletero Juan Francisco Martínez Montoro, uno de "Los Parrillanos", al final de la calle de la Soledad. El otro hermano, Ángel, casi al principio de la avenida de Agustín de la Fuente, con vuelta por Antonio Espin.
Calle de la Soledad en tiempos actuales
Salón de Bodas y Discoteca Almo
- Caseta de despacho de agua, en el ensanche del principio de la calle del Cristo, por donde el monumento a la Semana Santa. Había otras en la plazoleta de don Ramón Baillo y en El Calvario.
Plazoleta al principio de la calle del Cristo. A la izquierda, una niña y un hombre van a la caseta del agua. Y a la derecha, tapada por la galera, la tienda de La Buchaca
- Comestibles de Vicenta Lucas Muñoz La Buchaca, frente a la plazoleta del principio de la calle del Cristo.
Comestibles La Buchaca
Plaza Mayor
- Quiosco de José Ortas, con su mujer, Maruja, que vendían lotería de los ciegos y tabaco, junto a la iglesia.
- Antigua iglesia, edificada a lo largo del siglo XVI e incendiada en 1936.
- Capilla de San Antonio, adosada a la antigua iglesia por la derecha de la puerta a la Plaza. Erigida en 1644.
Dibujo de la antigua iglesia parroquial desaparecida en 1936
Capilla de San Antonio, adosada a la antigua iglesia parroquial y también desaparecida en 1936
- Antiguo mercado que se instalaba en la Plaza.
Antiguo mercado en la Plaza
En tiempos antiguos, alrededor de la iglesia, por toda la Plaza e incluso también por el Pósito y por la calle Fernández Calzuelas de bajada al Pozo Hondo, se instalaba a diario un mercado con más puestos los sábados y domingos. De Criptana y también de Miguel Esteban y de Herencia, en tenderetes o directamente en el suelo sobre esteras o cajones, los hortelanos exponían sus productos. Era como el mercadillo actual, y se empleaban para el transporte carros tirados por mulas o burros con aguarones, pues… ¡no existían las furgonetas! De la costumbre de ir a ese antiguo mercado, quedó la expresión en nuestro pueblo de "hacer la plaza" para referirse a ir de compras.
Las tiendas de fruta y pescado que tenían local abierto por el pueblo también acudían allí los domingos, exponiendo sus productos para la venta en mesas que alquilaba el Ayuntamiento.
Todo esto se mantuvo hasta los primeros años de la década de los 50, cuando en la calle de Pío XII, en los corrales de la casa de doña Remedios Baillo (la "casa hundía"), se construyó un Mercado Municipal de Abastos, con una segunda entrada por la calle del Convento, aunque durante unos años más se permitió instalar tenderetes por los alrededores.
- Rincón del Teatro en años anteriores a la guerra Civil. Según una fotografía del alemán Otto Wunderlich, realizada en una fecha indeterminada entre 1930 y 1936, se ven tres locales al fondo: el primero, cerrado con una cortina en la que hay letras muy borrosas que se leen al revés; el segundo es el Bar del Angelillo, que así reza el cartel, y en el tercero sólo es visible el inicio del cartel: "BU". Este espacio era conocido antes como el “Rincón de Bulnes”, por pertenecer toda la casa a esta familia. Era de grandes dimensiones e incluso daba de sí para tener un huerto en el interior. Puestos a imaginar, el cartel incompleto podría ser el inicio del nombre Bulnes, tal vez dedicado a la venta de productos hortícolas. Toda la casa pasó a otro propietario al principio de los años 30 del pasado siglo.
Fotografía de Otto Wunderlich en 1930/36. Rincon del Teatro con el antiguo mercado y tres paisanas haciendo la compra
Recreación idealizada del "Rincon de Bulnes", empleando diversas técnicas y acabado final con photoshop. Las fuentes empleadas son varias, además de recurrir a mucha imaginación. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Quiosco de la Música, en el centro de la Plaza.
Antiguo Quiosco de la Música
Otra fotografía del Quiosco con los músicos
Paisanos en la Plaza, con la más pura vestimenta manchega y de Criptana, en 1952. Al fondo, la iglesia, aún en obras
Recreación idealizada del entorno del teatro Cervantes en los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
Recreación idealizada del "Rincón del Teatro" en los años 60
- Mercería La Esmeralda, esquina a la calle del Caño. Antes estuvo la tienda de Manolo Villajos y la casa perteneció a esa familia.
- Paco El Carnicero, a continuación de la mercería, en la rinconada del Teatro, luego trasladada a la calle de la Tercia.
- EL Ocaso, siguiendo a la carnicería.
- Estudio fotográfico de la PBL, que eran de Alcázar, completando la rinconada junto al Teatro Cervantes. Luego cambió a DUMNY, de Isidro de las Heras, que ejerció de manchego aunque no lo fuera, y posteriormente de Ángel Manzanares, Malmira.
Domingo de Ramos de 1957. Se ve el algo de Dumny, El Ocaso, Paco El Carnicero y el escaparate de La Esmeralda
Semana Santa de 1946. Al fondo, el rincon de la PBL con el muro lateral del antiguo Teatro Cervantes
- Antiguo Teatro Cervantes, en el solar del actual. Fue construido en 1907 y el nuevo inaugurado en 1983.
Estrado frente a la Iglesia para inaugurar la torre en 1962. Al fondo, la calle de la Soledad y el antiguo Teatro Cervantes
- Puesto de "helaetes" caseros de José María Piejo. Podían ser de cucurucho o de medida, ajustados estos últimos con unas máquinas especiales entre dos galletas. Se ponía generalmente con su carrito verde a la altura del Teatro. ¡"Mantecado heladoooo"!
- Puesto de chucherías de Josefa, la madre de los Alcolado, junto a la puerta del Teatro Cervantes. Ellos, en los descansos, recorrían los pasillos con un cajoncito colgado al cuello pregonando la mercancía.
José María Piejo
Los dos hermanos mayores Alcolado en el puesto de pipas de su madre
- Hospital Asilo de San Bartolomé, frente a la iglesia, en el solar del Teatro Cervantes. Cuando éste (el antiguo) se construyó en 1907, el asiló pasó a otro edificio junto a la fuente del Caño, y allí permaneció, regentado desde 1910 por una comunidad de religiosas de la Congregación de Ancianos Desamparados, hasta su traslado actual a la salida del pueblo, en la carretera de Alcázar. Hoy es una residencia de ancianos privada.
- Frente oeste por los años 50.
Desde la calle de la Soledad, frente al Teatro Cervantes, bajando hasta el Pósito, hay mucho que contar:
En un recorrido rápido podemos ver el Bar Los Molinos y, en el mismo edificio, la entrada al Bar Eugenio. El aspecto es el que tenían por los años 50, bastante distinto del actual.
Sigue una casa mas modesta y antigua, con el Bar Bejarano y la carnicería de Ignacio Muñoz.
El siguiente edificio, un enorme caserón con cuatro alturas, ya para entonces muy deteriorado, propiedad de Patricio Cruz, era conocido como el de “los soportales” por tener un voladizo que daba sombra o protegía de la lluvia. Muchos fueron los comercios o negocios que en sitio tan estratégico allí se instalaron a lo largo de los años. En su solar luego se levantó el Sancho Hotel, el primer hotel que hubo en Criptana, con amplio bar-cafetería.
A continuación la magnífica casa de Enrique Alarcón Sánchez-Manjavacas.
En la esquina con la calle del Cardenal Monescillo, la pequeña casa (ahora ya renovada) de la farmacia entonces de Evaristo Quirós.
Y en la otra esquina, en el ámbito del Pósito, otra enorme casa con muchos locales a la largo de los años.
Recreación idealizada del frente oeste de la Plaza por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Café Bar Los Molinos. Jacinto Alberca (Legaña) y su mujer Carmen Olmedo tenían un bar, la Cervecería Jacinto, en la calle del General Pizarro esquina a la de la Virgen, que luego con sus seis hijos (Juan Antonio, Jacinto, Manolo, Carmen, Alfonsa y Pili) cambiaron a la Plaza con el nombre de Bar Los Hermanos. Estaba en la esquina de la calle de la Soledad frente al Teatro, en el viejo caserón de la posada de Manuel Vaquero y en donde abrían también otros profesionales. Por los años 40 lo remodelaron totalmente, incluida la construcción de un nuevo edificio bajo el amparo del régimen de Viviendas de Protección Oficial, como se ve en la placa que luce la fachada, que es el que existe, y el establecimiento abrió como Café Bar Los Molinos, pero que era muchas veces más conocido, al ser ellos tan populares, como café o bar de los Legaña. Fue uno de los más emblemáticos de Criptana, famoso por sus tapas, su terraza y su decoración, con paneles pintados con temas de molinos y escenas quijotescas. Luego Francisco Valbuena lo modernizó, conservó algo de lo antiguo e incorporó a nuestra Sara Montiel a los demás iconos criptanenses.
Los Legaña también tenían fonda en los pisos de arriba y un quiosco de verano en el Parque. Estaba adosado a un lateral del recinto de la verbena, con una barra en el interior y otra fuera frente a la calle Colón.
Por los años 70 hubo desbandada y quedaron con el bar las hermanas Alfonsa y Carmen Alberca con el marido de esta última, Vicente Aparicio (“el de los bigotes”), que era de Socuéllamos. Los otros marcharon a Madrid.
Anuncio del Bar Los Hermanos en el Programa de Ferias de 1942
Hermanos Alberca. En la parte de abajo, junto con dos camareros, está el menor de ellos, Manolo, con pantalones cortos
Antiguo aspecto del Café Bar Los Molinos
Detalle del salón del Café Los Molinos en los primeros tiempos
Detalle de la barra y estantería de licores del Café Los Molinos en los primeros tiempos
Otro detalle de la barra y de una de las puertas de entrada del Café Los Molinos en los primeros tiempos
Dos de los Legaña tras la barra de la cafetería
Carmen Olmedo, madre de los Legaña, con sus hijos varones: Jacinto, Manolo y Juan Antonio (de arriba a abajo). Y a la derecha, Josefa y Paquita, esposas de Jacinto y Juan Antonio De la matriarca , Carmen, se decía que nunca dejó que se jugara allí a las cartas. Los hombres apostaban... hasta a sus mujeres
Bar de los Legaña con la reforma en decoración que hizo Francisco Valbuena por los años 60
Carmen Alberca y Vicente tras la barra de la cafetería
Último aspecto del Bar Los Molinos. Al lado el Bar Eugenio
- Peco El Manco la Virgen, con lotería y tabaco por los bares con una caja al cuello.
- Puesto de La hermana Castañera, junto a la puerta del Bar Los Molinos.
Recreación idealizada de la hermana Castañera
Recreación idealizada del Bar de los Molinos y del Bar Eugenio por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Antiguo Bar Eugenio. Fue abierto en 1905 por Eugenio Jiménez Rodríguez-Manzaneque en la esquina de la calle del Cardenal Monescillo con el Pósito, y trasladado después al sitio en donde se encuentra hoy el Bar La Plaza. Tuvo cinco hijas y cuatro hijos, y algunos de esta gran familia pasaron por el bar, pero sobre todo su hijo Santiago al frente del negocio tantos años y su nieto mayor el popular Eugenio Jiménez Manzanares, tarea que compartió este último con la de ser el primer manager y mentor de nuestro gran campeón ciclista Fernando Manzaneque —él mismo fue corredor en sus años mozos—, con la organización de la carrera ciclista Rutas del Vino, y con otras actividades relacionadas con el deporte.
Luego, Conchi con su marido Joselín y Jesús con su mujer Mercedes, hijos de Santiago, se quedaron con el establecimiento y lo dividieron: Conchi quedó con el antiguo local, pero con el nombre de Bar La Plaza, y Jesús con un bar abierto también en ese frente de la Plaza, conservando el nombre de Bar Eugenio, pero que ya cerró en 2016. También Joselín, en el Bar La Plaza, por diversos problemas tuvo que dejarlo, y hoy está en otras manos.
El antiguo Bar Eugenio, metido en la casa de Los Legaña, tenía por los años 50 una decoración espectacular en su estrecha fachada (se ampliaba el local por el interior), como se aprecia en la ilustración, con molduras de madera y cristales grabados, y todo sobre el fondo de imitación en estuco de sillares de piedra como el resto de la casa en su planta baja.
Antiguo Bar Eugenio en la Plaza. En la barra, Santiago y su sobrino Eugenio
Otra fotografía del antiguo Bar Eugenio. De izquierda a derecha, Santiago Jiménez, su sobrino Eugenio y su hermano Claudio. Y fuera de la barra, con la bandeja, Julían Manzanares, primo de Eugenio
El nuevo Bar Eugenio, ya cerrado, con Jesús Jiménez en la puerta
Mural que se encontraba en el nuevo Bar Eugenio. Alfarería de Gregorio Peño de Villafranca de los Caballeros en 1995
- Taberna de La Gabina y de su hijo Inocencio, "Bar Bejarano", al lado del antiguo Bar Eugenio, en una casa antigua, encalada, al lado de la de Los Legaña y con techos muy bajos en sus plantas. Era la típica taberna, cuidada en el exterior pero destartalada y vieja por dentro. Procedían sus dueños del pueblo salmantino de Béjar.
Con estos ripios se anunciaba en los años 40:
Si en este verano
tú tienes calor,
vete al Bejarano,
el sitio mejor.
Vermut y refrescos,
cerveza muy fría,
anchoas y mariscos
y hay gambas del día.
Y para la feria del 53:
Cuando llegue usted al Parque,
si llega con sofoquina,
vaya a ver el tenderete
que allí tiene La Gabina.
La Fachada del Bejarano era preciosa, en azulejos, como en Criptana no se conocía, salvo en la antigua droguería de Manolo Calzado en la calle de la Virgen o en carteles publicitarios como el de Abonos Nitrato de Chile.
Al fondo, la carnicería de Ignacio Muñoz, el Bejarano, Eugenio y el Café Los Molinos
Recreación idealizada del Bar Bejarano por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Bar los Faroles. Cuando la Gabina y su hijo Inocencio dejaron el Bejarano para poner un almacén de vinos y bebidas en el Pósito, el bar lo cogió Pablo Fernandez, el de la Fábrica de chocolates de la calle de la Virgen, que luego se lo traspasó a los hermanos Chivilla y cambiaron el nombre por el de Bar los Faroles. Por último. Sotero Arteaga y su mujer Dominga.
Con los viejos al sol en la Plaza, se ve al fondo el Bar los Faroles, Eugenio y Legaña, todos renovados y muy adecentados
Otra antigua fotografía del Bar Los Faroles
- Puesto de berenjenas de Foril, junto a las terrazas de los bares.
- Puesto de titos (unos blandos y picantes y otros duros) de la hermana Cordeles, frente a las terrazas.
- Puesto ambulante de "helaetes" caseros de Cayo Mínguez, también zapatero remendón en la calle de la Reina. Acudía a la Plaza a la hora de las sesiones de cine.
- La terrazas.
Las terrazas de la Plaza por los años 50
Las terrazas de la Plaza se desbordan. Años 50
Recreación idealizada de las terrazas por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
Las terrazas de la Plaza por los años 60
Las terrazas de la Plaza en época mas actual, en 2015
Las terrazas de la Plaza siempre han tenido y tienen su encanto, y era costumbre sentarse en compañía de una botella de vino de la tierra, generalmente blanco, y un sifón. No era usanza en Criptana dar tapa en las consumiciones; había que pedirlas y se cobraban, pero eran individuales en unos platillos ovalados. Cada bar tenía su especialidad, tanto en tapas como en raciones: el Bejarano, la salsa de asadura (¡sin palabras!); Eugenio, las gambas y los boquerones con gabardina, con un rebozado finísimo y crujiente, y Los Molinos, con los Legaña tras la barra, profesionales como la copa de un pino, el mero a la plancha. Alguien ha preguntado si en nuestro pueblo existe un mar donde se pesque ese mero tan característico ya en todos sus bares, ¡que no es mero y sí marrajo!, pero es que tiene ese sabor tan... especial. Bueno, y si esto no era suficiente, pues un cucurucho de titos o unas berenjenas.
Algunas de las especialidades de los bares de Criptana: asadura en salsa, gambas con gabardina o mero a la plancha
Otra característica de Criptana es su buen vermú, de categoría como el que embotellaban las Bodegas Girona, o más de pasto, servido incluso en chatos como el vino (costaban algo más) elaborado por las cooperativas o en alguna bodeguilla. Minguijón (el primero que lo elaboró en Criptana), además del ajenjo y otras yerbas en proporciones y fórmulas secretas, incorporaba higos secos para azucararlo. En cualquier caso, siempre ha sido un vermú negro, del que el prestigioso comentarista culinario de la revista Cambio 16, Xavier Domingo, decía: "Conozco pocos placeres del paladar tan gratos como una porción de anchoas, tocadas con un perfumado aceite de oliva virgen y unas gotas de vinagre de vino, regadas con un vermú negro de Campo de Criptana alargado con hielo y sifón…"
Vermú negro de Campo de Criptana con una tapa de asadura en salsa
En la Plaza también tuvo terraza la heladería de "las Margaritas", pero aquí sin aperitivos, sólo helados, horchatas, granizados, refrescos y, si acaso alguna cerveza.
Y, por supuesto, la del Casino Primitivo, la más grande, con un amplio toldo y la ideal para oír los conciertos de la Filarmónica Beethoven, cuando tocaba en el antiguo y desaparecido quiosco de hierro. Los calamares fritos los hacían insuperables, con un rebozado ligerísimo, tiernos y crujientes. ¡Sus famosos callos! O la leche merengada y el masagrán (combinado muy frío de café con gaseosa y una rajita de limón), que eran otras de sus especialidades.
Terraza del Casino Primitivo por los años 60
- Parada del coche Arteaga, frente a los antiguos bares de Eugenio y Legaña.
Parada del coche Arteaga. En la puerta del Teatro se ve a Chulán, el impedido que vendía tabaco junto a Muebles Herencia
- Carnicería de Ignacio Muñoz, junto al antiguo Bar Bejarano.
- Los soportales. A continuación de la casa del Bar Bejarano se levantaba un enorme caserón de cuatro plantas, con techos muy bajos, las dos superiores camarillas, ya por entonces muy deteriorado. Era conocido como el de "los soportales" por su gran voladizo sobre vigas de madera, que a su vez tenía un tejado que sobresalía bastante y aumentaba el espacio de sombra o de refugio cuando llovía. Sitio tan estratégico en la Plaza, fue muy codiciado para abrir en ella locales comerciales y oficinas de todo tipo. Indudablemente muy rentable para su propietario, Patricio Cruz, por la gran cantidad de alquileres que produjo. Por allí estuvieron en distintas épocas, entre otros:
Antiguos soportales de la Plaza
- Una taberna en la que trabajó de joven mi abuelo Domingo Flores y luego se quedó con ella. Allí se jugaba mucho, y él se salía del mostrador y era el mejor. Tanto, que cerro la taberna y se hizo jugador profesional, con una peña o sociedad que ponía el dinero y él lo jugaba y repartía beneficios. Lo hacía en los casinos de Criptana y de otros lugares, incluso iba por las ferias organizando timbas. Así hasta que prohibieron el juego en 1924.
- Frutería de Santiago Masa.
- Puesto de aguardientes y taberna de José Antonio Briega.
- La Higiénica, peluquería de Trinidad Briega (en tiempos antiguos), a continuación del anterior, y que posiblemente fuera antes de Antonio Félix Salinas, que por aquí estaba en 1900. Briega luego se trasladó a la calle de la Virgen y por último a la del Castillo, que es la que hemos conocido de Los Pelos. El padre de ellos, Alfonso, que era oficial con Briega, se quedó con ella. Y Briega, retirado de su oficio de peluquero, se metió a comisionista, representante y agente de seguros. Su labia, como en todo buen peluquero es habitual, le serviría para ello.
- Tienda de comestibles de Arsenio Mascaraque.
Anuncio de Comestibles Arsenio Mascaraque en el Programa de Ferias de 1929
- Puesto de Chucherías de la Dacia, aunque me supongo que por obras continuas en esa zona se cambió a la esquina de la Casa Parroquial. También se ponía al final de la calle de Santa Ana, en la puerta de su casa.
Dacia Ortiz de la Guía era una mujer enlutada, de avanzada edad, de típicas sayas y pañuelo a la cabeza, que tras su puesto, hiciera frío o calor, nos surtía de chucherías y demás menudencias a la chiquillería de entonces. Tenía casi de todo, pero eso sí, perfectamente colocado y clasificado: caramelos variados, boletas de anís, zaras negras y rojas, chicles de boleta y de pastilla (los Bazoka), sifones o gallos de plástico llenos de anises, figuras de masa de azúcar, pan de higo, chocolatinas, cigarrillos y monedas de chocolate, cigarrillos de verdad, chufas, castañas pilongas, pipas, que vendía a granel, a perragorda la medida, "discretas" gafas de colorines, relojes de plástico, pelotas de badana con una goma…
Puesto de chucherías de la Dacia en la puerta de su casa
- Tiendecilla y puesto de chucherías de La Santa Negra. También lo ponía en la puerta de su casa, al final de la calle de Santa Ana.
- Tiendecilla de chucherías, plátanos y dátiles de Gabriela La Pata Galana, ayudada por su sobrina Manuela. Luego se trasladó a otro pequeño "cuartejo" al lateral de la Plaza.
- Carnicería de Felipe Muñoz. Luego trasladada a la calle de la Virgen, frente al Banco Santander y también desaparecida.
- Autoescuela y gestoría de Miguel Alberca Punano, que pasó cuando la casa ya estaba en ruina a la calle de la Virgen, esquina a la travesía de Murcia, y después a la calle de la Tercia.
- Librería papelería de José Vicente Arias, con venta además de tebeos y cromos, que luego pasó a ser, con su cuñado Arnaldo Sánchez, “Arisán”, tienda y taller de bicicletas y motos.
- Y por supuesto, además de muchos más, el despacho de un representante de las máquinas de coser Sigma, pues durante los últimos años un gran cartelón de la prestigiosa firma de Elgoibar medio ocultó una de las ventanas del voladizo.
Recreación idealizada de la casa de los soportales. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Puesto de chucherías ambulante de Memé, en cualquier sitio pero principalmente en la Plaza. Una vez que llovió mucho, la riada de agua que bajaba desde la Sierra se lo llevó por delante y lo arrastró hasta el Pozo Hondo, perdiendo toda su mercancía.
- Por allí también merodeaba el carrito de chucherías y variantes diversas de Chufitas, con tiendecilla abierta en la calle de Santa Ana. Era especialista en horquillas para tirachinas y petardos.
- Sancho Hotel, en la antigua casa de los soportales de Patricio Cruz.
Hostal Sancho
Cafetería del Hostal Sancho
- Puesto de "alcahuetas" de los Calcerrada de Alcázar, por donde está el monumento a Cervantes. Convivían los domingos en la Plaza junto a todos los demás puestos. También tenían un cuarto al principio de la calle de la Virgen. Ayudaba El Gori, personaje muy popular entonces y peculiar: se fue a Francia a trabajar y venía los veranos dándose "pisto" con un enorme transistor, más grande que una maleta, y a todo volumen por las calles.
- Casa de Enrique Alarcón, semiesquina a la calle del Cardenal Monescillo.
Enrique Alarcón Sánchez-Manjavacas estudió arquitectura, pero pronto empezó a trabajar en el cine como decorador, escenógrafo y director de arte. Más de 260 películas en su haber, entre las que se encuentran obras maestras del cine español. Entre 1940 y 1980 participó en películas de los mejores directores de la época, como Buñuel, Berlanga, Bardén o Saura, entre otros. Y americanos como Nicholas Ray o Anthony Mann. Fue durante 25 años profesor en la escuela Oficial de Cine. En 1990 recibió el Premio Goya de Honor y en 1993 nombrado Hijo Predilecto de Campo de Criptana.
La casa en cuestión fue construida por Enrique Alarcón López-Casero, padre del cineasta, también arquitecto, en la década de los 20 del siglo pasado. El bello edificio, conservado magníficamente, presenta las característica propias de lo que se vino en llamar arquitectura castiza madrileña: fachada enfoscada reticulada, contrastando con el alero, cornisas, estucos, enmarcamiento de balcones y trabajada rejería. A él también se debe el primer proyecto del Parque en el entonces Paseo de la Estación en 1922; pero en eso quedo: en proyecto. Luego, en 1944 pudo realizarse.
Recreación de la casa de Enrique Alarcón. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Banco Central, en la antigua casa de Enrique Alarcón. Luego pasó a la Calle Castillo, esquina a la de la Virgen.
- Biblioteca Municipal, en el mismo local anterior de la casa de Enrique Alarcón. Antes estuvo ubicada en la casa aneja al antiguo Ayuntamiento, en uno anterior al que fue demolido hace unos años; en la actualidad es una sección más en el ámbito de la Casa de Cultura, en la calle de Santa Ana, frente a la iglesia.
- El Nuevo Vulcano, almacén de ferretería, maquinaria, productos químicos y enológicos y gran surtido de juguetería de Ramón García Casarrubios, El Niño Bonito, en el 11, en la antigua casa de Alarcón.
A la derecha, la casa de Enrique Alarcón en 1958, año en el que fue bendecida la Iglesia Parroquial
- Farmacia antigua de Evaristo Quirós, en la esquina con la calle del cardenal Monescillo, en una pequeña casa (ahora ya renovada), con una fachada preciosa y rompedora para la época.
Farmacia de Quirós
Recreación de la farmacia de Quirós
- Comercio de "La Buena Estrella", de José Ramón Castillejos, antes de abrirse la farmacia de Quirós, con artículos de lo más variopinto. Luego se trasladó al final de la calle de Santa Ana.
En esta antigua fotografía de la Plaza se ve parte del letrero del comercio de Ferretería y Quincalla de la Buena Estrella
Así se anunciaba La Buena Estrella, ya trasladada al final de la calle de Santa Ana, en el Programa de Ferias de 1939
- Estanco de Julio el de Las Almarasas, en la otra esquina de La calle Cardenal Monescillo, en el ámbito del Pósito, en una antigua y enorme casa ya desaparecida con muchos locales a la largo de los años.
- Primer Bar Eugenio, abierto en 1905 en el local del estanco por Eugenio Jiménez Rodríguez-Manzaneque, patriarca de toda una familia de taberneros, que luego trasladó al ya citado de la Plaza, frente a la iglesia.
- Café de Pepe El Chepa, en ese mismo sitio anterior.
Antiguo aspecto del final de la Plaza Mayor y principio de la del Pósito. Es la fotografía más antigua de la zona que se tiene
- Sucursal de la relojería de Leoncio Peña (San Bernardo, 52 Madrid), con José María Carballedo de encargado, en esta misma enorme casa en cuestión.
- Imprenta de Jerónimo Muñoz, en esta inmensa casa capaz de albergar tantos establecimientos. También era dibujante y pintor y compartía el taller con su estudio. Fue muy amigo de Sorolla, a quién acompañó, en octubre de 1812, cuando éste vino a Criptana para realizar en el Cerro de la Paz, a pleno sol, su famoso cuadro Tipos manchegos, en el que figuran los molinos como paisaje de fondo, aconsejándole en la consecución de algunos colores, sobre todo los difíciles cielos manchegos.
- Imprenta de Gregorio Casarrubios Gorito, que cogió el traspaso de la anterior.
- La pastelería de Matías González, con su mujer Pepa, padres del antiguo alcalde José González Lara, cierra la lista de inquilinos conocidos de esta la enorme casa. Famosa por sus cordiales (se dice que en posesión de la familia desde 1700). luego la trasladarían a la calle de la Virgen, y una hija, Milagros, la desplazó a su vez unos metros más arriba.
Antiguo aspecto del final de la Plaza Mayor y principio de la del Pósito en 1957
Recreación de la casa que hubo en la esquina entre el Pósito y Cardenal Monescillo. Hacer clic en la imagen para agrandar
- El lateral de la plaza por los años 50.
En un recorrido rápido, empezando por la derecha y avanzando hacia el frente del Ayuntamiento, tenemos en primer lugar la antigua Casa Parroquial. Siguen las casas de la churrería, de la Salchichería La Flor, del bar Guitarra, de la horchatería de "las Margaritas", del estanco y, por ultimo, la Casa del Conde. De todo ello hablaremos a continuación.
Recreación idealizada del lateral de la Plaza por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
- El lateral de la Plaza por los años 60.
Pocos cambios hay con respecto a los años 50, salvo las desapariciones del Bar Guitarra y de la Salchichería La Flor, ocupados los dos locales por Radio Panadero.
Recreación idealizada del lateral de la Plaza por los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Antigua Casa Parroquial o "Casa del Cura", en la esquina del lateral de la Plaza. Fue construida en 1902 sobre otra más antigua para vivienda del cura párroco y de sacerdotes. En 1982 pasó a ser Casa Parroquial Hermanas Peñaranda, ahora totalmente renovada en 2015. De la antigua pudo salvarse una gran pintura al fresco sobre muro de Isidro Antequera, El Buen Pastor, que hubo que desmontar para instalar en la nueva.
- Droguería y ferretería de Alfonso Molina, luego de Eugenio Fernández, uno de sus dependientes. En los bajos de la antigua Casa Parroquial.
Antigua Casa Parroquial
Recreación idealizada de la droguería y ferretería de Alfonso Molina. Hacer clic en la imagen para agrandar
Demolición de la antigua Casa Parroquial en 2014
Mural El Buen Pastor, de Isidro Antequera
- Churrería de Florentino Sanz con su mujer la Cándida, en el 13, lateral de la Plaza, tras la Casa del Cura. Ayudaba toda la familia y luego fueron los hijos los que se quedaron con el negocio. ¿Quién no recuerda a Nati La Churrera (todos llevaban ese mote o apelativo cariñoso) cortando las roscas y sirviendo en el mostrador con su delantal blanco? En el programa de feria de 1939 se anunciaba incluso como bar.
- Moisés Rubio Perreta, antiguo ciclista de gran clase y con muchos triunfos regionales, que continuó con el negocio anterior, al que añadió la venta de polos, helados, cervezas, refrescos y todo tipo de chucherías. Luego el local se transformó en bar, por el que han pasado varios dueños.
Churrería de Florentino Sanz en el Programa de Feria de 1939
Recreación de la churreria de los Sanz
- Salchichería La Flor, de Manuel Sánchez, un indiano oriundo de Salamanca. Fue la primera tienda en el pueblo que puso frigorífico. Tenía también ganado y matadero por la calle de la Luna. Desapareció el local para ser ocupado por Radio Panadero.
- Manuel Vaquero El Recadista, que murió a los 36 años de pulmonía, y que tenía su oficina en el piso de arriba de la salchichería.
- Pablo Ortiz, cuñado del anterior, al que sucedió en el oficio de recadista.
- Bar de Cirilo-José Jiménez, uno de los cuatro hijos (con Santiago, Eugenio y Claudio, ademas de cinco hijas) de Eugenio Jiménez Rodríguez-Manzaneque, el patriarca de toda esta gran familia de taberneros (antiguo Bar Eugenio en el frente oeste de la Plaza). A continuación de la salchichería.
- Bar Guitarra, que se quedó por traspaso con el anterior. Desapareció el local para ser ocupado igualmente por Radio Panadero.
- Farmacia de Manuel Monteverde Casanz. Existía en 1900 en la entonces Plaza de Constitución. Se desconoce su ubicación exacta, pero posiblemente por esta zona.
Fotografía en la entonces Plaza del Generalísimo Francisco Franco en 1952, con la Salchicheria La flor de Manuel Sánchez en primer término. Aún seguía celebrandose el mercado en la plaza todos los días, sobre todo sábados y domingos
Otra fotografía de la plaza en 1952, un poquito más atras. Se ven el Bar Guitarra, la Salchicheria La flor de Manuel Sánchez, la churrería de Florentino Sanz y la Casa Parroquial con la ferretería y droguería en los bajos de Alfonso Molina
Otra fotografía más de la plaza en 1952, con un puesto de lebrillos
La Plaza en todo su esplendor por los años 40. Al fondo, la casa de Patricio Cruz con los soportales, el Bar Bejarano, el Bar Eugenio, el Bar Los Molinos y el Teatro Cervantes, Y en el lateral, desde la esquina, la Casa del Cura con la drogueria de Molina, la churrería de Florentino Sanz, la salchichería de Manuel Sánchez y el Bar Guitarra
Recreación idealizada del Bar Guitarra y de la Salchichería La Flor. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Radio Panadero, con venta y arreglo de aparatos de radio, televisión y electrodomésticos, además de lámparas, material eléctrico, menaje y regalos. Ocupando los dos locales anteriores de Salchichería La Flor y Bar Guitarra. Y llegó también la jubilación, primero al padre y luego al hijo, y nadie hizo el relevo. Hoy, nada de esto existe. Ha desaparecido hasta la antigua casa.
A principio de los años 60, la televisión volvió loco a la gente, y el fútbol y los toros en especial causaban furor, de tal manera que los que no tenían el aparatito acudían a los de los vecinos, o a los bares y casinos, que habilitaron salones especiales como si de mini salas cinematográficas se tratara. Así ocurrió en Criptana, y hasta frente a los escaparates de las tiendas que los vendían, Panadero, Ramírez o Muebles Herencia, que los ponían en funcionamiento como reclamo ante las miradas embobadas de los que allí se concentraban.
La Plaza por los años 60. Al fondo, el Sancho Hotel. Y en el lateral, la Casa del Cura con la droguería en la esquina, la churrería y Radio Panadero
Recreación idealiza de Radio Panadero. Hacer clic en la imagen para agrandar
- "Confitería, heladería y horchatería de las Margaritas”. conocida así por ser la jovial y muy moderna Margarita la que estaba en la tienda, ayudada por sus con hermanas Rosa y Angelines; otro hermano, Antonio, ayudaba a los padres en el obrador. Los bizcochos de limón, riquísimos; los helados y granizados de café o limón, cosa superior, y la horchata, ¡ni en Valencia! (con las pajitas de eso… de pajita de cereales, de juncos huecos o de carrizos).
- Pastelería La Pilarica, de José Antonio Perucho, maestro pastelero, que se quedó con el negocio anterior y tenía el obrador y establecimiento principal en la calle Castillo, esquina a la del Convento, también desaparecido. Luego éste de la Plaza ha pasado por varias manos, pero siempre con productos industriales. Y ha sido bar y hasta churrería.
- Estanco de la Plaza, en los últimos tiempos de Juan Jesús Iniesta Lucerón, ahora trasladado por detrás del Pósito. La casa, muy en juego con la del conde, con ventanas y rejas de forja.
- Casa del Conde, de las Cabezuelas, del siglo XVII, que se mantiene afortunadamente a lo largo de los años. En su fachada principal (Rincón del Conde) destaca la balconada de madera y la portada en piedra, con restos de decoración pintada muy deteriorada, otro balcón principal con barandilla de forja y el escudo de la familia de los Baíllo. En el portón de entrada, es curiosa la altura tan exagerada de las aldabas, apropiada para que los señores llamasen a la casa sin apearse de los caballos.
23 abril 1961. Inauguración del molino Pilón. En el centro, el Gobernador Civil José Utrera Molina y el embajador de Argentina Héctor d´Andrea, con otras autoridades, se dirigen al Ayuntamiento. Al fondo, la "heladería y horchatería de las Margaritas" y el antiguo estanco
Recreación de "Las Margaritas", del antiguo estanco y de la Casa del Conde. Hacer clic en la imagen para agrandar
Grupo de pescaderos en los últimos coletazos del mercado en la Plaza. Se ve por detrás el Rincón del Conde. El segundo por la izquierda es un jovencísimo José Ríos. En el centro, con una merluza en las manos, está Manolín Ucendo. El segundo por la derecha es Domingo Yebenes, que trabajó con Ríos. Los otros tres son los Casero (Gatos): Juan Antonio, Sebastián y Jesús.
- Anita La Turronera, que era de Castuera (Badajoz), cada feria ponía su puesto en el paseo del Parque y se quedaba hasta después de Navidad. La veíamos, envuelta en su luto y en compañía de su hija, en la calle de la Virgen, junto a la farmacia entonces de Sureda, sentadas a orillas de un carrito plano con sus turrones y chucherías, y después, con el frío, con su puesto instalado en la esquina de la Casa del Conde.
Anita La Turronera
- El frente del Ayuntamiento y su entorno antes del 36.
En un recorrido rápido de izquierda a derecha podemos ver el Casino Primitivo, las Casas Consistoriales, el caserón de los Quirós y el interior de la Plaza con la antigua iglesia.
De todo ello hablamos a continuación.
Recreación idealiza del frente del Ayuntamiento y Plaza antes del 36. Hacer clic en la imagen para agrandar
Fotografía más antigua que se tiene del frente del Ayuntamiento
Frente del Ayuntamiento en 1930
- El antiguo Casino Primitivo.
Fue fundado alrededor de 1867 en unas pequeñas casas en la entonces Plaza de la Constitución, junto al Ayuntamiento, pronto renovadas con un nuevo edificio de dos plantas que se mantuvo hasta 1971, año en el que se derribó para construir el actual. Tuvo su predecesor en el Círculo Recreativo El Conservador, que ya existía en 1855 en la calle Convento, instituido por don Francisco Granero, que fue el que busco la nueva ubicación para que la asociación tuviera mayor espacio.
Celebraba el Casino Primitivo con frecuencia bailes de sociedad y de carnaval, veladas musicales, banquetes, conciertos, recitales poéticos, exposiciones, conferencias, mítines políticos… El magnífico salón de la planta baja tenía profusión de molduras, bellas lámparas, columnas de hierro fundido, grandes espejos y medallones con pinturas, paredes enteladas o con papeles pintados, mesas de hierro con tapa de mármol, sillas de madera curvada tipo thonet, butacas de mimbre, grandes sofás y un piano. En el piso de arriba, además de una amplia biblioteca, el salón de juego, con sillas, sofás y mesas similares al de abajo, algunas especiales para cartas y póquer, dos mesas de billar y servicio de bar.
Fotografía del antiguo edificio del Casino Primitivo y de la Iglesia Parroquial desaparecida en 1936
Recreación idealizada del antiguo edificio del Casino Primitivo
Mis recuerdos de este casino son borrosos. Estaba muy modificado por el paso de los años, sobre todo en la decoración, y pintado en tonos verdosos; las puertas, de dos hojas y con cristales grabados al ácido; la barra del bar, en el fondo del salón, a la izquierda, comunicaba con la cocina, que a su vez tenía entrada por la calle Murcia; en el lado derecho, un estrado, creo que desmontable; la puerta de entrada, doble, metida hacia adentro para aislar del frío, y por la puerta del fondo del salón, con unos escalones previos para salvar la diferencia de altura, se accedía a los servicios (también otros en el piso superior) y a la magnífica escalera de mármol con barandilla de hierro, que se bifurcaba en dos tramos, a derecha e izquierda, a partir de un rellano a media altura. En ese rellano lucía un gran tapiz, con apliques de luz a los lados, que representaba una escena campestre.
La terraza del Casino Primitivo siempre fue la mejor de toda la Plaza, la más grande, con un amplio toldo y la ideal para oír los conciertos de la Filarmónica Beethoven, cuando tocaba en el antiguo y desaparecido quiosco de hierro.
El Casino Primitivo, independientemente del presidente de turno, siempre lo ha dirigido el que estuviera de repostero, y gloriosa fue la larga etapa de los Cabañero, que eran de El Bonillo (Albacete). El primero que vino al pueblo ante de la Guerra para hacerse con este cargo fue Sinesio. Luego se trajo a dos de sus hermanos más pequeños, Pepe y Luis. Fue el Casino con ellos una verdadera escuela de hostelería, y muchos allí aprendieron el oficio. Los calamares fritos los hacían insuperables, con un rebozado ligerísimo a base de muy poca harina con sifón, tiernos y crujientes a la vez, con un olor, color y sabor característicos, y que todos los bares de Criptana han imitado e imitan. La leche merengada y el masagrán (combinado muy frío de café con gaseosa y una rajita de limón) eran otras de sus especialidades, pero, sobre todo, entre los diversos platos de raciones, los callos, ¡sus famosos callos! Dejaron los Cabañero el Casino Primitivo en 1977, y Pepe y Luis abrieron en la calle Castillo, esquina a la del Convento, el Bar Castillo, que cariñosamente era llamado entonces el "Bar de los Pepes" o el "Bar de los Abuelos".
Anuncio del Casino Primitivo
- Las Casas Consistoriales.
Eran tres edificios, con el Ayuntamiento en el centro (se restauró en tiempos de la II República por encontrarse en estado muy deplorable y se añadió el torreón del reloj con su correspondiente campana de sonería y la veleta). Los otros dos inmuebles alojaban diversos servicios: Juzgado Municipal, Cárcel de la Villa y Oficina de Correos y Telégrafos, luego trasladada a la calle del General Pizarro, a la calle Castillo y actualmente a la de la Virgen. Se derribaron en los años70 para construir un Ayuntamiento anterior al actual.
Recreación de las Casas Consistoriales antes del 36
- La casa de los Quirós.
La casa solariega de los Quirós, con esquina a la calle de la Virgen, ocupaba la actual que todos conocemos como de Iluminado. Fue construida en el siglo XVI y tenía un escudo nobiliario en el que aparecen las armas de los Martínez-Espinal, con quien estaban emparentados. Aquí, en diversas épocas, estuvo la posada del Sol, la carnicería de Carnemicho (padre del que fue futbolista de la Unión Criptanense y con carnicería en la calle Castillo), La taberna de Gaona o la pescadería de Policarpo Reillo.
Recreación de la Casa de los Quirós
- El interior de la Plaza antes del 36.
En el entorno (repito la fotografía ya colocada más arriba para que sea fácil su seguimiento) se encuentra a la izquierda la iglesia antigua, construida a lo largo del siglo XVI en estilo gótico, de la que sale mucha gente probablemente de misa, y a la derecha la Casa del Conde de las Cabezuelas, que data del siglo XVII.
El interior propiamente de la Plaza está a mayor altura que la calle, rodeado de un murete o parcilla (como se dice en Criptana), en la que se abren cinco entradas, con un par de escalones, flanqueadas por unas airosas columnas pedestal rematadas con jarrones. Hay árboles y varios cercos de ladrillo para arbustos y plantas. Y en el centro, el quiosco de la música, lamentablemente hoy trasladado a otro lugar.
Recreación idealiza del frente del Ayuntamiento y Plaza antes del 36. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Frente del Ayuntamiento y su entorno por los años 40 y 50.
Antiguo aspecto de la Plaza por los años 40
Recreación idealizada de la Plaza por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
Aquí se ven en todo su esplendor cómo eran las entradas a la Plaza, que ya existían ante del 36 y que por los años 50 aún se conservaban, con las airosas columnas pedestal rematadas con jarrones. Eran cinco en total, con un par de escalones: en la esquina frente al Ayuntamiento, en la mitad de lateral, en el otro esquinazo de comunicación al Pósito (es la que se representa en la ilustración) y, con una sola columna, como remates para cerrar el contorno, frente a la calle Murcia y en el lado opuesto junto a la iglesia.
Se mantenía el suelo de tierra o arena y la separación del murete o parcilla de cemento, con el quiosco de la música en el centro.
Si comparamos esta ilustración de la Plaza y su entorno con la de antes del 36, el cambio más importante es la desaparición de la antigua iglesia y la construcción de la actual, que empezó en 1947 y fue inaugurada en 1958 a falta de concluir la torre, finalizada en 1962. Aunque su proyecto data de enero de 1944, y oficialmente de los arquitectos D. José del Hoyo Algar y D. Francisco Javier de Lara Pérez-Caballero, se puede decir que sus verdaderos artífices fueron Valeriano Angulo, un simple maestro albañil, su hijo José Vicente, y por supuesto la cuadrilla de albañiles. Y, naturalmente, gracias al empeño de otro hombre excepcional, don Gregorio Bermejo López, párroco en Criptana durante tantos años, que en aquellos tiempos difíciles de escasez, no cejó nunca en su propósito, con todo el pueblo entre incrédulo y asombrado, de ver cómo iba tomando cuerpo la inmensa y majestuosa mole de nuestra iglesia.
En las casas Consistoriales, la del Ayuntamiento exhibe por encima de la puerta de entrada uno de los símbolos de la época: el yugo y las flechas; y la de la derecha pasó a ser sede de la Biblioteca Municipal Alonso Quijano, cuyo embrión fue la que en 1932 creara el Ayuntamiento republicano, pero que apenas si tuvo tiempo para consolidarse. Aprovechando sus fondos, en 1940 se iniciaron los trámites para una nueva refundación, en los que intervino de manera decisiva don José Antonio Sánchez-Manjavacas, profesor de Literatura en el Colegio Teresiano, que fue nombrado su primer director.
También desapareció la casa solariega de los Quirós y en su solar se edificó por los años 50 la conocida como de Iluminado, con tienda de tejidos y confecciones y otra de muebles y electrodomésticos Herencia.
- Panorámica de la Plaza por los años 50
Recreación idealizada. Panorámica de la Plaza por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
- El frente del Ayuntamiento y su entorno por los años 60.
La Plaza por los años 60
Casas Consistoriales por los años 60
Otra imagen del Ayuntamiento en los años 60
Recreación idealizada de la Plaza por los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
Comparando esta ilustración con la anterior de los años 50, la iglesia ya está completamente terminada desde 1962 y luce en toda su belleza. En el Casino Primitivo no hay ningún cambio, salvo que su biblioteca se convirtió en concurrida sala de TV. No hay modificaciones en el resto de edificaciones. Y la Casa del Conde sigue igual, espectacular, casi un escenario teatral.
La mayor transformación se realizó en el interior de la Plaza. Se cambiaron las entradas, ahora compuestas por arcos con doble pareja de pilares, realizados con mampostería de piedra caliza irregular y con las juntas de argamasa encalada, todo rematado con un entrelazado de vigas de cemento, imitando a las de madera y pintadas de verde, que sirven de soporte a plantas enredaderas. Se completan con una vistosa base de obra adosada a ambos lados, encalada, que sirve de apoyo a unos macetones. Hay puertas en las esquinas frente al Ayuntamiento y al Pósito, y bordea el conjunto una parcilla, con igual estilo a los pilares de las entradas, rematada con dos tinajas y grandes plantones de una especie de aloe vera, uno inmediato a la calle Murcia y el otro en el lado opuesto, junto a la iglesia.
También, una gran pérgola, arquitectónicamente similar a las entradas, aumenta la zona de sombra; hay cambio de bancos y farolas; el suelo esta recubierto con baldosas formando dibujos y el de la explanada, en la puerta principal de la iglesia, con un mosaico de guijarros. Y sigue en el centro el quiosco de la música.
- Las farolas de piedra.
Las antiguas farolas de piedra de la Plaza
Nuevo edificio de la Casa Consistorial en los años 70
Vista aérea de la plaza por los años 70
Derribo de la Casa Consistorial de los años 70 para construir la actual
- Antonio El Chulán, con dos muletas, comerciaba con tabaco sentado en un sillón de madera junto a la puerta de Muebles Herencia.
Plaza del Pósito
- Plaza del Pósito por los años 60.
En la recreación idealizada de la plaza del Pósito por los años 60, podemos ver, en un recorrido rápido y empezando por la izquierda, una de las puertas que en las reformas de la entonces plaza del Generalísimo, se hicieron por ese tiempo. A continuación, la Casa Parroquial, el edificio del Pósito con la fuente antigua y el lateral de la derecha con varias edificaciones.
Recreación idealizada de la plaza del Pósito por los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
- La "Casa del Cura", en la esquina con la ahora Plaza de la Constitución y que ya tratamos anteriormente, fue construida en 1902 sobre otra más antigua para vivienda del cura párroco y de sacerdotes. En 1982 pasó a ser Casa Parroquial Hermanas Peñaranda, ahora renovada en 2015.
- Droguería y ferretería de Alfonso Molina, que años más tarde asumió uno de sus dependientes, Eugenio Fernández. En la esquina de la Casa parroquial.
Recreación idealizada de la "Casa del Cura" o Casa Parroquial. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Carnicería de Josemari Muñoz y guarnicionería de Ramón Sánchez Quintanar en el lateral de La Casa Parroquial de la plaza del Pósito. Luego los cambios han sido muchos.
- A continuación, en escorzo, la trasera de la Casa del Conde, y en ella el despacho de aceites de Juan José Manzaneque. Y, al fondo, en la esquina de esa calle, la de la Tercia (antigua de Calvo Sotelo), con la travesía de Fernández Calzuelas, la pescadería de Ríos y luego la tienda de comestibles de Pepe Olivares.
- El Pósito. Es una construcción de principios del siglo XVI, en la que destaca la portada, con arco de medio punto y ático decorado con tres escudos: el Imperial de Carlos I, flanqueado por dos con la Cruz de la Orden de Santiago. Fue almacén de grano con una doble función: realizar préstamos en especie a los agricultores y regular el mercado del trigo para evitar su subida de precio desmesurada así como la del pan en años de malas cosechas.
Al terminar la Guerra Civil, los agricultores tenían la obligación de vender el trigo al SNT (Servicio Nacional del Trigo), creado en 1937 y que en 1971 pasó a ser el SEMPA (Servicio Nacional de productos agrarios). Controlaba los precios, la producción y la distribución. En todos los pueblos había Delegado del Trigo, y en Criptana se habilitó una vivienda en el Pósito para él y su familia.
El edificio del pósito fue restaurado en !966 y ahora ahora es Museo Municipal.
El Pósito, hoy Museo Municipal
Antigua fotografía del Pósito
- Farmacia de Llopis, en el lateral izquierdo del edificio del Posito, calle antigua de Calvo Sotelo y hoy de la Tercia.
- Blas Ramírez. Tienda de aparatos de radio y televisión, perfumería y regalos. En ese mismo lateral izquierdo del Pósito, en donde también tenía su vivienda y taller. Cuando cerró, el hijo mayor, Miguel, puso una tienda de electrodomésticos en la plaza del Pósito y el pequeño, Ramón, en Pío XII.
- Tienda de comestibles de Julián Perea, en el frente del pósito, en la puerta de cristales de la izquierda.
- Primer consultorio médico de la Seguridad Social, precursor del Ambulatorio. En el Pósito, en el mismo local que el anterior, en las puertas con cristales.
Recreación de la parte izquierda del Pósito. En el lateral está Ramírez y en el frente, en la puerta de cristales, la tienda de Julián Perea, que luego pasó a ser consultorio de la Seguridad social. En el piso de arriba, las viviendas de Ramírez y de el Delegado del Trigo
- Antiguo Sindicato La Agrícola Manchega, constituido el 1 de enero de 1913. La puerta de entrada se conserva en el lateral derecho del Pósito. En 1917 compraron el edificio para establecer allí su sede y poner bien en claro cual era su poder. Totalmente patronal, en 1924 sus miembros poseían más del 53 % de la riqueza rústica del pueblo.
Puerta que se conserva en el edificio del Pósito, hoy Museo Municipal, del antiguo sindicato patronal La Agricola Manchega
- Fuente del Moco, frente al edificio del Pósito, luego trasladada a la calle del Caño. Para aliviar de público la Fuente del Caño, en 1914 se construyó un canal hasta el Pósito con una fuente que era una cabeza de león. Los chicos iban a beber y a "guarrear" y pasó por allí don Bernardo Gómez, el boticario y director de la Banda de Música, que al ver a todos los mocosos arremolinados tuvo el ingenio de bautizar a la nueva fuente como "Fuente del Moco", que ha pasado a la posterioridad incluso en su nueva ubicación junto a las "escalerillas" de subida al Cerro de la Paz.
- Junto al Pósito, a finales de los años 50, Florentino Sanz Duque, hijo del churrero de la Plaza, instaló otra churrería en una caseta de madera, que luego paso a familiares hasta desaparecer.
Recreación idealizada por los años 50 de la Fuente del "Moco" y de la churrería de Florentino Sanz Duque
- Fuente de don Bernardo Gómez, construida en los años 60 para adecentar la zona y en recuerdo de aquella genial ocurrencia del que fuera director de la Filarmónica Beethoven de bautizar la antigua fuente que allí existía como Fuente del Moco, ahora en la calle del Caño. Desapareció también esta fuente y ahora el busto del músico preside el auditorio al aire libre de la plaza de Don Ramón Baillo.
- "Pasaeras" del Pósito. Por los años 60, aún se conservaban, como reliquias de pasado. Eran unas piedras cuadradas, de dimensiones adecuadas y dispuestas a lo ancho en el principio de la calle Fernández Calzuelas, para poder atravesarla sin mojarse los pies cuando en días de lluvia bajaba una fuerte riada por la calle de Caño desde la Sierra hasta el Pozo Hondo.
Pileta con el busto de don Bernardo Gómez en el Pósito
Recreación idealizada de la plaza del Pósito por los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
- Casa de la Lerina.
Don José Antonio Fernández Calzuelas fue un ilustrado en tiempo de Carlos III que al morir sin descendencia directa en 1799 dejó un millón y medio de reales de la época a los pobres de Criptana, pero que la tardanza en el reparto ocasionó a finales de 1808 un gran motín con dos asesinatos, diversos incendios de cosechas y casas, intervención de fuerzas militares y ciento setenta y dos personas encausadas, de las que 54 fueron condenadas y una ejecutada a garrote vil. Vivía en la calle que lleva su nombre, que va desde el Pósito hasta el Pozo Hondo. Esta casa pasó luego a propiedad de una rica hacenda, doña Carmen Salcedo, conocida como La Lerina, y con este nombre pasó la casa a ser conocida. Su portada, en piedra arenisca roja, con un emblema de la Cruz de Caravaca, fue desmontada y luce hoy en el lateral izquierdo del edificio del Pósito.
Casa de la Lerina
- La "casa de las Amoras".
Por delante de la casa de la Lerina estaba la casa conocida como de "las Amoras", que a mí de pequeño me resultaba muy inquietante y tenebros por sus dos torreones. La tienda de comestibles de los Serrano; la de discos de vinilo, cintas y comic "Dinamita Discos" de Pedro Pablo Alberca, alias Punano o alias El Puni, con Manolo Lidio; Electrodomésticos Ramírez y antes la barbería de Miguel Navarro, la carnicería de Zenón o Muebles Calonge fueron algunos de los comercios que que por allí abrieron.
Casa Amoras por los años 60
Inauguración de la tienda de los Serrano. ¡Hasta con música!
- Almacén de bebidas de Inocencio Montero (después de dejar el Bar Bejarano de La Plaza), en el siguiente edificio (ahora renovado) del lateral derecho de la plaza del Pósito. En el nuevo han estado varios bares: Espuela-2, Café El Pósito, Pub Marchas Club...
Recreación idealizada del almacen de bebidas de Inocencio Montero por los años 60
- El caserón esquina a Cardenal Monescillo. Ocupando el solar de estos dos edificios comentados, existió de antiguo un enorme caserón ocupado por muchos locales a lo largo de los años, y que ya se han visto y tratado más ampliamente al hablar del lateral oeste de la Plaza Mayor. Entre otros: El estanco de Julio el de Las Almarasas, el primer Bar Eugenio abierto en 1905, el café de Pepe El Chepa, la imprenta de Jerónimo Muñoz (luego de Gregorio Casarrubios Gorito) o la pastelería de Matías González.
Colofón al entorno de nuestra Plaza. Panoramicas
Recreación idealizada de la Plaza por los años 50. Hacer clic en la imagen para agrandar
Recreación idealizada de la Plaza por los años 60. Hacer clic en la imagen para agrandar
Alrededores de ls plaza del Pósito
- Bar de Francisco Monreal Capirre, en la Travesía de Fernández Calzuelas. Tuvo primero el Bar España en la calle Castillo, cerca del Tumbillo, y luego un mesón enfrente, pero los excesivos gastos hicieron inviable el negocio y recaló aquí, frente a la trasera del Pósito.
- Casa de don Luis Treviño, en la calle Fernández Calzuelas, frente a la entrada trasera del colegio de monjas de Ntra. Sra. del Rosario. Tenía habilitada una vivienda de alquiler, y allí, entre otros, tuvo su estudio el pintor Isidro Antequera y vivieron don Rufino Soriano, que fue director del Colegio Teresiano, y el médico don Renato Martínez.
Casa de don Luis Treviño
C/ del Cardenal Monescillo
- Farmacia de Evaristo Quirós, ahora de Victoriano Durán, en la esquina con la Plaza Mayor.
- Comercio de "La Buena Estrella", antes de abrirse la farmacia de Quirós. Luego se trasladó al final de la calle de Santa Ana.
Ignacio Olivares, mancebo en la Farmacia de Quirós
- Antiguo caserón que se ha tratado varias veces por estar a caballo entre la plaza del Pósito y la calle de Cardenal Monescillo, además de ser la continuación del frente norte de la Plaza Mayor. Estuvo ocupado por muchos locales a lo largo de los años, entre otros: El estanco de Julio el de Las Almarasas, el primer Bar Eugenio abierto en 1905, el café de Pepe El Chepa, la imprenta de Jerónimo Muñoz (luego de Gregorio Casarrubios Gorito) o la pastelería de Matías González.
- Sucursal de la relojería de Leoncio Peña (San Bernardo, 52 Madrid), en esa misma casa, número 1. Su encargado era José María Carballedo.
Antiguo caserón en la esquina de la plaza del Pósito con la calle del Cardenal Monescillo. Semana Santa 1957
- Martín Serrano. Recadista. En el número 3.
- Posada de Ramón Rodrigo y de mi tía abuela Santiaga, en el 6, con "portá" por la calle de la Soledad. Ramón tuvo también durante algún tiempo la exclusiva de subir y bajar la paquetería a la estación y tenía dos carros para tal menester. Luego esta concesión pasó a Leonardo Recio, que empleaba para ello una camioneta.
Patio interior de la posada de Ramón Rodrigo
- Tienda de comestibles de Pablo Escribano Pablete y luego de Ángel Olivares Veneno, frente a la posada.
- Fábrica de chocolates, galletas y otros productos de Pablo Escribano y Pablo Fernández, en la parte superior de la tienda anterior. Luego se trasladaron a la calle de la Virgen y posteriormente se separaron: Pablo Fernández quedó en ese mismo local y Pablo Escribano se trasladó a la hoy Avda. de Juan Carlos I.
- Peña-Casino Sociedad de Cazadores, en el local de la fábrica de chocolates y galletas cuando de allí desapareció para instalarse en la calle de la Virgen.
- Tejidos y confecciones Bernalte, en el 11.
Pareja pasando por la calle del Cardenal Monescillo frente a la tienda de Bernalte
- Arsenio Pérez Villafranca, zapatero remendón, junto a Bernalte.
- Miguel El Alpargatero, que era valenciano (el negocio pasó luego a otros), frente a la Casa de la Torrecilla.
- Seguros y Gestoría de Saturnino Cenjor, en la calle Cervantes 20.
- Consultorio médico de don José de la Guía Bolliscas, en la calle de Cervantes.
- Carpintería de los Tablas, los hermanos Juan José y Ramón Calonge, en la calle Cervantes, esquina a cardenal Monescillo.
Carpintería de los hermanos Juan José y Ramón Calonge, Los Tablas
- Almacenes el Arca de Noé, de Jerónimo de la Guía (Jeromo), antes de llegar al cruce con la calle de Doña Ana. Especialidad en medias de seda y camisas para caballero.
- Almacén de bebidas La Morenita, de Juan José Arteaga, hacia el final, llegando a la calle Alcázar.
- Sastrería de Isidro Araque, en Doña Ana 19.
- Comercio de Santiago Bustamante, en la calle Valenzuela 6, con género diverso como pianolas, relojes, bicicletas, escopetas, cubiertos de mesa, cámaras fotográficas, gabanes, gabardinas inglesas y un largo etcétera.
- Taller de Tonelería de Desiderio Vázquez, en la calle Alcázar 23.
C/ de la Tercia
- Pescadería de Ríos, en un local estrecho esquina a la Travesía de Fernández Calzuelas, frente a la calle de la Virgen. Fue abierta por los años 30 por José Ríos Martínez y su mujer, Josefa, que vinieron desde Murcia casi recién casados. Luego se hizo cargo de la tienda el hijo, también José. En los primeros tiempos tuvieron además frutería en un local contiguo, en la casa de Ignacio Olivares Pistolilla.
- Alimentación Pepe, en ese mismo local estrecho esquina a la Travesía de Fernández Calzuelas. Se trasladó luego a la misma calle, frente a la de Pío XII, que transpasó por jubilación.
Pepe Olivares tras el mostrador de su tienda de alimentación
- Casa de Ignacio Olivares Pistolilla, en el antiguo número 6. En su lugar hay un nuevo edificio.
Casa de Ignacio Olivares Pistolilla
- Banco Español de Crédito, en esa casa de Ignacio Olivares Pistolilla. Luego pasó a la calle Castillo, a la casa de los Henríquez de Luna, y, por último, antes de desaparecer absorbido por el Santander, a un edificio nuevo construido enfrente.
- Carnicería de Paco Cruz, en la casa de Ignacio Olivares Pistolilla. Antes en la Plaza.
Carnicería de Paco Cruz. Su hija Julia despachando. Años 50
- Después se encontraba el último de los tres locales que acogieron a la peluquería de Juan Aranda, que antes estuvo enfrente, en el caserón de los Cotorros, anterior a la construcción del nuevo edificio actual y a la apertura de la Travesía Virgen de Criptana, y primero en la calle de la Virgen, frente a la casa del Conde.
1947. Primer tramo de la calle de la Tercia (antigua de Calvo Sotelo). Procesión de Santa Rita
- Relojería de Paco Alberca, frente a la calle de la Reina. Era el marido de Elpidia, la hermana de Sara Montiel.
- Deportes Manzaneque, en el 5, esquina a Reina. Ahora trasladada a la acera contraria y cerca de la plaza de La Tercia.
- Almacenes de Manuel Antonio Olivares, en el tramo entre Reina y Convento, a la izquierda.
- Calzados Segarra, en el 22, de la entonces calle de Calvo Sotelo, frente a Olivares.
- Joyería de Rafaelito Mena, en el 22.
1957. Segundo tramo de la calle de la Tercia. Procesión del Domingo de Ramos
- Taller de Bicicletas de Joaquín García Iniesta, en el 24, esquina a la calle del Convento.
En esta casa de la esquina entre las calles del Convento y de la Tercia, estuvo el taller de bicicletas de Joaquin García Iniesta
- Restaurante Bahía de María, en la otra esquina con la calle del Convento. Ahora transformado en un restaurante oriental.
- Carbonería de José María Albacete, en el 15, bajando a la plazuela de la Tercia. También estuvo en la Calle del Maestro Manzanares 17 y en la calle de Santa Ana.
Calle de la Tercia hacia el final de los años 20 del pasado siglo al paso de una procesión indeterminada
C/ de la Virgen de Criptana
La calle Virgen de Criptana tuvo el nombre de Empedrada y luego Magnes, dedicada a Geronimo Magnes, que fue alcalde constitucional en 1877, o tal vez a don Gerónimo Magnes Romero, un antepasado suyo prior del convento de Uclés. También fue titulada en algún tramo como Bardón y Arbol del Paraiso, de los que no puedo aportar ninguna información. Desde el 14 de abril de 1890, con cambios en el período republicano, ya estuvo dedicada a la Virgen de Criptana. El pavimento en un principio era empedrado.
Inicio de la calle de la Virgen en tiempos actuales
La calle de la Virgen en 1926. A la izquierda, la Casa del Conde. Y frente a ella, la de los Cotorros y la de la farmacia (entonces con 6 vanos y ahora solo con 4)
Inicio de la calle de la Virgen, mirando hacia abajo y hace unos años. Ahora el frente está muy modificado
En el inicio (frente oeste):
- Pescadería de Ríos, en un local estrecho esquina a la Travesía de Fernández Calzuelas, frente a la calle de la Virgen. Fue abierta por los años 30 por José Ríos Martínez y su mujer, Josefa, que vinieron desde Murcia casi recién casados. Luego se hizo cargo de la tienda el hijo, también José. En los primeros tiempos tuvieron además frutería en un local contiguo, en la casa de Ignacio Olivares Pistolilla.
- Comestibles de Pepe Olivares, en ese mismo lugar estrecho de Ríos.
- Casa de Ignacio Olivares Pistolilla, en el antiguo número 6. En su lugar hay un nuevo edificio.
En la Acera de la izquierda (impares) hasta la antigua calle de Cristo Rey:
- Carnicería de Anastasio Muñoz, en la Casa del Conde. Luego abandonó ese negocio y se dedicó al transporte: Ramigar.
- Calle de Cristo Rey, hoy incorporada al ámbito de la plaza Mayor en su entrada por la calle de la Virgen.
- Acción Católica femenina, en la Casa del Conde por la parte de la antigua calle de Cristo Rey.
- Casa blasonada de los Quirós ("Después de Dios la casa de Quirós"), en el solar de la enorme casa de la esquina de esa antigua calle de Cristo Rey.
La calle de Cristo Rey en tiempos antiguos (ahora integrada en la Plaza Mayor). Escudo de los Quirós
- Posada del Sol, en esta casa que fue de los Quirós, pero desaparecida hace muchos años.
- Carnicería de Carnemicho padre, igualmente en esta casa, por la parte de esa antigua calle de Cristo Rey. El hijo abrió luego otra en la calle Castillo.
- Taberna de Gaona, también en la casa de los Quirós y desaparecida a principios del siglo pasado.
- Pescadería de Policarpo Reillo, el último comercio en desaparecer de la casa de los Quirós antes de su derribo, y que se negaba a toda costa a hacerlo, de tal manera que puso una especie de pancarta con la leyenda: el "santuario" no se rinde.
- Electrodomésticos Herencia, en la llamada casa de Iluminado, en la parte de la antigua calle de Cristo Rey.
Nuebles Herencia
En la acera de la derecha (pares) hasta la calle Castillo:
- Acción Católica masculina, en el piso superior de la antigua y enorme casa de los Cotorros, que tenía vuelta por la calle de la Tercia y, derribada, también dio para abrir la Travesía Virgen de Criptana hacia la calle de la Reina.
- Peluquería de Juan Aranda, en los bajos de Acción Católica, luego trasladada a la calle de la Tercia, en la misma casa de los Cotorros, y posteriormente enfrente.
- "Alcahueteriá" de los Calcerrada, de Alcázar, asimismo en la parte baja del edificio donde estuvo Acción Católica. Sólo abría los domingos.
- Supermercado SUCRIPSA, el primero que hubo en Criptana, en esa misma casa de los Cotorros, unos años después.
Supermercado SUCRIPSA
Otra fotografía del Supermercado SUCRIPSA en 1964
Otra fotografía más del Supermercado SUCRIPSA en 1964
- Tejidos y confecciones Cresal, en el 2, en donde estuvo el supermercado.
- Tienda de tejidos, sombreros, gorras y boinas de Faustino López (un indiano oriundo de Cantabria), en el 4, con vivienda por la parte de arriba.
También tuvo Faustino López, muy emprendedor, bodega y panadería. Y fue alcalde de Criptana en 1923 y entre 1930 y 1931. La tienda estuvo regentada por sus sobrinos Ricardo Rasines, que abandonó pronto, y Santiago Sainz, fallecido muy joven, por lo que pasó a se dirigida por la mujer de éste, mi tía abuela Rosa Alarcos.
En esa casa siguió viviendo su hija Justa, casada con Juan Manuel Santos (que también fue alcalde) y los hijos, los Santos López. En ambientes cercanos y familiares esta vivienda era también conocida como “casa de la Justa”.
De los seis vanos iniciales de esta casa aún se mantienen cuatro, los otros dos del lateral izquierdo fueron derribados para levantar una nueva edificación.
- Farmacia de Juan Vidal Sureda (vino desde Mallorca), en el 4, en donde estuvo la tienda de tejidos de Faustino López. Luego la farmacia fue de López-Casero, también alcalde entre 1971 y 1977, y ahora de la hija de éste, Cristina López-Casero.
Paso de procesión de Semana Santa frente a la farmacia de Juan Vidal Sureda
- Óptica y relojería de Manuel Galindo, en uno de los vanos ahora desaparecidos de la casa de Faustino López. Era muy pequeñita y con contrapuertas de madera que se habrían hacia afuera. Luego se trasladó más arriba y, ahora, sólo óptica y en local ampliado, va por la tercera generación.
- Tienda de chuches de Pepe García Casarrubios, también conocido como Pepe el Alcahuetero o por El Carbonero. Junto a la Óptica Galindo.
C/ Virgen. 1948. Por la derecha, Galindo, casa de Bernardino Rubio, Julian Carreras, Casa Salazar, casa de Pistolilla, Blas Ayllón...
- Anita La Turronera, fue un personaje muy querido en nuestro pueblo. Cada feria levantaba su cuarto de madera, lleno de luz, en el paseo del Parque. Pero no era feriante de paso; ella, que venía de Castuera (Badajoz), se quedaba en Criptana hasta después de Navidad, y la veíamos, envuelta en su luto y en compañía de su hija, en la calle de la Virgen, frente a la antigua calle de Cristo Rey, sentadas a orillas de un carrito plano con sus turrones y chucherías, y después, con el frío, en la esquina de la Casa del Conde.
- Ráfagas, tienda de ropa y modas, en el número 6, en un edificio nuevo levantado en los dos últimos vanos de la casa de Faustino López. Luego otras: Calzados Mediterráneo...
- Casa de Bernardino Rubio. Muy Reformada.
La calle de la Virgen en tiempos actuales
- Antigua tienda de confección, mercería, perfumería, regalos, juguetes…, de Julián Carreras, en el 10, reedificada por los años 30 del pasado siglo en tres alturas. Al principio se anunciaba como Almacenes La isla de Jauja. Cuando Julián Carreras se jubiló, se la traspasó a algunos dependientes, que tuvieron el acierto de conservar el comercio como Casa Carreras, pero en 2020 llegó el cierre definitivo.
Anuncios de Julián Carreras, entonces con el nº 8 de calle, en los Programas de Feria de 1942 y 1948
Julián Carreras y casa de Bernardino Rubio. 1948
La Navidad no empezaba hasta que en la tienda de Julián Carreras no ponían el enorme Rey Mago, en cartón piedra, que con una especie de buzón en sus manos recogía las cartas para pedir los regalos en la noche mágica del 5 de enero. Muy deteriorado por sus muchos años de servicio, estaba ya arrinconado, pero afortunadamente ha sido reparado en el Taller de Madera de la Universidad Popular en la Casa de Cultura y hoy, tremendamente alto, cuando casi nadie escribe cartas en este mundo actual de correos electrónicos, wasaps y pedidos por internet, todos los años se coloca en el Museo del Pósito para que siga recogiendo las ilusiones y sueños de las niñas y niños de nuestro pueblo.
Parece ser que en tiempos fueron tres los reyes que vinieron a comercios del pueblo, los otros dos han desaparecido y tampoco se sabe si eran todos iguales, representando a Melchor como el de Carreras, o completaban la terna con Gaspar y Baltasar.
Rey Mago en la antigua tienda de Carreras
- Tras Carreras estaba la magnífica Casa Salazar, que durante tiempo de la 2ª República fue sede del Ayuntamiento mientras el de la Plaza estaba en obras. Parecía una mansión palaciega, con una escalera y vidriera al fondo de ensueño. Era una casa al estilo de la de doña Remedios en el Pozo Hondo o la de don Miguel Henríquez de Luna en la calle Castillo, pero superándolas, con mejor rejería. No debió nunca derribarse. La nueva construcción ofrece la singularidad de tener un patio de luces abierto hacia la calle.
C/ Virgen. 1948. Por la derecha, Casa Salazar, casa de Pistolilla, Blas Ayllón...
- Consulta y vivienda de don Manuel Torres, un médico muy querido en Criptana, en la casa antes citada. Tenía su propio chófer para conducir el coche.
- Cafetería Bahía, de María Criptana Díaz-Parreño, en el lateral derecho del patio de luces abierto en la nueva construcción antes mencionada, ahora todo él ocupado por Federópticos y Audiocentro Galindo.
- Tienda de tejidos de Antonio Gullón Rodríguez, en un enorme edificio hoy totalmente renovado y marcado con el número 16. Se estableció aquí a finales del siglo XIX y era pariente de los Gullón con fábrica de galletas en Aguilar de Campoo, de la que poseía algunas acciones que luego vendieron al clan familiar. La casa era y es conocida como la de Ignacio Olivares Pistolilla, casado con una Gullón, y hay mucha tela que contar de ella en distintas épocas.
- Tejidos Santiago Luján, "El Capricho", que también vendía muebles, tienda fundada en 1912 en esta casa anteriormente citada. Unos años antes de la Guerra Civil se trasladó mucho más arriba, en la otra acera, poco más allá de la travesía de Murcia.
- Centralita manual de la Telefónica, en la enorme casa de Pistolilla mencionada. Poner una conferencia interurbana era casi descabellado. "A Madrid tres horas de demora", te soltaba la telefonista como poco.
- Salchichería de José Andúgar, con sus hijas Fina y Cundi despachando.
- Confitería y "Cordiales" de Matías González con su mujer Pepa, padres del antiguo alcalde José González Lara, trasladada desde la plaza del Pósito a esta casa que nos ocupa. Milagros, otra de las hijas y ya fallecida, la desplazó a su vez unos metros más arriba, al número 22 actual.
Pepa Lara, la inventora de los cordiales
- Bar Sancho, también, cómo no, en esta casa de Pistolilla, que daba para todo esto y más, pero ya en tiempos relativamente más modernos. El dueño era Manolo, de Alcázar, y tenía colgadas las jarras de cerveza con las serigrafías de los escudos de equipos de fútbol de primera división por orden de clasificación. Había también una gramola para poner discos y un gran mural con la figura de Sancho Panza.
- Futbolines de Pistolilla, con Antonio Sepúlveda de encargado, también en la misma casa que estamos comentando y ya antes de derribarla.
Antonio fue tan popular y querido que el local era conocido como los "Futbolines de Antonio". Venía a añadirse a los ya conocidos de El Feliso, un poco más arriba, y el de Moratalla, en la calle Castillo.
Era un mundo de chicos y adolescentes, ocultos a la vista por una especie de pintura banquecina que cubría los grandes ventanales. Fuera, el trajín habitual de las compras del día a día, que por las tardes se convertía en famosa calle del roce en Criptana, sobre todo en verano y más en sábados y domingos: un continuo ir y venir de parejas, familias y pandas de chicos y chicas en pleno cortejo para encontrar noviete o novieta.
Futbolines de Antonio
- Dos bares en la nueva casa de Olivares Pistolilla, a ambos lados de la puerta del edificio, número 16 actual, que han cambiado varias veces de arrendatario o que han permanecido por temporadas cerrados: de Jesús Perucho, Atila…
- Pescadería y frutería Blas Ayllón, Los Bolañeros, en un enorme caserón, numero 16 antiguo, con gran corral, "porta" y una zona más noble de vivienda. Una vez derribado, el solar sirvió de aparcamiento durante algún tiempo y en él se levanta hoy una moderna edificación, nº 18 actual, con patio porticado abierto. Cuando los Ayllón tuvieron que abandonar este caserón por amenaza de ruina, estuvieron unos años hasta la jubilación más arriba de la calle, pasado el Banco de Santander.
Los Ayllón eran tres hermanos con su madre, viuda, que se establecieron al principio de los años 20 del pasado siglo frente al Pósito, donde se anunciaban como Pescadería Coruñesa. Vinieron de fuera, pero no de tierras galaicas y sí de tan manchegas como las de Bolaños. Además de la tienda abierta al público, vendían sardinas por todos los pueblos de los alrededores. Se separaron posteriormente: Ladislao se fue a Villafranca, Ramón estuvo durante algún tiempo en la calle de la Virgen, en el número 9 entonces, a continuación del hoy Monasterio de Monjas Concepcionistas, y Blas, casi enfrente, en el sitio citado, negocio que continuaron sus hijos y en donde además del pescado, la fruta y otros comestibles, eran famosas sus aceitunas, que ellos mismos curaban y arreglaban.
- Carbonería de Simpliciano Olivares, en este mismo caserón.
- Pepe El Recadista, también en el caserón. Al principio estuvo de socio con su cuñado Faustiniano Hidalgo, en la misma calle de la Virgen, frente a la del Castillo.
- Guarnicionería de Andrés Santos Baquetas, en el caserón, que daba para mucho. Siempre tenía unas abarcas colgadas en la puerta. Sus últimos trabajos solían ser alforjas para las mobiletes.
- Platería González. en la parte más noble del caserón. Antes habían estado al principio de la calle del Caño. Ésta de la calle de la Virgen (antiguo nº 20) pasó luego a ser relojería platería Eduang, del actor argentino Eduardo Marchioli, que aquí se afincó durante unos años y se implicó en muchos temas de teatro en el pueblo.
- Antigua Casa de Castilla, que perteneció a don Melchor de Castilla-Portugal y Zuñiga-Mendoza, noble avecindado en nuestro pueblo a finales del siglo XVII. Se encontraba muy deteriorada y fragmentada en dos edificios distintos, afortunadamente hoy recuperados con bella fachada común, que luce el escudo nobiliario por encima de un gran balcón curvilíneo. En él, multitud de comercios o negocios se han ido sucediendo en el tiempo:
- Droguería de Manolo Calzado, con una preciosa fachada de azulejos y una gama de productos en venta de lo más variado además de los propiamente de droguería. Incluso de imágenes de santos.
Carteles publicitarios que hermoseaban la azulejada fachada de la droguería de Manolo Calzado
- Futbolines de Rafael Escribano El Feliso. Lugar de encuentro y de ocio de chicos allá por los años 50 y 60. Las chicas no tenían vedada la entrada, pero no eran habituales. Además de los futbolines, las mesas de billar y las primeras máquinas recreativas, mecánico-eléctricas (para nada electrónicas), que salieron al mercado, las famosas Flipper, El Feliso añadía a su negocio la venta de tabaco (marcas americanas e inglesas que decían de contrabando) y hasta perdigones de plomo para las escopetas, que, subiendo a la galería del patio por unas empinadas escaleras, donde vivían, te suministraba su mujer, La Boni, en unos liotes de papel.
Si ocasionar una avería en los futbolines provocaba que El Feliso te "soltara los perros" ("tonto jodío", "indio de la India puta"), utilizar el taco del billar incorrectamente, de tal manera que pudiera causar la rotura del tapete o que alguna de las bolas se saliera de la mesa y cayera al suelo, le producía los siete males: ¡se cagaba en todos los santos! Y si acaso se llegaba a ese extremo de hacer un roto en la franela —nunca vi el caso— supongo que hubiera salido corriendo a por su famosa escopeta, aunque el perseguido quizá estaría a salvo por eso de "fallas más que la escopeta del Feliso".
Casa blasonada de los Castilla
- Bazar de Antonio Carreras. Carreras el de arriba, se decía, para diferenciarlo de Julián Carreras, el de abajo. Eran hermanos y al principio estuvieron juntos en el local de abajo.
Un acertijo de entonces:
— ¿En qué se parecen unas medias a la calle de la Virgen?
— Las medias y la calle tienen carreras por arriba y por abajo.
Los Carreras competían en la calidad de sus productos y hasta en el ingenio de sus propagandas comerciales. En la fotografia, Antonio Carreras (hijo)
- Papelería Moderna, traspasada a la maestra doña Ramona Manzaneque por la familia García Atance, que la tenían en una primera ubicación en la acera contraria, en la casa de don Ramón (hoy Monasterio de Monjas Concepcionistas).
- Congelados de Eusebio Arreborrica. Fue la primera tienda de pescado congelado que se abrió en Criptana.
- La confitería Cordiales de Milagros González. trasladada aquí desde su anterior emplazamiento unos metros más abajo, más o menos frente a donde hoy está la imagen de la Inmaculada en la fachada del Monasterio de Monjas Concepcionistas. Precisamente ellas son las que elaboran ahora los famosos pastelillos de almendra, los cordiales, cuya fórmula secreta, de larga tradición familiar, les cedió Milagros.
- Café del Feliso, con actuaciones esporádicas de cantantes, en el número 24, en la casa de Patricio Cruz, conocida como “de la Felisa” nombre con el que también o por “la del mal ojado” se designaba a la esquina, en el local frente a la calle del General Pizarro. También albergó este recinto durante algún tiempo los futbolines.
Era El Feliso todo un personaje. Hasta puso también un bar, el Victoria, abierto al final de la Guerra Civil en el número 16 antiguo de la calle de la Virgen, poco más abajo de donde tuvo los futbolines, y que debió ser de efímera existencia, pues no hay constancia de él salvo en el Programa de Ferias de 1942.
- Pescadería de Manolín, en el local ya descrito frente a la calle del General Pizarro. Luego ha tenido otros emplazamientos.
- Pastelería La Bamba. En este mismo local anterior. Ahora en la Travesía Virgen de Criptana
- Calzados Julia, en la esquina con la calle Castillo. Luego en la Calle de Santa Ana
- Boutique Monza (y varios más) en ese local anterior.
En la acera de la izquierda (impares) desde la antigua calle de Cristo Rey a la del General Pizarro desaparecieron:
- Enorme casa solariega de los Quirós en la esquina de la antigua calle de Cristo Rey con la de la Virgen.
- Tienda de tejidos y confecciones de Iluminado García, en los bajos de la calle de la Virgen en la llamada casa de Iluminado, que sustituyo en los años 50 a de los Quirós. Se decía siempre incorrectamente de Iluminado, recordando la famosa tienda que antes tuvo al principio de la calle de Santa Ana, pero al morir pasó a rotularse como de Vda. de Iluminado y luego de Hno. de Iluminado, que era Pepe García-Chico Bermejo.
Esquina de Iluminado y acera de los impares de la calle de la Virgen
- Tras la “portá” de la casa de Iluminado, dos puertas: en la primera, un local muy pequeño, parece ser que hubo una guardicionería y luego comercios que han ido cambiando con los años; por la otra, de hierro, se accedía directamente a un piso en el que vivió el sacerdote D. Antonio García Rodado, que aquí estuvo de coadjutor entre 1965-75.
- Tiendecilla de frutos secos que los chicos llamábamos "El Triángulo" por su forma y reducidas dimensiones, a continuación de Iluminado, en la trasera de corrales y "porta" de la casa de los Guadaño, conocida como de "la Millona", con vivienda y fachada principal por la calle Murcia.
- Pequeña carnicería, también en la trasera de la casa de los Guadaño.
- Casa solariega de los Treviño, en el número 7. Sus últimos ocupantes fueron doña Piedad Treviño y Suarez de Figueroa y su marido don Ramón Henríquez de Luna y Baillo, que, en 1987, donaron la zona noble y parte de los corrales a las monjas concepcionistas para que establecieran un convento. Se hicieron grandes obras para acondicionarla y se agrandó la zona noble de fachada, igualándola con la primitiva. Por todos era conocida como casa de don Ramón.
- El siglo XX, despacho de aceites andaluces de Victoriano Romeral, desaparecido hace muchos años, por la zona de camarillas y junto a la "porta" de entrada a los corrales y dependencias agrícolas de la casa de D, Ramón.
Calle de la Virgen. 1948. Por la izquierda, la frutería de Pepe Molina, la Papelería Moderna, la casa de don Ramón... Por la derecha, casa de Pistolilla, Blas Ayllón...
- Frutería y pescadería de Pepe Molina, un murciano casado con Petra, hija de la María "la que pincha". Un día "se marchó a por tabaco" y la dejó tirada. Por la zona de corrales de la casa de don Ramón, ahora convento de las Concepcionistas.
- Helados Ilsa-Frigo, abierto por Jesús Sanz (antes herrador con el veterinario don Demetrio) en el mismo local de la frutería anterior. Luego se trasladó a la calle Castillo, donde toda la familia, los Cabañero, pusieron después el Bar Castillo (Los Pepes) tras dejar la repostería del Casino Primitivo.
- Papelería Moderna, de la familia García Atance. También por esa zona arícola de la antigua casa de don Ramón. Allí estaba a cargo Eliria, con alguna dependienta, y ayudaba su hermano Pepe y a veces los hijos de éste. Luego se cambió a la acera contraria, al 22 entonces, pero ya traspasada a la maestra doña Ramona Manzaneque.
Termina el recorrido por la acera izquierda de la calle de la Virgen (entre la antigua calle de Cristo Rey y la del General Pizarro) con la enorme posesión de los Granero, que también ocupa parte de la calle Murcia y la propia calle del General Pizarro, donde está la suntuosa construcción principal en estilo modernista. Siempre se ha conocido como casa de doña Mariana Granero, aunque su origen parece ser que fue de doña Josefa de Lizama y luego de su hijo el militar Jácome de Buendía, Hoy es de los herederos. Sobre sus tejados sobresale un tremendo ciprés que posiblemente sea uno de los árboles más antiguos de Criptana y que competía en ello con la “carrasca gorda” en la carretera a Arenales. Desgraciadamente malograda.
Siempre ha sido esta casa espacio para múltiples alquileres de locales comerciales que han ido cambiando con los años.
- Tienda de alquiler de bicicletas de Serafín Blas Ochoa, en la casa de los Granero.
- Pescadería de Ramón Ayllón, tras separarse de sus hermanos Ladislao y Blas (justo enfrente), igualmente en la casa de los Granero.
- Peluquería de Trinidad Briega, en la casa de los Granero. La fachada, muy artística y novedosa para la época, la pintó Ignacio Valbuena, padre del gran Francisco Valbuena y abuelo de Paco Valbuena. Trinidad tuvo antes la peluquería en la Plaza y posteriormente en la calle Castillo. Ésta de la calle de la Virgen pasó luego a Esteban García, que la anunciaba con "buen trato, economía y limpieza". Aquí estuvo después la de Ortas, más tarde trasladada a General Pizarro, frente a la farmacia, y en la que se unió con Ángel Pedroche Aurio.
Peluquería de Trinidad Briega. En la puerta está Alfonso Moreno, que era su oficial. Luego pasaron a la calle Castillo y, más tarde, Alfonso y su hijos Los Pelos se quedaron con ella
- Tienda de comestibles Casa Camacho, en la casa de los Granero, a continuación de la peluquería. Regentada en los últimos tiempos por Carmen Camacho, después de estar cerrada ya hace mucho tiempo, aún conserva su decrépita fachada.
Aquí estuvo la tienda regentada en los últimos tiempos por Carmen Camacho
- Pepe El Naranjero, antes de llegar a la esquima de la calle General Pizarro.
- Frutería de Bermejo, en el mismo sitio que Pepe El Naranjero.
La peluquería, Camacho, Bermejo. 1962
- Papelería y periódicos de los Arias, fundada en 1913 por Alejandro Arias y su hija María Josefa (luego la Concha y también Santiago Arias El Sordete y su mujer Vicenta), con el escaparate por la calle de la Virgen y la puerta por la del General Pizarro.
Decenas de tebeos colgaban en una cuerda a lo alto del mostrador, prendidos con pinzas de tender la ropa. Los había de risa como el TBO, el Tío Vivo, DDT, Mortadelo y Filemón, Pulgarcito, Pumby, Jaimito… De aventuras: El guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, El Cachorro, El Jabato, Roberto Alcázar y Pedrín…Y para las chicas: Florita, Mis Chicas, Azucena…
Arias en la esquina, Bermejo, Camacho...
A la vuelta de la esquina, en la calle General Pizarro, desaparecieron:
- Lola, la alpargatera, con su marido, que hacía y ponía persianas. La ya citada peluquería de Ortas y de Ángel Pedroche "Aurio". Y, en tiempos más antiguos, el despacho de tocinos y jamones de Diómedes Ortiz y el almacén de bebidas de Juan José Fernández.
Y en la acera de enfrente: El almacén de tejidos muebles y novedades de Domingo Esteso, donde luego la farmacia. Droguería y perfumería Mil-Ros, junto a la farmacia. Cordelería de Emeterio el de "Ceja", negocio que luego amplió a la venta de huevos y alpargatas. Cervecería Jacinto, de Jacinto Alberca (Legaña), que luego se cambió a la Plaza y con sus 6 hijos (tres chicos y tres chicas) pusieron en la esquina de la calle de la Soledad, frente al Teatro, el Bar Los Hermanos, que después de unos años cambiaron de nombre y pasó a ser Café Bar Los Molinos. O la tienda de comestibles y frutería de Lucas y antes de su suegro Toribio, también periódicos y taxi.
Santiago Arias El Sordete y su mujer Vicenta
En los tramos siguientes de la calle de la Virgen, hasta el final, desaparecieron::
- Pepe El Recadista, y Faustiniano Hidalgo, recadistas, frente a la calle Castillo. El viaje normal era a Madrid y ocasionalmente a Ciudad Real. El medio de locomoción, el tren, y se encargaban de recoger o llevar paquetes, comprar algún producto o realizar cualquier tipo de diligencia. También vendían cordeles, negocio que heredaron de su suegro común, Emeterio el de "Ceja", con el que trabajaron los primeros años en un cuarto junto a la farmacia de la calle General Pizarro. Luego Pepe se estableció por su cuenta en la misma calle, pero un poquito más abajo y en la acera contraría.
- Carnicería de Felipe Muñoz, semiesquina con la travesía de Murcia. Trasladada aquí desde su anterior emplazamiento en la Plaza, en la ya desaparecida "casa de los soportales". Sus chorizos caseros nunca han sido superados.
- En este mismo local de la carnicería de Felipe Muñoz estuvo antes la tienda de comestibles de Carmelo Manzaneque Blanco, en el que al por mayor y menor expendía toda clase de coloniales, siendo su especialidad los jamones, salchichones y garbanzos de Castilla.
- Autoescuela y gestoría de Miguel Alberca Punano, en la esquina de la calle de la Virgen con la travesía de Murcia. Antes estuvo en la Plaza y después en la calle de la Tercia.
- Banco Central, en la esquina con la calle Castillo. Antes estuvo en la Plaza, en la casa de Enrique Alarcón. El Banco Central primero se fusionó con el Hispano Americano y ahora todo pertenece al Santander.
- Salchichería de Melquíades, a continuación del hoy Banco Santander.
- Guarnicionería de Paco Herencia, junto a la salchichería.
- Bar Julián, por donde los anteriores, pero en edificio de nueva construcción. El Bar Julián se encuentra ahora en la carretera de Alcázar, y éste de la calle de la Virgen ha pasado por varios dueños o arrendatarios.
Bar Julián
- Pescadería de Blas Ayllón, en este edificio nuevo que comentamos, trasladada desde su emplazamiento anterior en un enorme caserón hoy ocupado por una nueva construcción con patio abierto y soportales frente a las Monjas Concepcionistas. La pescadería desapareció cuando fueron jubilándose.
- Antonio Millán, sastre como también lo fue sus padre Julio, por donde hoy se levanta una nueva edificación con el nº 30. Marchó a Madrid y tenía la sastrería en la calle Churruca. al lado de la Glorieta de Bilbao.
El padre también fue sastre
- Droguería de Bautista, en los bajos de la siguiente casa, que fue de sus padres: Gabino y Visita. Luego por la calle Lope de Vega y ahora con una hija suya allí mismo, pero transformada en una franquicia del ramo de pinturas.
- Fragua y taller mecánico de Wenceslao Ramírez Cabila, en la esquina con la travesía de Murcia (el padre y los hijos, Wenceslao y Domingo).
- Domingo Ramírez Cabila, con servicio de taxi además del taller, en la travesía de Murcia.
- Ferretería Nieto, a continuación del taller de Cabila, en el 15 entonces.
- Fábrica de chocolates, galletas y otros productos de Pablo Escribano y Pablo Fernández, en el número 23 actual (aún existe la casa). Ya antes habían estado en la calle del Cardenal Monescillo y aquí, en la calle de la Virgen, pronto se separaron: Pablo Escribano se trasladó a la hoy Avda. de Juan Carlos I, en el 21, en una especie de chalé frente al Parque, y Pablo Fernández quedó aquí, pero ya solo con fábrica de chocolates y caramelos. En distintas épocas tuvo Pablo Fernández tres marcas de chocolate a la taza en el mercado: Los Glotones, Pablito y Alfonsito.
Cromos de Chocolates Alfonsito
- Tienda de chucherías y video club de Juandéla, en ese mismo local de la fábrica de chocolates. Antes estuvo en la calle Castillo (sólo con chuches) y ahora se ha trasladado su hijo a la parte final de la calle de la Virgen, cerca del Calvario, al nº 95.
Juandela
- Taller de bicicletas de Ortiz, a continuación. Eran de Alcázar y vivían en la calle de la Reina.
- Clínica de enfermería y servicio como practicante de Vicente Aranda Vidal, en el número 39 actual.
- Horno de pan de Méndez, en el 52, en edificio anterior al actual.
- Carnicería y salchichería Juan J. Cruz, dos puertas más arriba del antiguo horno de Méndez.
- Librería y tienda de juguetes de Juandela, esquina a la calle de La Paloma.
1948. Tramo de la calle de la Virgen entre las calles de la Paloma y Castillo
- Antiguo edificio del Colegio Nacional Mixto Virgen de Criptana, esquina a la calle de la Guindalera, inaugurado en 1928 como Escuelas Grandes de la Calle de la Virgen para niñas. Después de un largo proceso de construcción de nuevas instalaciones, desapareció el viejo totalmente en el año 2000.
Inauguración de las Escuelas Grandes de la Calle de la Virgen en 1928. Preside el Alcalde don Eduardo Cueto, el Gobernador don Enrique de Lara y Guerrero (con el detalle de estar fumando), y el Juez de Paz
Años 50. La calle de la Virgen desde la esquina con la de la Paloma. Al fondo, a la izquierda se ven las antiguas escuelas
- Bodega de Jerónimo Millán, en el último tramo llegando al Calvario, frente a la calle de la Verónica. No ha desaparecido en realidad, sí su uso. Por dentro debe de estar como hace 50 o 60 años. La fachada permanece bien cuidada.
Bodega de Jerónimo Millán, a la derecha, sin uso pero en buen estado. Al fondo, El Calvario, y más alla... estaban las eras
- Caseta de despacho de agua, en El Calvario. Había otras en la plazoleta de don Ramón Baillo y en el ensanche del principio de la calle del Cristo. El agua nos venía del sobrante de Alcázar, del pozo de las Perdigueras, pero llegaba a las casas con muy poca fuerza y de higos a peras.
- Antiguas cruces del Calvario, ahora en la falda del Cerro de la Virgen, sustituidas por otras realizadas por Xema Teno.
Sermón de la Pasión en el Calvario, en la Semana Santa de 1957. Don Gregorio, casi tapado por el olivo del Prendimiento, con el púlpito instalado junto a la caseta del agua. Y, al fondo, los tres arcos con las cruces de Cristo y de los dos ladrones que con Él murieron en el Gólgota
Monte Calvario en piedra, con unas curiosas cruces quizá en plan provisional hasta que estuvieron las de hierro
La plaza del Calvario antes de su remodelación
- Las eras de la Virgen, pasando el Calvario.
Aparte de su misión fundamental, lugar donde se trillaba la mies, eran sitio donde los chicos jugábamos al fútbol. Algunas tenían "cuartillos", construcción muy austera, con machones como almenas y techumbre rudimentaria, que servía para recoger a las caballerías... o para que creyéramos que eran imaginarios castillos que había que conquistar en nuestras interminables correrías.
- El camino de tierra de la Virgen
Romería a la Virgen con el camino de tierra por los años 50
C/ Castillo
En distintas épocas, empezando por la acera de la derecha y con la numeración que tenían entonces, que no siempre coincide con la actual:
- Carnicería de Gregorio Muñoz, en el 2. En sitio tan estratégico, antes y después muchos comercios más.
- Espumosos, polos y fábrica de hielo de Leovigildo Romeral, en el 4.
- Bar Leo, luego Flor y más tarde La Espuela de Ángel Chivite, en el 4.
- Gráficas Flordy, en el 6. En el "submarino", nombre por el que era conocido el largo y estrecho taller, lleno de máquinas, pilas de papel y botes de pintura, navegó la activa tripulación formada por Santiago Flores Vela, José María Díaz-Hellín Muñoz y Ángel Ortiz Moratalla. A pesar de su estrechez, tenía una preciosa fachada decorada por Francisco Valbuena, al igual que hizo con la vecina de la librería de Arias, antes de reestructurarse el edificio.
- Imprenta Flores. Los hermanos Flores Romeral, José Mari y Milagros la heredaron en 1980 de su padre Santiago. Había sido creada en 1971 (antes Gráficas Flordy desde 1951). Ellos la convirtieron en papelería, librería, venta de revistas y periódicos, e imprenta, que paulatinamente de la forma tradicional pasó al diseño e impresión digital. A finales de 2021 y principios del 22 llegó la hora del cierre.
Imprenta Flores. Santiago Flores Vela y José María Flores Romeral
Imprenta Flores
- Estanco del Calero, en los últimos tiempos con David El Calero y su mujer Matilde. A continuación de la imprenta.
- Zapatería de Andrés Esteso, en el número 10.
Zapatería de Andrés Esteso
Calle Castillo en tiempos más actuales
- Confitería Niño, a continuación de la zapatería. Además de los pasteles y caramelos, distribuían en Criptana los helados Camy.
- Peluquería de Trinidad Briega, y luego La Imperial de Los Pelos. El padre de ellos, Alfonso Moreno, que era oficial con Briega, se quedó con ella. Trinidad Briega se trasladó aquí desde la calle de la Virgen, junto a la tienda de Bermejo, y antes había estado en la Plaza.
- Zapatería de Mena, tras la peluquería.
Durante la Dictadura de Franco, la calle Castillo llevó el nombre del Fundador de la Falange
Calle Castillo. A la izquierda, la peluquería de los Hnos. Moreno y la Confitería Niño
- Antigua Mercería-Paquetería Casa Valera, en la esquina con la calle de la Reina. No ha desaparecido, no, afortunadamente. Fue inaugurada en 1931 por Francisco Valera Olmedo para su hijo Augusto y al poco se incorporó también el otro hermano, Paco. Ahora, muy reformada, ya es otra generación quien la regenta. Es mi pequeño homenaje al que sea probablemente uno de los comercios más antiguo de Criptana.
- El "confesionario". Eso parecía el puesto de chucherías de "la María la que pincha", en la esquina de Valera. Lo de "María la que pincha" era por su otro oficio de poner inyecciones.
"La María la que pincha"
Y en la acera de la izquierda, hasta completar el primer tramo de la calle:
- Banco Central, en la esquina con la calle de la Virgen. Antes estuvo en la Plaza, en la casa de Enrique Alarcón. El Banco Central primero se fusionó con el Hispano Americano y ahora todo pertenece al Santander.
- Guarnicionaría de Juan José Flores El Perdío, que luego pasó a Paco Herencia, donde el banco.
- Hojalatería de Arreborrica, a continuación. Luego la abrió en su casa, en la calle del Convento.
- Talabartería de Juan Antonio Sánchez-Alarcos, en el 3.
- Carnicería de Carnemicho, en el 5. Su padre, también carnicero, la tuvo en la calle de Cristo Rey, frente a la Casa del Conde. En este local de la calle Castillo hubo luego una exposición de grifería y artículos sanitarios de Faustino Quiñones.
- Pescadería de Manilio y Casto, a continuación. Luego una pollería, huevería y animales de caza.
- Droguería y ferretería de José Vicente Molina, en el 7. Antes fue de su padre.
- Posada La Murciana de Pedro Molina y su mujer Josefa, antepasados de los Molina ferreteros y en el mismo sitio.
Posada La Murciana de Pedro Molina
- Ultramarinos y coloniales de Valeriano Perucho, en la esquina con la calle de la Reina. Y varios comercios más a lo largo de los años.
Las tiendas de ultramarinos y coloniales han ido o van desapareciendo, enfrentadas en una desigual competencia con las medianas y grandes superficies comerciales.
Se establecieron en muchos sitios a mediados del siglo XIX, fruto del comercio con las colonias americanas; proliferaron tras la pérdida de Cuba en 1898, cuando muchos españoles regresaron de la isla caribeña, y conocieron su esplendor en el siglo pasado, convirtiéndose sus repletos anaqueles en auténticos símbolos de opulencia y lujo alimentarios, tema común de sueños obsesivos e imposibles de cientos de ciudadanos en épocas de penuria.
Aunque se comerciaba con algunos productos de ultramar, como cacao, café, especias y bacalao, y también con vinos envasados, licores, ¡champán! y otras exquisiteces, el grueso de la oferta estaba formado por productos autóctonos de la tierra: harina, garbanzos, lentejas, judías, arroz..., que se vendían a granel, directamente de grandes sacos, además de todo tipo de embutidos, jamones, quesos, conservas y aceite, que de grandes zafras pasaba a una especie de ingenio con grifo en el mostrador.
A granel se vendían igualmente las sardinas en aceite "puro de oliva" (las sardinetas) —no recuerdo haber probado después otras tan buenas como aquellas—, el tomate en conserva y el riquísimo escabeche de bonito, para lo cual era necesario llevar un plato o tazón si queríamos que nos echaran el "caldillo".
Me fascinaban aquellas vistosas y pintureras latas de carne de membrillo, utilizadas luego en casi todas las casas como cajas de costura o para guardar fotografías o tarjetas postales; las sardinas de cuba —¡qué ricas!—, perfectamente distribuidas y alineadas en sus barricas; las cajas de galletas surtidas, con sus papeles de "platilla"; las tabletas de chocolate, que siempre iban acompañadas de cromos para nuestras colecciones infantiles, y —¡cómo no!— aquellos inmensos botellones horizontales llenos de caramelos.
Muchos son los recuerdos de niñez asociados a aquellas tiendas de ultramarinos: el mostrador de mármol macizo, tremendamente alto, que nos impedía ver los secretos que tras él se encerraban; la balanza de pesar, la máquina de moler café y la caja registradora, ingeniosos y enormes artefactos para nuestros atónitos ojos; el terrible espadón de la guillotina para cortar el bacalao, cuya rapidez y soltura de manejo provocaba en nosotros más de una convulsión; la pila de papel de estraza sobre el mostrador, con el que hacían unos envoltorios asombrosamente perfectos, y aquellas bolsas blancas de papel con la marca de la casa y leyenda: "Valeriano Perucho. Surtidos finos".
Y es que la tienda de Valeriano Perucho, Mesié, fue toda una institución en Criptana. Recuerdo su carácter bonachón y su aspecto orondo y pulcro, siempre atento a que todo funcionara correctamente y saludando a la clientela con su característica risilla, pero siempre por fuera del mostrador. El que despachaba realmente era Faustino Serrano, enfundado en su guardapolvos blanco, y con un lapicero en la oreja con el que hacía las cuentas más rápidas que yo he visto en mi vida, de común anotadas en los mismos paquetes.
Y raro era que no llegara en cualquier momento Manuel Iniesta, Fariñas, cargado con un saco de azúcar u otros paquetes desde el almacén que tenían más abajo del "cuartejo" de Juandéla.
En el segundo tramo de la calle Castillo, siguiendo por la acera izquierda:
- Cine Rampie, esquina a la calle de la Reina, en todo el solar que ocupa el nuevo edificio. Era propiedad de don Ramón Henríquez de Luna y Baillo y de su esposa, doña Piedad Treviño. El nombre del cine se forma con las sílabas iniciales de los esposos. Actuó como empresario Severiano (el de las Aguas) y más tarde Julián Arteaga, que tenía también un taller y tienda de bicicletas al lado, en la propia calle Castillo.
Cine Rampie. La segunda puerta, muy pequeña y en la otra acera, es el primitivo "cuartejo" de Juandela
- Juguetería Merlín, en el edificio nuevo que comentamos, luego trasladada al número 3. Por este local, en donde estuvo el Cine Rampie, han pasado también otros negocios.
- Caserón de los Henríquez de Luna, a continuación del Cine Rampie. Tenía patio interior con galerías y ocupaba tres o cuatro casas actuales, con vuelta por la calle del Convento, en donde se abría una "portá" con un gran corralón. Su enorme dimensión dio de sí para muchas cosas.
En los últimos tiempos, la única vecina que vivía en el inmueble fue Josefina Camacho, rodeada de gatos, que acaso eran los únicos que soportaban su mal genio. Empleada del Ayuntamiento, fue muy popular por su aspecto: muy bajita, entrada en años, pero super arreglada y super maquillada, con el pelo tirando a rojo, algo que en aquellos tiempos resultaba bastante atrevido.
Recreación del patio interior del caserón de los Henríquez de Luna en la calle Castillo
- Albergó este caserón la posada en donde se alojó Azorín cuando aquí vino en 1905 para escribir uno de los capítulos de La ruta del Quijote.
- Fonda Pintor, en el caserón de los Henríquez de Luna, antes de recalar en el lateral izquierdo del edificio del antiguo Casino de la Concordia (frente a la plazoleta de la iglesia).
- Colegio de San Millán de segunda enseñanza (en las primeras décadas del siglo XX), en el antiguo y enorme caserón.
- Agencia de Trasportes Crima, de Irrisarri, en el caserón. El encargado era Vicente Martín y luego Juan Manuel Moratalla. Había que subir tres o cuatro escalones para acceder al local.
- Churrería de una viuda e hijas (todas muy enlutadas) que vinieron de fuera y aquí se establecieron durante unos años, a continuación de Crima.
- Peluquería de Melitón (el mayor) y de su hermano Pepe, en el caserón y haciendo esquina con la calle del Convento. También con escalones de subida.
- Carbonería de Serrano El Niño Blando, asimismo en el caserón, pero por la "Porta" de la calle del Convento.
- Confitería La Pilarica, en la casa que hizo José Antonio Perucho, esquina a la calle del Convento y una vez derribado el viejo caserón. Allí también tenía el obrador. Luego Boutique Novias Pilar Vela. En la Plaza tuvieron otra tienda abierta de la confitería, en la que antes todos conocían como la de las Margaritas.
- Por toda esta zona de modernas edificaciones han surgido nuevos establecimientos comerciales, unos permanecen como la pescadería de Juanan, aunque ya es la siguiente generación quién la lleva… Otros ha ido cambiando con los años.
Aquì estuvo, desde la esquina y ocupando cuatro edificaciones actuales, el enorme caserón de los Henríquez de Luna
Y por la acera de la derecha en este segundo tramo de la calle Castillo:
- Carnicería de Antonio Resa, en el 12, esquina a la calle de la Reina, trasladada luego y ya con la segunda generación al cargo, casi enfrente, pero en esa calle de la Reina.
Antonio Resa, el carnicero
- "Cuartejo" de Juandela, a continuación de donde estaba la carnicería. Era el sitio habitual para proveernos de chucherías para ir al cine Rampie, justo enfrente. Primero era un local estrechísimo, con tan sólo seis bovedillas en el techo (de ahí el nombre de "cuartejo"), y luego al lado, en un local mayor que incluso con el tiempo ampliaron. Vendían todo tipo de chucherías, al peso o por unidades, y también juguetillos, tabaco por suelto o en paquetes y helado que ellos mismos hacían. Al final de los años 80 se cambiaron a la calle de la Virgen, al local de la antigua Fábrica de Chocolate Los Glotones, y años más tarde a la parte final de esa calle.
El segundo de los "cuartejos" de Juandela
Calle Castillo. Niñas saliendo con chuches del"cuartejo" de Juandela
Juandela vendiendo helados por la calle
- Tienda de Chucherías de Luis Campos, en el local anterior, cuando lo dejó Juandela. Eran los bajos de la casa de sus padres.
- Supermercado de Sebastián Casero El Gato, frente a la pescadería de Manolín. Fue el segundo comercio de este tipo abierto en Criptana tras el de SUCRIPSA al principio de la calle de la Virgen, en el que también estuvo implicado Sebastián.
Aquí estuvo el supermercado de Antonio Casero El Gato
- Almacén de la tienda de Perucho, en la casa de los Barreda, en una puertecilla por la vieja y encalada fachada que tienen por la calle Castillo, y que aún permanece.
- Taller y tienda de repuestos de bicicletas de Julián Arteaga, El Sanatorio de las Bicicletas, a continuación. Julián Arteaga era también el gerente del Cine Rampie por delegación de sus dueños, don Ramón Henríquez de Luna y Baillo y su esposa doña Piedad Treviño.
- Pescadería de Manolín, después de estar en la calle de la Virgen, frente a la del General Pizarro. La llevaban el padre y los hijos, de los que Juanan es el único que siguió en el mismo negocio, pescadería que abrió en la misma calle Castillo, en la otra acera y unos metros más arriba.
- Futbolín y billares de Moratalla, que compaginaba el negocio con lo de estar a cargo en la agencia de los Transportes Crima que tenía enfrente.
- Antiguo Bar Castillo, donde el actual, esquina a la calle Convento, pero ocupando una casa vieja hoy dividida en dos inmuebles. Lo pusieron los hermanos Pepe y Luis Cabañero, tras dejar la repostería del Casino Primitivo en 1977, y era llamado cariñosamente el "Bar de los Pepes" y también el "Bar de los Abuelos". Allí, con el local más reducido, estuvo antes Helados ILSA Frigo, cuya representación en Criptana la tenía Jesús Sanz, antes herrador con el veterinario don Demetrio y casado con Milagros, una hija de otro hermano Cabañero que no vivía en Criptana.
Carroza del Domund por la calle Castillo en 1969. Se ve, a la derecha, el antiguo Bar Castillo. A la izquierda, la peluquería de Meliton y la churrería
Además del espacio propiamente del bar, tenía dos habitaciones con mesas, una en la parte trasera, con puerta junto a la barra, y otra a la derecha, a la que se accedía a través del portal de la casa. Incluso en el verano se habilitaba también un patio interior con toldo de carrizos, patio que había que cruzar, fuera invierno o verano, para ir a los lavabos y a la cocina. Las mesas y las sillas eran las clásicas de madera de tijera. El local era muy antiguo, una típica casa de pueblo, con los muros de tapial, los techos de vigas de madera con bovedillas y toda ella encalada. Estaba siempre muy concurrido, y los fines de semana necesitaban ayuda de toda la familia, de camareros contratados y de varias mujeres en la cocina.
Eran los Cabañero de El Bonillo (Albacete), y el primero que vino al pueblo fue Sinesio (un hijo suyo, don Demetrio, era el veterinario antes aludido), para hacerse cargo de la repostería del Casino Primitivo. Luego se trajo a dos de sus hermanos más pequeños, Pepe y Luis.
Fueron tanto el Casino como el Bar con los Cabañero verdaderas escuelas de hostelería, y muchos fueron los que con ellos aprendieron el oficio. Los calamares fritos los hacían insuperables, con un rebozado ligerísimo a base de muy poca harina con sifón, tiernos y crujientes a la vez, con un olor color y sabor característicos, y que todos los bares de Criptana han imitado e imitan. Meterse en los cines de entonces y ver la película comiendo un bocadillo de calamares en aquellos panecillos que hacían entonces, redondos, era un placer "sólo reservado a los dioses".
La leche merengada para tomar en la terraza de la Plaza y el masagrán (combinado muy frío de café con gaseosa y una rajita de limón) eran otras de sus especialidades, pero sobre todo, entre los diversos platos de raciones, los callos, ¡sus famosos callos!, casi seguro que los mejores de toda España, gelatinosos, con mucha careta, manos de ternera y jamón. Luego, siempre han seguido haciendo callos.
María Antonia (la Marianta), una amiga de mi familia, bellísima persona, que ayudaba a mi madre en las tareas más duras de la casa, se ganaba la vida trabajando con los Cabañero en la cocina, preparando los callos y otras manducatorias.
En el tramo siguiente, entre la calle del Convento y la de la Concepción, por la acera de la derecha:
- Antiguo convento carmelita. Ocupaba la inmensa mayoría de la actual manzana entre las calles del Convento, Castillo, Concepción (en algún tiempo se llegó a llamar Cerca de los Frailes) y Tercia, e incluso su huerta aneja penetraba por la hoy casa de los Barreda hasta la actual calle de Reina Cristina, que en esa primera parte antes era denominada, precisamente, de Huertas.
Vinieron los religiosos a Criptana oficialmente en 1598, y con el tiempo el convento llegó a tal esplendor que en 1752 tenía 22 frailes, de ellos 16 ordenados y el resto legos. Pero como en todas las instituciones religiosas, nuestro convento se vio sujeto al devenir político del siglo XIX, con varias clausuras, aperturas y cierre definitivo en 1836, cuando la desamortización de Mendizábal. De él sólo queda la iglesia; todo el resto del terreno pasó a poder del Estado, que lo puso en venta, reservando algunas dependencias para el Ayuntamiento. La desamortización resultó socialmente fallida, pues no tuvo como objetivo facilitar el acceso a la propiedad a los que nada o poco poseían, sino que de ella se aprovecharon los que mejor disposición económica tuvieron para comprar.
calle Castillo. 1916
- Cuartel de la Guardia Civil, en antiguas construcciones del Convento, en una casa vieja y destartalada.
- Correos y Telégrafos, en el antiguo solar de la Guardia Civil, hoy con departamentos y servicios municipales.
Antiguas instalaciones de Correos
- Banco Español de Crédito, en los bajos de la magnífica casa de don Miguel Henríquez de Luna, de finales del siglo XIX. Luego pasó a la acera de enfrente hasta desaparecer absorbido por el Banco Santander
Antigua sede de Banesto en la casa de los Henríquez de Luna. A la derecha estaba el Cuartel de la Guardia Civil
Y por la acera izquierda en este tercer tramo hasta la calle de la Concepción (carretera a Pedro Muñoz):
- Consultorio médico de don Dámaso Alegre, en el 25.
- Farmacia de Guijarro, en el 25. Algunos años estuvo en la calle de la Concepción 36, semiesquina a la del Castillo. Su hijo Alberto, también farmacéutico, la cambió a la calle Álvarez de Castro 34 y ahora a Odisea 6.
- Perfumería de Guijarro, a continuación de la farmacia.
- Transportes Ramigar, de Anastasio Muñoz Castellanos, en el 25.
Al principio, Ramigar realizaba transportes con cisterna
- Espartería de Salcedo, que casi siempre trabajaba en la calle, a continuación de Ramigar.
- Bar Manolo, en el 35, que antes tuvo el Bar España (en la otra acera, en el 48, pasado el cruce de la calle de la Concepción).
- Tienda de ultramarinos, aceites y jamones de Juan José Manzaneque, en el 35, esquina a la carretera de Pedro Muñoz, en la esquina de la Julia. Luego se quedaron con ella hijos de Faustino Serrano (dependiente en la tienda de comestibles de Perucho).
Julia era hermana de mi abuelo Antioco, y la esquina fue famosa, estratégica, en plena vuelta de la carretera. Juan José Manzaneque era su hijo, pero despachaban las hijas de éste, ¡cosa especial!, una morena y otra rubia, Josefina y Pilar, las dos de muy buen ver y espectaculares, siempre arregladísimas y con un encanto nada común. A muchos hombres —y chicos— no nos importaba que nos mandaran a comprar a la tienda de la Julia. A la mayor, Josefina, y al entonces su novio —de Villarta de San Juan— les llamaban El Hombre del Tiempo y la Fiesta del Movimiento. A él por llevar una trenca con capucha, como esos frailes de cartón que mueven una varita indicando las previsiones meteorológicas, y a ella por sus llamativos andares.
Esquina de la Julia, con la tienda de ultramarinos durante muchos años cerrada
- Frente a la tienda de la Julia se ponía la Marcelina con su puesto de chucherías.
Y en el ultimo tramo, hasta el Tumbillo
- Los guardias de la porra.
Este cuarto tramo de la calle Castillo tuvo antes doble sentido de circulación (no estaba habilitada la variante de la carretera en el Tumbillo por la calle de Pedro Muñoz), y el cruce con la calle de la Concepción era extremadamente peligroso por la poca visibilidad, de tal manera que se puso en la esquina hasta un guardia de tráfico (guardia de la porra, se decía) con su uniforme y casco blancos y su sombrilla para las calores. ¡Como en Madrid! ¡Así éramos de modernos entonces! Se turnaban en el puesto dos policías: el “Gorrufos” y el “Guaguán”. Con ellos había que tener también mucho cuidado porque ponían multas si te pillaban sin chapa de circulación en la bicicleta o caducada (un impuesto que había entonces).
- Bar España, en el 42, bajando por la derecha hacia el Tumbillo. Primero fue de Manolo, que luego puso otro bar en el nº 35, y que ya ha sido indicado, y luego de Francisco Monreal, Capirre. Abrió éste también un mesón enfrente, pero no calculó bien y los excesivos gastos de la construcción terminaron por hacer inviable el negocio, y pasados los años un nuevo bar frente a la trasera del edificio del Pósito.
Las especialidades de Capirre eran las higadillas fritas con ajos y los calamares y sepia a la plancha. Nadie ha podido igualar su maestría en estos tres platos.
- Carnicería de Zenón, esquina a la calle del Huerto Pedrero.
- Repuestos Murillo, en el 48, tras la casa de Consolas Huertas, que entonces, por su altura, parecía una torre atalaya.
- Calderería de Juan José Fernández, Coleta, a continuación.
- Despacho de pan (PACRIP) de la Honesta Manzaneque regentado por mi tía Laura Alarcos, frente a la casa donde vivía la matriarca fundadora de la empresa.
La calle Castillo a su llegada al Tumbillo. Tras la casa de Consolas Huertas, Repuestos Murillo, Coleta y el despacho de pan
Otra imagen de la calle Castillo con la calderería de Coleta y Repuestos Murillo
- Por la acera izquierda, el consultorio médico de don Antonio Ortiz, en una enorme casa que derribada dio para construir el mesón de Capirre antes aludido y otra casa que es semiesquina con la carretera. Tenía clientela incluso de fuera del pueblo, y coche con chófer.
- Comestibles Carrasco, en el 43.
Tumbillo y alrededores
El Tumbillo. Enclave entre las calles Castillo, Isaac Peral, Pedro Muñoz, Antonio Espín y Avda. de Agustín de la Fuente. Allí, desde 1995, la estatua de Don Quijote que hiciera Eloy Teno para hermosearlo, y como signo de identidad de nuestro pueblo para todo aquel viajero que pasa por la carretera
Otra imagen del Tumbillo
- Termina la calle Castillo en el Tumbillo, y allí, en el testero entre la avenida de Agustín de la Fuente (antiguamente Paseo de la Estación) y la calle de Antonio Espín, se encontraba la fragua de Antonio Romero.
- Enorme anuncio en azulejos de Abonos Nitrato de Chile, sobre la puerta de la fragua.
- Consultorio médico de don Honorio Leal, en la Avda. de Agustín de la Fuente 1.
- Fábrica de Harinas, pastas y pan de Honesta Manzaneque, en la Avda. de Agustín de la Fuente 3 y en la calle de Pedro Muñoz, casa fundada por su padre Aurelio Manzaneque.
Fábrica de la Honesta
Algunos de los cientos de trabajadores de Honesta Manzaneque (arriba, casi en el centro) en una fiesta empresarial el dia de Santa Rita. Mi tía Laura, con una chaqueta blanca, aparece dos filas más abajo
- Bodega y almacén de carbones de Agüero, en la calle de Pedro Muñoz, junto a la fábrica de fideos de la Honesta Manzaneque.
- Panadería de Antioco Alarcos, en la Avda. de Agustín de la Fuente 5.
- Panadería de Fernando Laguna, por la zona que fue de la Honesta.
- Cuadras del muletero Ángel Martínez Montoro, uno de “Los Parrillanos”, casi al principio de la Avda. de Agustín de la Fuente, con vuelta por Antonio Espín. El otro hermano, Juan Francisco, al final de la calle de la Soledad.
- Bodegón El Rocinante, en la Avda. de Agustín de la Fuente, a la izquierda, bajando hacia el Parque.
- Gallina Blanca Purina, distribuidora de piensos y alimentos para animales de compañía, en la Avda. de Agustín de la Fuente 15, casi llegando al Parque. Abierta por Fernando de Torres Burrel en 1967 y, tras su muerte por accidente de tráfico en 1978, dirigida por su esposa Mª Paz Ferrando Monserrat hasta 1986.
- Palmeras que mandara plantar el alcalde José González Lara en la Avda. de Agustín de la Fuente y que le dieron un aire de paseo marítimo. Consiguieron enraizar, pero con el tiempo no aguantaron el clima manchego y fueron secándose. Sólo quedan, por ahora, dos pequeños ejemplares frente a la casa nº 20 del paseo, junto al parque, y que los vecinos se han encargado de replantar y cuidar, y una original y hermosísima frente a los depósitos de la bodega de los Huertas.
- Falsas acacias de la calle Antonio Espín (árboles de "pan y quesillo"), desaparecidos en la última remodelación.
- Tonelería de Gregorio Manjavacas, al comienzo de la calle de Antonio Espín, a la izquierda.
- Barbacoa JJ, de Juan Antonio Quintanar Jovito, en Antonio Espín 3.
- Abonos Medem, Sociedad Anónima Cros, y Nitrato de Chile representados por Jesús Sepúlveda, al principio de la calle del Duque de San Fernando.
- Bodega de Sepúlveda, en Antonio Espín, a la derecha, tras pasar la calle del Duque de San Fernando.
- Bodega de Montoro, en Antonio Espín, a la izquierda, frente a la de Sepúlveda.
Ya no tiene el Paseo de la Estacíón aquellas magníficas palmeras que mandara plantar el alcalde José González Lara. Ni tampoco la calle de Antonio Espín los frondosos árboles de pan y quesillo
C/ de la Reina y alrededores
- Clínica veterinaria de don Francisco Reillo, tío de don Evelio G. Reillo, el farmacético, al principio de la calle, en el 2.
- Estanco de María Bustamante, en el 6.
- Imprenta de Jerónimo Muñoz-Quirós Leal, en el 1. Luego se trasladó a la plaza del Pósito.
Además de impresor era pintor y bastante bueno. Y amigo de Sorolla, a quién acompañó, en octubre de 1812, cuando éste vino a Criptana para realizar en el Cerro de la Paz, a pleno sol, su famoso cuadro Tipos manchegos, en el que figuran los molinos como paisaje de fondo, aconsejándole en la consecución de algunos colores, sobre todo los difíciles cielos manchegos. Este cuadro, como parte del gigantesco mural Las provincias de España, se encuentra en la biblioteca de la Hispanic Society of América de Nueva York
- Fragua de Matías, al principio de la calle, en el 1. Espacio muy modificado por la construcción de nuevos edificios y de la Travesía Virgen de Criptana.
- Sigelio López, "fábrica de navajas" y afilador, en su minúsculo taller junto al anterior.
- Antigua Academia de la Banda de Música, frente a la casa de los Barreda.
- Fonda Lucas, frente a los Barreda.
Aquí estuvo la antigua Fonda Lucas
- Teodoro Lucas el taxista, cuñado de Sara Montiel, en la casa de la Fonda Lucas.
- Fragua de Rafael Sánchez e hijos, en el 10.
- Tinte Valencia, en el 12.
- Cine Rampie, en el tramo siguiente, a la derecha, esquina a la calle Castillo, en todo el solar que ocupa el nuevo edificio. Era propiedad de don Ramón Henríquez de Luna y Baillo y de su esposa, doña Piedad Treviño. El nombre del cine se forma con las sílabas iniciales de los esposos.
Tanto en el Rampie como en el Teatro, vimos grandes películas; prácticamente crecimos con el cine: era el gran espectáculo de nuestra generación, la gran fábrica de sueños. Un espectáculo total donde directores, actrices y actores se convirtieron en verdaderos mitos, estrellas —a veces fugaces— de un firmamento virtual de emociones y ensoñaciones.
La salida de la gente en el Rampie cuando terminaba la “cinta” era espectacular, y supongo que perfectamente estudiada. Por los altavoces, a todo volumen, ponían la banda sonora de la película El Puente sobre el río Kwai, y a los sones acompasados y ligeros de la música, instintivamente, como si en un desfile militar se tratara, tomábamos la calle en un santiamén.
En la calle de la Reina, esquina con la del Castillo, estuvo el Cine Rampie
- Tienda de ultramarinos y coloniales de Valeriano Perucho, "Mesié", frente al cine, en la otra esquina.
- Autoservicio Perucho (luego supermercado diverso), en el 35.
- Carretería de Julio Casero, en el 37. Luego de Manuel Sánchez.
Acoplando la llanta a la madera. Ángel Sánchez, Severiano Lucas, Manuel Sánchez y José Lucas
- Joyería y Relojería de Pablo de la Guía, en el 37
- Horno obrador de la Pastelería Niño, en el 39, donde hoy se levanta una casa nueva retranqueada hacia adentro.
Desde allí salía Licerio, yerno del fundador de la primitiva pastelería, con enormes bandejas de pasteles, en las manos y sobre la cabeza, en perfecto equilibrio, para llevarlas al local de la calle Castillo.
Licerio. Pastelería Niño
- Corresponsalía del Banco Hispano Americano de Francisco Perucho, en su propia casa, en el 41. La casa de las Peruchacas, se decía, que tras pasar por otros dueños, fue derribada para levantar un nuevo edificio de viviendas.
- Centralita de la Telefónica (trasladada desde la calle de la Virgen), en el 20. Desapareció cuando el servicio se hizo totalmente automático.
- Carpintería de los hermanos Paco y Pedro Bustamante, en el 22, con el otro oficio de maquinistas, encargados de las proyecciones, en el Teatro Cervantes. Y antes el padre.
- Bodega de Ignacio Olivares Pistolilla, en el 24.
- Una zapatería para niños de escasa vivencia, en el 28.
- Tiendecilla de Carrasco, en el 30.
Estaba en semisótano y había que bajar unos peldaños. Y era su mujer, Rosario, la que la atendía: toda clase de hortalizas, manojos de alfalfa para los conejos y cualquiera de los productos de su huerta. También otros comestibles, incluidas las sardinas de cuba y los tomatillos secos al sol, de tan amplio uso en Criptana. Era cómoda porque a cualquier hora te atendían.
- Despacho de pan de Martiniano López, en el 45.
Tras el mostrador estaba Teresa Beamud (madre de las hermanas peluqueras Teresa e Isabel Flores Beamud —casi a la misma altura— de la calle Convento), la Juli (hermana soltera de Martiniano) y luego una chica joven, la Yeni.
El horno lo tenían en la calle de San José, paralela a la del Monte, que antes fue molino de piensos con el padre (Francisco).
- Taller de costura de Delfina Ortiz, en el 49.
Cosía a mi madre, y era entonces una especie de salón de modas donde además de realizar los patrones que venían en las revistas especializadas, recogía las sugerencias de las clientas, hacía ella sus propias creaciones o plagiaba los vestidos de las actrices o de las figuras populares de la época.
- En la calle de la Reina también otras dos costureras: Dorita de la Torre y Dorita Calonge. Y por la zona, en la calle de la Virgen, Tere Sepulveda, que también era bordadora, preparaba ajuares para las chicas casamenteras de la época y cosía abrigos para las fabricas y talleres de confección. Y, hace ya mucho tiempo, Adelaida, en la calle Castillo; allí aprendió mi madre a coser.
- Casa de la Luz. Centrales Eléctricas Navarro (Julián Navarro), en el 53.
Era una pequeña compañía eléctrica, muy familiar, con padres e hijos trabajando juntos, que luego fue absorbida por Unión Eléctrica. Tenían centros de producción hidroeléctricos en varios saltos de agua en el río Júcar y en las Lagunas de Ruidera, y operaban en un sector de las provincias de Toledo Cuenca, Ciudad Real y Albacete. En la calle de la Reina estaban las oficinas, el transformador general y la vivienda del encargado de la zona de nuestro pueblo y alrededores, que era Paco Ortiz, de La Roda. Con su mujer Tere y sus hijos Paquito y Maribel eran muy amigos de mi familia, además de vecinos. Allí también tenía sus pertrechos el destacamento de operarios de tendido y mantenimiento de líneas. Otro encargado anterior fue Fernando Pérez, y antes de la Guerra Civil, Rigodón, que era de Tarazona, Estos igualmente muy amigos, en este caso, de mis abuelos.
Ahora se ubica allí sólo un transformador eléctrico.
Centrales Eléctricas Navarro. La Casa de la Luz
- Carpintería de Ruperto Galindo (luego su hijo), en el 38, frente a la Casa de la Luz.
- Carpintería de los Porrero (Pepe y Julián), junto a la de Ruperto.
Taller de carpintería
- Zapatería de remiendos de Cayo Mínguez, El Zapa, en el 42.
Nunca le faltaba gente en el taller, discutiendo en animada tertulia de toros, fútbol, de las cosas del pueblo o del Gobierno si fuera menester, que me imagino que sí, dada su militancia comunista.
En las calurosas tardes de verano, hacía doblete, pues arrastrando su pata chula, empujaba por las calles un carrito de "helaetes" hechos artesanalmente por él y su mujer, bien de cucurucho o entre dos galletas. ¡"Mantecado heladoooo"!
Su hijo Antonio, muy amigo mío, tenía toda la colección entera de los tebeos del Cachorro y del Capitán Trueno.
- "Fábrica de abonos" de la hermana Palomaras, en el 42.
Actuaba de basurera y no es que fuera empleada municipal; lo que hacía era ir por las calles recogiendo boñigas de las caballerías, las llevaba a su casa, dejaba que pudrieran en el barranco y luego vendía el producto a algún agricultor. "Hay gente para to", que dijo el Guerra.
- Almacenes Isasi, en un amplio local, en la acera derecha, con vuelta a la calle de la Paloma.
Repartía paipais de propaganda y el lema de la casa era: "Tenemos casi de todo". En los últimos tiempos fue decayendo su negocio y "no tenían casi de nada", pero prestos se disculpaban: "Lo tenemos pedido al viajante".
Recreación de un anochecer de verano por los años 50 en la calle de la Reina. En la esquina, los Almacenes Isasi
- Estanco de Carmen (durante muy pocos años), en parte del local de Isasi.
- Muebles Pascual Calonge, en otra parte del local de Isasi.
- Relojería y platería de Anfiono Ortiz, en la calle de la Reina 45, semiesquina a Paloma.
- Zapatería de Ucendo en otra de las esquinas con Paloma, en una casa conocida como la de "Las Venancias", que pasa por ser la más antigua del pueblo.
- Almacén de vinos y licores de Flor Violero, en el 73.
- "Pasaeras" de la calle del Monte. Para salvar la riada que en días de lluvia bajaba desde la Sierra.
- Tienda de comestibles de Juan Antonio Quintanar Jovito, hermano de la Jovita, la primera mujer del pintor Valbuena, en la plaza de las Infantas (El Pozo de las Eras)
- Horno de cochura de la Angelita, al principio de la calle del Monte, a la izquierda.
La gente aportaba los ingredientes, y después de una tarde de trajín, en grandes cestos se llevaban a casa las magdalenas, rosquillos, galletas, tortas o demás dulces tan habituales en fiestas de Navidad o Semana Santa.
- Taller de Faustino Mellado (padre de los Mellado Merchán: Genaro, Rafael, Pepe y Ernesto), sartenero y lañador, en la calle del Monte, a continuación del horno.
- Fábrica de gaseosas y sifones La Manchega, de Antonio Carmona, en el 2 de la calle del Monte.
C/ del Convento
- La famosa "Casa Hundía" de doña Remedios Baillo, en la acera izquierda, esquina con el Pozo Hondo, por donde tenía la fastuosa fachada principal. Empezó su edificación al principio de los años 30 del pasado siglo y, después de muchos años abandonada, desapareció a mediados de los 60. En la parte noble se construyeron los "pisos del Zurdo" y alguna otra vivienda.
- Colegio Teresiano, esquina con el Pozo Hondo, en la acera derecha, abierto a los pocos años de terminada la Guerra Civil. En 1959 cambió provisionalmente al antiguo Hogar de la Falange (en la calle del general Álvarez de Castro), para al año siguiente pasar a la calle del Cristo, aunque con el nombre de San José de Calasanz que nadie utilizaba. El último Curso impartido allí fue el 66-67. Luego, con nuevo nombre, Colegio Lope de Vega, siguió dos cursos más en la calle de la Concepción, en la casa del Niño Bonito, con el sempiterno don Venancio como profesor entre otros, pero ya no tenía que ver nada con el Teresiano.
La "Casa Hundía" y el Colegio Teresiano
- Mercado Municipal de Abastos en los corrales y zona de servidumbre para criados y gañanes de la Casa Hundía. Tenía algunos puestos techados y de obra, pero el conjunto era abierto, con entrada por las calles de Pío XII y Convento. Hoy su solar está ocupado por dependencias municipales.
El colegio Teresiano y la "Casa Hundía" con el mercado ya construido en la zona trasera. También con el jardin del Pozo Hondo
- Acción Católica, en el mismo sitio que el Teresiano, cuando éste fue trasladado.
- Taller de bicicletas de Joaquín García Iniesta en la esquina con la calle de la Tercia y terminando este primer tramo de la calle del Convento por la acera de los impares.
- El Teleclub, un invento por los años 60 del entonces ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne, esquina a la calle de la Tercia, por la acera de los pares. También estuvo aquí durante unos años la sede de Acción Católica. Nuestro teleclub, de nombre Juventus Club, inaugurado a finales de enero de 1969 y creado y tutelado por don José Antonio García Rodado, joven sacerdote coadjutor en nuestro pueblo fue el primer local en donde se podían reunir juntos chicos y chicas. Trajo un aire de modernidad a Criptana.
Inauguración del Teleclub de Criptana en 1969
- Restaurante Bahía de María, esquina a la Tercia, en el segundo tramo de la calle del Convento, acera izquierda. Ahora reconvertido en restaurante oriental.
A la izquierda, la casa en donde estuvo el taller de bicicletas de Joaquín; a la derecha, el restaurante Bahía de María
- Carpintería de los hermanos Teodomiro y Desiderio Vázquez, frente a la casa de los Penalva. Antes Teodomiro estuvo en el Pozo hondo, al lado del taller de los Peina.
- Casino de La Concordia, cuya primera sede estuvo en la casa frente a la Travesía Convento. En 1920 se trasladó a la calle de Santa Ana, en bello edificio propio junto a la Plazoleta de la trasera de la iglesia parroquial. Y cuando éste fue derribado al principio de los años 70, volvió, por poco tiempo, antes de desaparecer definitivamente, a la primitiva sede de la calle del Convento.
Travesía del Convento. Al fondo, la casa que fue primera sede del Casino de la Concordia
- Funeraria y Agencia de Seguros Finisterre, en esta casa anterior, ahora unos metros más arriba y cambiada de acera, en el número 26.
- Librería de la Maruja, llegando al final del segundo tramo de la calle del Convento y por la izquierda.
- Gráficas Díaz-Hellín, junto a la librería. Ahora en la calle de Santa Ana.
- Peluquería de las Mónicas, a continuación de las anteriores.
- Convento de Carmelitas Descalzos, ocupando la inmensa mayoría de la gran manzana entre las calles del Convento (no existía la Travesía), Castillo, Concepción y Tercia.
Vinieron los religiosos a Criptana oficialmente en 1598, y con el tiempo el convento llegó a tal esplendor que en 1752 tenía 22 frailes; disponían de once criados, incluidos los que trabajaban en el campo o cuidaban del ganado, y poseían 251 fanegas de tierra y una casa de campo en Los Arenales. También una renta anual de unos 2.510 reales por dinero prestado o invertido, además del cobro de otros 600 reales en calidad de diezmo. Pero como en todas las instituciones religiosas, nuestro convento se vio sujeto al devenir político del siglo XIX, con varias clausuras, aperturas y cierre definitivo en 1836, cuando la desamortización de Mendizábal. De él sólo queda la iglesia; todo el resto del terreno pasó a poder del Estado, que lo puso en venta, reservando algunas dependencias para el Ayuntamiento.
Calle del Convento en 1940
- Capillas de Santa Teresa y de la Virgen de los Dolores. Estaban adosadas a la iglesia del convento por el lado derecho, la primera con entrada por el crucero y la otra, más pequeña, al lado. Se salvaron cuando la desamortización de Mendizábal y sucumbieron en 1936 para abrir la Travesía del Convento.
En el terreno de esta hoy Travesía, además de las capillas y algunas dependencias conventuales, existía en el frente una pequeña plazoleta con jardincillo, cerrada desde 1872 con una verja y que sólo se abría para instalar en el verano la terraza del Casino de la Concordia, cuya primera sede estuvo hasta 1920 justo enfrente. En 1928 los Penalva se apoderaron de la llave de la verja, colocaron chapas de hierro para impedir las vistas, abrieron puerta en el muro de su casa por ese lado y dispusieron de los terrenos unilateralmente. Los interminables litigios terminaron en 1936 cuando el Ayuntamiento republicano cortó por lo sano y por decreto arrancó la verja, derribó las capillas y abrió la calle hasta la Tercia.
- Pérdidas en el templo. Durante la Guerra Civil, la iglesia del Convento sufrió graves destrozos, con imágenes y retablos destruidos después de ser utilizada como mercado. Extraordinario era el retablo del presbiterio, con una imagen de la Virgen del Carmen que se atribuía a Salzillo. Y desaparecieron los grandes bancos de madera ennegrecida, reservados para hombres y colocados a lo largo de la nave, pues las mujeres tenían sus reclinatorios particulares o sillas que Manuela, la mujer de Casimiro, el sacristán, se encargaba de cobrar.
Antiguo retablo del altar mayor en la iglesia del Convento
- Cine Parroquial, auspiciado por Acción Católica, en una estrecha y larga dependencia del antiguo convento que no fue derribada, por detrás de la iglesia, con raquítica entrada por la Travesía.
Con un programa de películas del más claro tinte nacional católico, se abrió, supongo, para retirar a la juventud y a la infancia de la influencia perversa de las películas pecaminosas y libertinas que nos venían de Hollywood y que ponían en el Rampie y en el Teatro Cervantes. Era polivalente, de invierno y de verano (el calor se combatía con polos y gaseosas; el frió con el abrigo puesto). Lo de tomar una gaseosa era muy habitual entonces; no había tantos refrescos como ahora y resultaba más barato. Y si además añadías una torta del Gato, merendabas como un rajá. Con la gaseosa hacíamos a veces lo que los ganadores de una prueba de coches, por ejemplo, hacen ahora, agitarla y... En la oscuridad del cine era muy corriente, y te ponían, claro, en expresión muy del pueblo, auple.
Por la pequeña puerta, al final, se entraba al Cine Parroquial
- Primer local del Teatro Cervantes, en las dependencias del antiguo convento de carmelitas, a la izquierda de la iglesia. Tenía forma rectangular y disponía de un patio de butacas capaz para 112 asientos más otros 70 en grada o "paraíso". Inaugurado en 1873.
Por esta época una compañía de aficionados al teatro, que venía haciendo sus representaciones en casas particulares, o en el Pósito cuando se hallaba libre de granos, solicitó al Ayuntamiento y les fue concedido un local en las dependencias del antiguo Convento, que fue acondicionado para ello y recibió el nombre del genial escritor del Quijote.
Posteriormente, y debido al poco aforo de esta sala, el Ayuntamiento, a iniciativa del entonces alcalde, don León López de Longoria, decidió construir en 1907 una nueva en el solar del antiguo hospital-asilo de San Bartolomé, frente a la iglesia parroquial, teatro que muchos hemos conocido y que fue derribado para construir el actual en 1983.
Primera sede del Teatro Cervantes y capillas desaparecidas del Convento
- Teatro Viejo del Convento, en la sala anterior habilitada para el primitivo Teatro Cervantes, que, una vez que éste fue trasladado al principio de la calle de la Soledad, siguió acogiendo espectáculos de todo tipo esporádicamente (muchos del llamado "género chico" o de variedades, tan propios de la época), incluso sirvió como sala de conciertos o, retiradas las butacas, como salón de baile.
Humor en las fiestas de carnaval. El músico de la orquesta, nada menos que Johan Vhichente Mhahnjavakalacas
- Cine X, en la misma sala del primitivo Teatro Cervantes, en dependencias del antiguo convento carmelita. Fue inaugurado en 1932, durante el tiempo de la II República, cuando la calle del Convento pasó a ser calle de la Democracia. Tuvo una vida efímera.
- Escuelas del Convento, en el lateral izquierdo de la iglesia.
Se sabe que en 1821 había dos escuelas públicas en Criptana, una de niños y otra de niñas. Pero fue 1843 cuando, buscando mejores condiciones, se instalaron junto a uno de los patios interiores de las dependencias del antiguo convento, que había desaparecido unos años antes, en 1836. Las escuelas del Convento, fueron creciendo con el tiempo y, en 1931, la sección de niños se trasladó al Pozo Hondo, donde se mantiene, primero con el nombre de Grupo Escolar del Pozo Hondo y desde 1962 con el de Sagrado Corazón de Jesús, hoy colegio mixto con edificio totalmente reformado y ampliado.
Las dos aulas de niñas quedaron muchos años más en esas dependencias del antiguo convento, y antes de dejarlo se integraron en 1960 en las "Escuelas Grandes de la calle de la Virgen", en la esquina con la de la Guindalera, que había sido construida en 1928. Hoy es el Colegio Nacional Mixto Virgen de Criptana con edificio renovado, y también ampliado con otro nuevo en el camino al Santuario.
Antiguas Escuelas del Convento
- Carbonería de Serrano (El Niño Blando), en el tercer y último tramo de la calle del Convento, por la acera izquierda, en los corrales de la parte trasera de un enorme caserón de los Henríquez de Luna que ocupaba tres o cuatro casas actuales con frente por la calle Castillo.
- Paquetería, salazones y coloniales de Salvador de la Osa, hacia la mitad de ese tercer tramo de la calle, a la izquierda, donde la academia de informática de su nieto Pepe de la Osa, en el 49.
- Academia de la Osa. Pepe de la Osa y su mujer Rosario Lucas la abrieron al final de los años 70 para impartir clases de mecanografía, taquigrafía, informática y contabilidad, siguiendo los pasos que ya había dado el padre, Salvador. El cierre llegó en 2013.
- "Peluqueras de la calle Convento" (Teresa Flores Beamud, su hermana Isabel y la madre Teresa), en el 63.
- Taller de hojalatería de Arreborrica, a continuación.
- Taller mecánico y transportes de Ramón García Casarrubios, varias casas antes de llegar al cruce con la calle de la Paloma, e igualmente a la izquierda.
Transportes Casarrubios (Ramón es el del mono)
- Discoteca Kryptonita, En el tercer tramo de la calle del Convento, en la acera de la derecha, en el 30, en la magnífica casa en esquina con la calle Castillo que fuera de los Baillo.
Segundo tramo de la calle del Convento. En esta casa se abrió durante un tiempo la discoteca Kryptonita
- Clínica de enfermería y servicio como practicante de don Graciliano Fernández, en el 32.
- Frutas y pescados de Casto Muñoz Manzaneque, en esa acera de la casa anterior y unos metros más hacia adelante.
- Clínica de enfermería y servicio como practicante de don Avelino Ortiz Palomino, en el 50.
- Tienda de comestibles de Pablo Fernández, al final, a la derecha, esquina a la calle de la Paloma. Esta tienda fue antes del padre de don Leonidio, el maestro, y luego, precisamente, las hijas de éste, Carmen e Isabel, la regentaron durante unos años. Ahora es una droguería. En otra de las esquinas, en diagonal con la anterior, abrió otra tienda Pablo Fernández, que pronto convirtió en almacén.
Pablo Fernández tuvo también fábrica de chocolates, galletas y otros productos en la calle de la Virgen, asociado con Pablo Escribano (ya lo habían estado en la calle del Cardenal Monescillo), pero pronto se separaron y quedó allí el solo como fabricante de tres marcas de chocolate: Los Glotones, Pablito y Alfonsito.
Final de la calle del Convento. En el cruce con la de la Paloma hubo casi siempre una tienda de comestibles
Pozo Hondo y alrededores
- Colegio Teresiano, esquina a la calle del Convento, en la acera derecha, abierto a los pocos años de terminada la Guerra Civil. En 1959 cambió provisionalmente al antiguo Hogar de la Falange (en la calle del general Álvarez de Castro), para al año siguiente pasar a la calle del Cristo, aunque con el nombre de San José de Calasanz que nadie utilizaba. El último Curso impartido allí fue el 66-67. Luego, con nuevo nombre, Colegio Lope de Vega, siguió dos cursos más en la calle de la Concepción, en la casa del Niño Bonito, pero ya no tenía que ver nada con el Teresiano.
Aquí estuvo el Colegio Teresiano
- La "Casa Hundía", de doña Remedios Baillo, en el testero de la plaza. Empezó su edificación al principio de los años 30 del pasado siglo y, después de muchos años abandonada, desapareció a mediados de los 60.
Era tremenda de grande, de dos plantas, con una fastuosa fachada al Pozo Hondo y articulada alrededor de un gran patio porticado cubierto con montera de cristal. La zona de servidumbre para criados, gañanes, cuadras, almacenes de aperos de labranza, múltiples cámaras y un enorme corral se extendía por la calle del Convento y la actual de Pío XII.
Dio para que en sus terrenos se instalara el Mercado Municipal de Abastos y en la actualidad varios edificios de viviendas y dependencias municipales.
La Casa Hundía, en el testero del Pozo Hondo, esquina a la calle del Convento. a la derecha, el Colegio Teresiano
Enorme solar de la Casa Hundía que ha dado lugar a varias edificaciones
- Mercado de Abastos, en la calle Pío XII con trasera por la del Convento, en el enorme solar de los corrales de la Casa Hundía. Tenía algunos puestos techados y de obra, pero el conjunto era abierto, con entrada por las calles de Pío XII y Convento. Hoy su solar está ocupado por dependencias municipales.
Inauguración del Mercado de Abastos
En tiempos antiguos, alrededor de la iglesia, por toda la Plaza e incluso también por el Pósito y por la calle Fernández Calzuelas de bajada al Pozo Hondo, se instalaba a diario un mercado con más puestos los sábados y domingos. De Criptana y también de Miguel Esteban y de Herencia, en tenderetes o directamente en el suelo sobre esteras o cajones, los hortelanos exponían sus productos.
Las tiendas de fruta y pescado que tenían local abierto por el pueblo acudían allí los domingos, exponiendo sus productos para la venta en mesas que alquilaba el Ayuntamiento.
Todo esto se mantuvo hasta los primeros años de la década de los 50, cuando en la calle de Pío XII, en los corrales de la casa de doña Remedios Baillo (la “casa hundía”), se construyó un Mercado Municipal de Abastos, con una segunda entrada por la calle del Convento, aunque durante unos años más se permitió instalar tenderetes por los alrededores.
En la fotografía se ve en primer término al policía municipal Julián Sanz El Churrero, al gobernador Utrera Molina con otra autoridad, al sacerdote don Julio Gil, que realizó la bendición (vivía justo enfrente) y, detrás de él, a José González Lara. Este buen alcalde, aparte de sus muchos méritos y su buen hacer en beneficio de Criptana, dispuesto como estaba a hermosear el pueblo, mandó poner macetas con plantas y flores sobre las paredes encaladas del mercado y en otras varias partes, a la manera cordobesa. Se ganó el mote cariñoso de “El Macetero”, que venía al pelo por la canción de ese nombre que tan en boga tenia en ese tiempo Antonio Molina. Ya no queda ninguna.
Tras la casa Hundía, se ven los puestos del Mercado de Abastos
- "Labor" de Eulalia Flores, que enseñaba a las niñas a leer, escribir, a bordar y a rezar, por el número 5 actual de la calle de Pío XII, en una casa anterior a la que fue de doña Remedios Baillo, a la parte que hoy son dependencias municipales y antes Mercado de Abastos.
- Salón Hidalgo, la primera discoteca que se abrió en Criptana, en la segunda planta de un local erigido en el Pozo Hondo, en parte de la antigua casa de doña Remedios, la "Casa Hundía", en los llamados "pisos del Zurdo", con entrada por la rinconera de la calle Fernández Calzuelas. También era conocido como Salón del Zurdo.
Sólo había baile los domingos por la tarde, que entonces no se estilaba eso de "fiebre del sábado noche". Para nosotros fue una grata novedad, pero lejos, por lo cutre, de algunas de otros pueblos, de Madrid, o de las que veíamos en las películas. Eran tiempos en los que el twist hacía su furor, y la Margarita (de la confitería de la Plaza) y El Gato (el de las tortas) daban siempre el espectáculo y los demás les hacíamos corro.
Los pisos del Zurdo, ocupando parte de la antigua Casa Hundía
Aquí estuvo la Discoteca Salón Hidalgo
Siempre hubo un reguero de agua que bajaba desde la Fuente del Caño, canalizado subterráneamente en 1914 sólo hasta la fuente que se puso en el Pósito y desde allí en superficie hasta el Pozo Hondo, en donde se encauzaba en un caz que se hacía profundo a la altura de las escuelas, entonces ya en descampado. Por allí correteábamos, reteníamos el agua con presas ideando los más sofisticados sistemas de canalización o hacíamos competiciones de barquitos. Para poder cruzar de una acera a otra sin mojarse los pies había "pasaeras" (piedras cuadradas, de dimensiones adecuadas y dispuestas a lo ancho de la calle) en el Pósito y al comienzo del Pozo Hondo, que se hacía imprescindibles cuando en días de lluvia, bajaba una torrentera, como un río, desde la Sierra.
Caz del Pozo Hondo
- Presa y puentecillo de cemento, al final de la calle de Fernández Calzuelas, en su embocadura con el Pozo Hondo.
El puentecillo sustituyó a las antiguas "pasaeras" de piedra, y la presa, con su compuerta y todo, servía para retener el agua que bajaba desde el Caño, para poder así regar el jardincillo (menor que el actual) que se puso alrededor de la Cruz a los Caídos. El caz, la presa y el puentecillo desaparecieron cuando en 1978 se canalizó bajo tierra todo el arroyo.
El guarda que cuidaba todo aquello era El Jaro el Valiente, que a la mínima blandía su garrota para mantener en orden a los chicos y chicas que por allí jugaban. Y se ayudaba con su perro Tarzán.
El puentecillo en el caz del Pozo Hondo
- Monumento a los Caídos, en el centro del jardincillo frente a los pisos del Zurdo y antes la casa de doña Remedios.
Sigue la cruz, cambiada ligeramente de sitio por la rotonda del tráfico, pero ahora desprovista de todo signo fascista y de la inscripción: “Caídos por Dios y por España. Presentes”.
1964. Amigos en la Cruz de los Caídos. Como se aprecia, ya había desaparecido la Casa Hundía. En la foto: Andrés Esteso, José María Manjavacas, José Vicente Aranda, Nazario Lara, yo, Rafael García-Casarrubios y un primo madrileño de éste
- Puesto de chucherías de Jero, en el jardincillo del Pozo Hondo.
- Fábrica de hielo, gaseosas y sifones El Oso Blanco, en el Pozo Hondo, a la derecha. Su enorme portada estaba frente al jardincillo de la Cruz de los Caídos.
La gran "portá" abierta del fondo es la de la fábrica El Oso Blanco
- Guarnicionería de Chichones, en la calle Cervantes, más abajo del colegio de las Monjas.
- Lejías Casero, en la Calle del Palomar 25.
- Escuelas del "Palomar", en la esquina de las calles Palomar y Valenzuela.
- Casa de los Expósitos, en la calle Valenzuela, en lo que despues fueron las escuelas del Palomar. Allí eran recogidos los niños abandonados por sus progenitores, que preferían quedar en el anonimato. De tal labor se encargaba un matrimonio que allí vivía y el ayuntamiento corría con los gastos de manutención hasta su traslado a la Casa-cuna primero de Toledo y luego de Ciudad Real.
Aquí estuvieron las Escuelas del Palomar
- Carretería de Eladio Olivares, en la segunda casa, a la derecha, tras la calle Valenzuela.
- Carretería de Abel y Santiago Calonge, al final de la plaza del Pozo Hondo por la derecha.
- Carretería de Paco Calonge, la misma de los anteriores y años después.
- Carretería de Julián Vela Cortezas, a continuación.
El Pozo Hondo en tiempos actuales
- Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, hoy de San Cristóbal, en la Avda de Sara Montiel por la derecha
Fue erigida en 1702 para que la población que trabajaba en las eras existentes hacia el oeste de la villa pudiera cumplir el precepto festivo de oír misa. Albergaba la talla de la Virgen que desfilaba y desfila en las procesiones de Semana Santa. Esta imagen es la única que se salvó de todas las que procesionaban antes de la Guerra Civil.
- Carretería de los hermanos José y Severiano Lucas, en la calle Buendía.
Severiano Lucas
- Horno de cochura de la Alejandra, en la calle Buendía.
- Yesería de Licerio, en la Avda. de Sara Montiel, esquina a la del Matadero Viejo, en el solar donde se levanta hoy Mercadona.
- Matadero Viejo, entonces en las afueras del pueblo, en lo que hoy es la calle que lleva ese nombre. En 1911 fue trasladado junto a la vía férrea.
- Cementerio antiguo, erigido en 1805 y ubicado en parte de lo que luego fue la yesería de Licerio y hoy Mercadona. Precisamente, al construirse el supermercado, aparecieron restos de osamentas. Y la capilla anexa era la Soledad antes indicada.
Solar y tapias del antiguo cementerio
La yesería de Licerio y las escuelas de Pozo Hondo fueron durante muchos años las últimas edificaciones del pueblo por esta zona. Después estaban las eras; y la de Paco El Carnicero, la más representativa.
Eras del Pozo Hondo entre 1931-1935. Las Escuelas del Pozo Hondo (inauguradas en 1931) se ven a la derecha, y las eras son las que había por esa zona, fuera de la población entonces y sin apenas cambios por los años 40 y 50
- Discoteca Nivel-42, en la Avda. de Sara Montiel, pasando la calle Lope de Vega. Fueron Ignacio Olivares Gullón y su hermano Eduardo, Los Pistolillas, quienes la fundaron allá por los 80 y la convirtieron en una de las más importantes de la comarca. Pusieron a nuestro pueblo, junto con las Musas de la familia Valbuena, en el punto más álgido de lo que pudiera llamarse la "Movida Local", derivada de aquella otra famosa a nivel nacional conocida como la "Movida Madrileña". El local-terraza, con otro espacio interior para el invierno, contaba con un gran equipo de profesionales que creó marca de la casa, la escuela "Angicio", que así era conocido Ignacio por los amigos.
- Antigua Piscina Municipal, hacia el final de la avenida de Sara Montiel.
Antigua Piscina Municipal
- Bar Las Colinas o Casa Ángel, de Ángel Jiménez, en la esquina de la Avda. de Sara Montiel con la de Lope de Vega. Cerrado a finales de 2019 por jubilación. Era muy buen sitio de raciones y comidas.
Bar Las Colinas
- Hogar de la Falange, del Frente de Juventudes y luego de la OJE (ha sido después ambulatorio de la Seguridad Social y ahora Centro de Asociaciones), al final de la calle Álvarez de Castro, junto a las escuelas del Pozo Hondo.
- Pepe El Tornero, al principio de la calle Álvarez de Castro.
- Alcoholera de los Agapitos (con orujo y lías), junto al anterior.
- Fragua de Pepe Torres, en la calle de la Serna, esquina a Gran Capitán.
Al final de la calle Álvarez de Castro, a la izquierda, estuvo el Hogar de la Falange, del Frente de Juventudes y luego de la OJE (Organización Juvenil Española). También fue segunda sede (provisional) del Colegio Teresiano
- La bodeguilla de Bautista Violero Angulo, El Artillero, en la Rinconada Serna, ejemplo de las muchas pequeñas bodegas familiares lamentablemente desaparecidas.
Muchos domingos por la mañana, allí se reunían los amigos para charlar de sus cosas, comentar lo último ocurrido en el pueblo o recurrir al fútbol o a la política. De una tinaja que Bautista tenía reservada, se sacaba el mejor vino, que se alegraba con sifón o con el que se preparaba una zurra. Los demás llevaba algo para picar un poco: unas “alcahuetas”, unos garbanzos torraos, unas almendras, unos titos… Y si alguien celebraba el cumpleaños por esos días, pues algo de más consistencia preparado en casa.
Además de Bautista, claro, eran habituales: Manolo García-Casarrubios el de Sindicatos, el maestro don José Sainz, los carpinteros Teodomiro y Desiderio, Eladio Olivares el carretero, Licerio Bustamante el de la yesería, mi padre Valeriano y algunos vecinos como Almidón el de la tienda o Pepe Torres el herrero.
Aquí están algunos de la peña que se juntaba en la bodeguilla de Bautista Violero Angulo (de los tres de la cabecera, el de la derecha, con botones negros en la camisa) celebrando la boda de su hija María en el Casino Primitivo en 1961. A su izquierda: Desiderio, Antonio Fernández (cuñado de Bautista), Teodomiro, Valeriano y Jesús Angulo. Por la derecha de Bautista: Eladio, Licerio y Pepe Torres
- Fragua de Peina, en el número 13 de la plaza del Pozo Hondo, por el lado izquierdo. Luego siguió el hijo y después los nietos, los hermanos Carrión Lucas, por supuesto Peinas.
- Carpintería de Teodomiro, en un corralón junto al taller de los Peina, en el Pozo Hondo. Luego se traslado a la calle Convento, frente a la casa de los Penalva.
- Cuadras del muletero y gitano Andrés y de sus hijos Andrés, Pedro y Alejandro, compartiendo el corral con Teodomiro. Allí también estuvo al principio la carretería de Eladio Olivares, luego trasladada a la acera de enfrente.
- Juan Leal, con servicio de taxi (no en vano se le llamaba Juanito el del coche), varias casas por delante del taller de los Carrión, donde la curva de la plaza se hace más profunda.
- Clínica veterinaria de don Demetrio Cabañero (con Jesús Sanz como oficial herrador), en el Pozo Hondo, frente a la casa de los Granero que albergó en su día el Colegio Teresiano.
- Clínica de enfermería y servicio como practicante de don Ramón Orduña, al final, esquina a la calle de la Serna, en el número 12, que corresponde a la calle de la Fontanilla.
A la derecha, el veterinario don Demetrio Cabañero, y, al fondo, el practicante don Ramón Orduña
C/ de la Concepción y alrededores
- Tienda de José Mary Quiñones (Almidón), en el frente que forma el arranque de las calles de la Concepción y de la Fontanilla.
Para las ferias de 1944 dejaba bien clara su intención:
Este pequeño negocio no tiene sucursales. Tenemos algo de ultramarinos, un poco de hilaturas, algunas madejas (…) y procuraremos tener para estas fiestas tradicionales de Ntro. Patrón el Stmo. Cristo de Villajos algún que otro artículo más.
Al fondo, la tienda de José Mary Quiñones Almidón
- Imprenta la Constancia, de Rafael Muñoz Alberca Pájaro Frito, en la calle Fontanilla, en el número 2.
Rafael Muñoz Alberca Pájaro Frito
- Sastrería de Francisco Bravo, en la calle Fontanilla, número 16.
- Estudio fotográfico de Alfredo Díaz, donde ahora lo tiene su hijo, en la calle de la Concepción 10. El abuelo, también Alfredo, inició la saga en la calle del Cardenal Monescillo.
- Sastrería de Teodosio Moreno, Totó, junto al estudio fotográfico de Alfredo.
Teodosio,Totó, con unos novios y parte del equipo de su taller de sastrería
- Fragua y taller de reparación de maquinaria de José Vicente Arteaga, en el 10, en plena Tercia. Con servicio rápido de autos entre Criptana y Alcázar.
Él fue quien inicio el negocio del famoso “coche Arteaga”, que continuó su hijo Ángel. Al principio con un autobús tan pequeño que la “caja de cerillas” lo llamaban.
El primer coche Arteaga
- Fragua y taller de Rosario Salido, en el mismo sitio anterior (estaba casado con una hija de José Vicente Arteaga).
- Báscula Municipal, en la Tercia.
Consistía en una gran plataforma a ras de suelo, con la maquinaria de pesaje bajo tierra y una caseta para el encargado. Servía para calcular la carga de cualquier vehículo. En la vendimia, al llegar al pueblo los carros, galeras o remolques cargados de uvas, había que pesarlos para, acabada la recolección, poder cobrar de las bodegas. También servía de referencia para los vendimiadores que trabajaban a destajo. Naturalmente, se hacían dos pesajes: en bruto, cargados de uvas, y a la vuelta de vacío. La diferencia era el peso a tener en cuenta y del que daban un recibo o volante. Hoy las propias bodegas tienen sus básculas.
- La Tercia, que da nombre a la plaza. Edificio que se mantiene, pero no su uso.
Es del siglo XVI y era el lugar donde se almacenaban los productos de las "tercias" que recaudaba la Orden de Santiago. Los diezmos se dividían en tres montones, llamados tercias, que se entregaban: una al Obispo, otra al Cabildo diocesano y otra al clero local.
La Tercia
- Carlota Violero, la bordadora, y su hermana Martina, en el número 2 de la calle Huerto Pedrero. Y en la misma calle Lola de Gavilla, Lola de Eusebio y una tal Merce.
- Sastrería de Francisco Fernández Villafranca, en el 8 de la calle Huerto Pedrero.
- Horno de cochura de la Vicenta Rodrigo, pasando la plaza de la Tercia, frente a la travesía del Convento.
- Carbonería de Leonardo Recio, en el 26 de la calle de la Concepción. También transportes de todo tipo, además de tener la exclusiva de subir y bajar paquetería a la estación con una furgoneta, negocio que administraba desde el Despacho General de Renfe (en el 40 de la misma calle, casi en la curva de la carretera a Pedro Muñoz) y que heredó de Ramón Rodrigo, el de la posada de la calle del cardenal Monescillo.
Despacho Central Renfe
- Farmacia de Guijarro, en el 36. Antes estuvo en la calle Castillo 25, y su hijo Alberto, también farmacéutico, la cambió a la calle Álvarez de Castro 34 y ahora a Odisea 6.
- Las Cabila, Julieta y María. Modistas. En la calle de la Concepción 27.
- Consultorio médico de don José Minguijón, en la calle de la Concepción, hacia la mitad del tramo entre las calles Castillo y Paloma, a la izquierda. Tambien era bodeguero.
- Tiendecilla de chucherías de La Punciana, cruzando la calle de la Paloma, en la esquina, a la izquierda.
- Carretería de los hermanos Amaro y Bartolo Torres, en la calle de la Paloma, más conocida como calle Corrales, en la acera de los pares, antes de llegar al callejón.
- Marcial Moreno, con servicio de taxi, al final de la calle de la Paloma, acera de los impares.
- Flecha´s Bar, en la Avda. de Juan Carlos I, pasada la calle Pedro Muñoz.
- Bodegas Nieto Barrilero, en el 60 de la calle de la Concepción, donde ahora hay una urbanización de casas en dos alturas.
- Bodegas del vallisoletano Julio Ruiz (luego de Eusebio Amores), hacia la parte final de la calle de Pedro Muñoz, en la acera derecha, con otra "portá" a la Avda. de Juan Carlos I.
Antiguas Bodegas Ruiz abandonadas
El encargado, Tomás Gómez, también de aquellas tierras, con su mujer Etelvina, que vivían en una casa en la bodega, estaban muy integrados en el pueblo. Su hijo José Luis, Piel de Coco, jugó al fútbol en la Unión Criptanense y se casó con una de las mellizas de Bermejo.
- Fábrica de licores La Garza Real, en la calle de Pedro Muñoz 4.
- Bodega de Chapa, al principio de la calle de Blasco Ibáñez.
Bodega de Chapa en 1924
- Taller de automóviles de Eloy Teno, en el 2 de la calle de Blasco Ibáñez, en parte de la antigua bodega de Chapa y donde luego puso el taller y exposición de su obra escultórica que continua su hijo José María.
Eloy Teno tomó contacto con el hierro a la temprana edad de 10 años en una fragua de su pueblo cordobés de Viso de los Pedroches. Luego, en Madrid, empezó a hacer sus primeros pinitos en escultura en un taller mecánico en el que trabajaba, moldeando chapas y utilizando piezas desechadas. Pero fue en la década de los 70, al instalarse en nuestro pueblo para montar un taller de reparación de automóviles, cuando ya le salió por completo la vena artística y, después del éxito alcanzado en algunas exposiciones y a los encargos recibidos, decidió dejar su trabajo de mecánico y dedicarse completamente a la escultura en hierro, en la que Quijotes, Sanchos y molinos son figuras omnipresentes. En 1998, en el mismo lugar instaló su Taller-Estudio Artístico.
- Bodega El Bengalí), de Pepe Sañoso y su hijo Paco, con anisados, licores y coñacs, en la calle de Blasco Ibáñez 6.
Destilaba licores de todo tipo que vendía algunos embotellados y a granel —el garrafón de entonces—, mucho más baratos que los de marca conocida. Allí nos surtíamos del brebaje necesario para los guateques y para las fiestas de Nochevieja. También hacía zarza, una especie de jarabe muy espeso que mezclado con agua fría servía para elaborar unos estupendos refrescos (zarzaparrilla), lo más parecido a una Coca Cola.
- Tienda de comestibles de las hermanas Olivares, Las Veneno, en la calle Blasco Ibáñez, en el 10.
- Calderería de los Timoteos, abierta por Timoteo Mellado, oriundo de Madridejos, en la esquina de la calle Blasco Ibáñez con su Travesía. Allí siguieron sus hijos: Timoteo, Luís y Gabriel, conocidos por los Timoteos o los Timo. Luego los nietos: Gabriel y Moncho, que diversificaron sus trabajos.
- Fábrica de harinas de José Luis Alarcos (antes, de su padre Eliseo), en la travesía de Blasco Ibáñez 17.
Horno de pan en la fábrica de José Luis Alarcos
- Carretería de Amador Salido, en la travesía de Blasco Ibáñez, frente a la fábrica de harinas de Alarcos.
- Fomento Vinícola, retomando de nuevo la calle de la Concepción, en la gran manzana entre la travesía del Monte y la calle Oriente. Allí tenía Ramón García Casarrubios, El Niño Bonito, la bodega y su suntuosa vivienda. Hoy es una urbanización de casas unifamiliares en el frente y de bloques de pisos en la trasera de la calle del Monte.
Fue el Niño Bonito todo un personaje, al que muchos no muy desacertadamente compararon, salvando las distancias, con el Juan March criptanense, y como aquel, metido a todas las actividades inimaginables, algunas arriesgadas y en el límite de la ilegalidad. Generaba dinero con todo lo que tocaba, lo multiplicaba como por arte de magia. Su visión comercial llegaba a límites increíbles: era capaz de vender hielo a los esquimales, para él lo importante no era tener dinero sino ganarlo. De él se dijeron muchas cosas: que fue especulador, estraperlista, tramposo, acaparador, aventurero, osado, emprendedor, cerebro, ambicioso, genio de las finanzas, mecenas, filántropo.
Sus negocios más visibles fueron el comercio con maderas, con caballos percherones, el almacén de ferretería El Nuevo Vulcano en la Plaza y la bodega, donde embotellaba —una rareza para la época— vinos blancos, tintos, secos y olorosos a la manera de Jerez, moscateles y quinados.
En Madrid tenía unos almacenes de distribución en la calle Amaniel, y una oficina para sus "otros negocios" nada menos que en el número 2 de la plaza de Oriente, para así deslumbrar a sus posibles clientes: para tratar de engañarlos y engatusarlos, estaba claro. Y por supuesto, para dejar más boquiabiertos a esos incautos, tenía confabulados a secretarias o ayudantes para que interrumpieran la conversación con anuncios al estilo de "le llaman a usted desde París…, o desde Roma…, o anuncian de Barcelona que el barco acaba de atracar…". Siempre elegantísimo, y de magnífico aspecto, decía que todos los días pasaba ante nuestras narices un mirlo blanco, y que sólo algunos como él estaban capacitados para no dejarlo escapar. Naturalmente, esa situación de estar siempre en la cuerda floja, le hizo dar en alguna ocasión con sus huesos en la cárcel.
Su casa, que no era visible a la calle y pasaba desapercibida, tenia una bella escalera de mármol, que se dividía en dos ramales hasta una galería superior con ventanales de preciosas cristaleras. Sus salones. decorados como si fueran de un palacio, con artesonados, estatuas y pinturas, alguna vez se utilizaron en banquetes oficiales de agasajo a alguna personalidad. Y, en una amplia sala que hacía de oficina, racimos de uva de escayola colgaban profusamente de las cornisas.
Banquete en la casa del Niño Bonito el 23 abril 1961, con motivo de la inauguración del molino Pilón. El tercero por la derecha, de frente, es el embajador de Argentina Héctor d´Andrea, y frente a él, de espaldas, el Gobernador Civil José Utrera Molina
Uno de los salones o galería de la casa del Niño Bonito. El alcalde José González Lara con varias personalidades.
- Colegio Lope de Vega, en la casa del Niño Bonito, en la calle de la Concepción.
Fue heredero del Colegio Teresiano, que, tras ser fundado en la calle del Convento, esquina al Pozo Hondo, a los pocos años de acabada la Guerra Civil, estuvo provisionalmente en 1959 en el antiguo Hogar de la Falange (en la calle del general Álvarez de Castro), y terminó sus días, aunque con el nombre de San José de Calasanz que nadie utilizaba, en la calle del Cristo, al final del curso 66-67. Luego, con nuevo nombre, Colegio Lope de Vega, siguió dos cursos más en la calle de la Concepción, pero ya no tenía que ver nada con el Teresiano.
- Carretería de los hermanos Díaz-Hellín (Los Nipópolos), en la calle Oriente.
- Tienda de comestibles de Carmelo Díaz-Ropero, en la calle de la Concepción, a la izquierda, frente a la bodega del Conde.
Tienda de Carmelo Díaz-Ropero
- Escuela-labor de Petra La Maravilla, junto a la tienda de Carmelo.
Escuela-labor de Petra La Maravilla en 1956
- Lavadero de Los Agapitos, en el esquinazo de Concepción con la calle del Monte.
- Recambios Huertas, frente a la desembocadura de la calle del Monte.
- Bodega de Leal (luego Leal y Monserrat), con chimenea de alcoholera, en el 71, en el esquinazo entre la calle de Don Melitino y la carretera. Ahora de los Huertas.
- Bodega de Juan José Leal, en la calle de Don Melitino
- Bodega de Juan José Flores, en Don Melitino
- Bodega de Angulo, en Don Melitino
- Bodega de Domingo Flores, en la calle del Gral. Peñaranda.
- Bodega de Velasco, arrendada durante un tiempo a mi abuelo Antioco Alarcos, en la calle Delicias.
- Bodega de don Julián Esteso, en la carretera, el número 74 en la numeración de la calle de la Concepción. Luego fueron bodegas Luimer y ahora pertenecen a los Huertas.
- Bodega de Minguijón, que se asoció con Sinesio Cabañero (repostero en el Casino Primitivo), a continuación de la de Esteso e igualmente ahora de los Huertas.
- Bodega San Miguel de Amadeo Badía Arnabat, abuelo de mi mujer Trini Ossorio, en la calle de Socuéllamos.
- Bodega de Mena, ahora Cooperativa de la Virgen de Criptana.
- Aparicio, el chatarrero, pasando el cementerio a la izquierda (ahora son nietos los que llevan el negocio).
- Balneario del Carmen, de León Sañoso, "con baños fríos y calientes de agua fuertemente mineralizada, espaciosas cuadras para las caballerías y variado servicio de refrescos, cervezas, vinos, gaseosas y fiambre diverso para meriendas", en la carretera de Pedro Muñoz (unas ruinas a la izquierda pasado el cementerio).
Ruinas del Balneario del Carmen, los Baños de León Sañoso
C/ de Isaac Peral
- Clínica veterinaria de don Tomás Ortolozábal, al principio, nada más dar la vuelta al Tumbillo.
- Bodega de Castellanos El Gitanillo, con alambique de orujo (aparato de alcohol, que se decía), a continuación del veterinario.
- Clínica veterinaria con herrador de don Ángel Herreros (el padre) frente a la desembocadura de la calle de Ángel Briega
- Carpintería de Los Pinchos, por la zona de los chalets adosados, antes de llegar a la calle de la Serna.
1948. Carrera ciclista por la calle de Isaac Peral (la carretera Alcázar). Eugenio Jiménez entrando en la meta en el Tumbillo
- Bodega de Maroto, al principio de Maestro Manzanares, a la izquierda.
- Bodega de San Felipe Neri, de Alfredo Ruescas, que, tras ganar dinero en Bolsa, se afincó en Criptana, adquirió tierras, plantó viñedos e inauguró la bodega en 1895, en la esquina entre las calles del Maestro Manzanares e Isaac Peral, a la derecha, donde el supermercado.
- Bodega de Los Parrillanos, la antigua de Ruescas.
- Primera gasolinera en Criptana, con un surtidor de aquellos que tenían depósito de cristal y se observaba bajar y subir el carburante, y plantado en la esquina con la calle de la Serna. Fue primero de La Rubia y luego de Valeriano Lorenzo.
Años 50. Primeros surtidores de gasolina, pero emplazados ya en el espacio de la gasolinera actual, frente al asilo. En la fotografia, Valeriano Lorenzo, con una lata de aceite y un bidón para el rellenado manual, y su suegro Timoteo
- Bodega del Montañés y luego de Simpliciano Olivares, en el 21. Ahora es la de Castiblanque.
- Taller de ebanistería de Ángel Herencia, junto a la entonces bodega de Simpliciano. Antes en la calle Murcia.
- Taller mecánico de los Gavilla, frente a la bodega de Simpliciano, con trasera a la calle del Gran Capitán.
Bodega del Montañés, luego de Simpliciano Olivares y ahora, renovada, de Castiblanque
- Bodega de Manzaneque, El Regalao, en el 36, antes de llegar a las naves en donde estuvo el supermercado DIA.
- Clínica veterinaria de don Ángel Herreros (hijo), con Mora de oficial herrador, en el 40, en la nave antigua, con dos grupos de ventanas en arco y otra superior en romboide, que albergó el supermercado DIA al principio.
- Taller mecánico de Dionisio de la Torre, a continuación, en el nº 40, y luego el taller de los hermanos Olmedo, Los Capotos.
- Taller mecánico de los hermanos Martín, Los Manolillos, antes de la gasolinera de Valeriano Lorenzo SL.
- Cine de verano Capitol, en el antiguo taller de Los Manolillos y por ellos administrado.
Cine Capitol
Años 60. La carretera de Álcazar a la altura de la gasolinera. Se aprecia el entrante del Cine Capitol, el taller de Dionisio de la Torre, el veterinario don Ángel Herreros, la bodega del Regalao, el taller de los Gavilla...
Años 60. Otra fotografía de la entrada a Criptana por la carretera a Alcázar
- Clínica de enfermería y servicio de practicante de don Ventura, en la calle Juan XXIII.
- Disco-Pub Yasta, en la calle República de Chile.
- Bar El Porche, también en la calle República de Chile.
- Discoteca Mr Charly, en República de Costa Rica 7.
Inaugurada en diciembre de 1975 y cerrada en julio de 1988, "Mr. Charly" es una de las discotecas que más nostalgia despierta en varias generaciones de criptanenses, que disfrutaron allí con la música disco de los años 80.
- Confecciones Pier-Glas S.A., en República de Costa Rica s/n.
Aquí estuvo la fabrica de confecciones Pier-Glas S.A.
- Fabrica de confección de señora Consigsa S.A., en República de Costa Rica s/n.
- Antiguo aspecto de la gasolinera de Valeriano Lorenzo, que no se llamaba ni se llama Barataria (por lo de la Ínsula Barataria cervantina), sino Estación de Servicio Los Molinos, pero que todo el mundo la empezó a llamar así popularmente, dejándose arrastrar por el nombre de la ya existente en Alcázar y sobre todo por la fama que empezó a coger su restaurante. Algunos incluso creían que todas las gasolineras se llamaban Baratarias.
- Carreteras adoquinadas. Fue en tiempos de la dictadura del General Primo de Rivera cuando se adoquinaron, en una longitud de kilómetro y medio, los principales accesos a todos los pueblos de España.
Estación de Servicio Los Molinos en 1966, con el adoquín en la carretera de tiempos de la dictadura de Primo de Rivera
Plantilla de la gasolinera de Valeriano Lorenzo durante años: Gumer, Jesús Mariano, Josemari, Justiniano y Pruden. Entre otros, falta Manolo Campos, tanto tiempo también en los surtidores
- Reclamo turístico, en la intersección con la carretera Nieva, frente al Cuartel de la Guardia Civil. Hoy, cambiado muy ligeramente de sitio, se encuentra junto a la marquesina de parada de autobuses de Castilla-La Mancha, pero ha desaparecido la pared con la inscripción: "España también es así".
- La Cañamona, quintería a mitad de camino entre Criptana y Alcázar. Allí hubo también un crematorio de mulas y animales muertos, de los que se aprovechaban las grasas para untar los ejes de las ruedas de los carros y el resto para abono.
La Cañamona
- Las barreras casi siempre cerradas en el paso a nivel de Álcázar por la antigua carretera. Está claro que estaba equivocado el trazado de la estación o el de la carretera, y en descargo de ésta se ha de decir que fue anterior. La espera para cruzarlo de uno a otro lado se hacía a veces interminable, pues allí, precisamente en ese punto, era donde más vías había, y al paso de los trenes ordinarios de viajeros o de mercancías, se unían las maniobras de cambios de sentido, de vías y de necesarios acoplamientos propios del trajín ferroviario. No respetaba a nadie, ni al mismísimo “coche Arteaga”, con sus dos viajes por la mañana y otros dos por la tarde en uno y otro sentido. Ni tampoco a las urgencias que desde Criptana se dirigían a la clínica de Mazuecos, en Álcazar, que, aunque privada, de pago, era nuestro hospital más cercano. Tal vez los únicos favorecidos era los autoestopistas en dirección a nuestro pueblo pues en la larga fila de vehículos, que a veces llegaba hasta la Castelar, siempre encontrabas a alguien conocido.
La pesadilla desapareció cuando, por los años 90, se hizo el desvió de la carretera a la altura de los depósitos de la Campsa, que evitaba el paso por la Avda. de Criptana.
Las barreras en el paso a nivel de Álcazar por el lado de Criptana
Y por todo el pueblo
En la parte de arriba...
- Cueva de La Marcela, en la Sierra. En 1971, Francisco Valbuena compró una pequeña cueva en la Sierra de los Molinos para montar su estudio, y acondicionó una barra de bar para dar un vino y queso a los visitantes. Fue tal el éxito que decidió abrir allí una taberna en 1972, un establecimiento único y de los más originales del mundo. Al frente de él estaban su mujer entonces Santí Quintanar, La Jovita, y su cuñado Juan Antonio El Jovito, también todo un personaje.
Cueva de La Marcela
Entrada a la Cueva de La Marcela
- Discoteca Las Musas, en la Sierra. Ahora reabierta como restaurante y de usos múltiples. Con el tiempo, la Cueva de la Pastora Marcela se fue agrandando con casas y cuevas de toda la parte izquierda de la calle Barbero y, tras la creación de la discoteca Mi Paisana, con Sara Montiel como musa, vino después la apertura de Las Musas, un local para dar conciertos que se convirtió en discoteca famosa a nivel regional y casi casi nacional, con espacio cerrado y otro al aire libre en una especie de teatro romano con aire manchego. Los hijos de Francisco Valbuena, Paco y Miguel, ya habían tomado el relevo, primero como colaboradores con los que tuvieron el local arrendado durante unos años, y luego ya totalmente entre 1987 y 2001.
Antigua Discoteca Las Musas
Antigua Discoteca Las Musas
Antigua Discoteca Las Musas
Estancia de la antigua Cueva de la Marcela recuperada afortunadamente para el Restaurante Las Musas
- Arcos en el Albaicín. Mucho es lo que ha desaparecido en las calles cercanas a la Sierra, y entre lo más emblemático, los arcos al final de la calle Costanilla y, poco más alla, al inicio de la Cuesta de la Virgen de la Paz. Dicen que estorbaban al tráfico.
Arco al final de la calle de la Costanilla
Hacia el Cristo…
- Tras la desaparecida tienda de “La Buchaca” empezaba la calle del Cristo, y enseguida, en la acera de la derecha, la barbería de Emilio Almendros.
- En la acera de la izquierda, el horno de Jesús Cobos, esquina a la calle de la Veracruz.
- Patatas fritas Hnos. Pintor, antes de llegar a la calle de la Luna, ahora en la calle de Antonio Maura.
- Fernando El Diablo, también conocido simplemente por El Colchonero, en la calle de la Luna.
- Vaquería del “Nueve”, en la calle del Cristo, pasada la calle de la Luna.
- Tienda de frutas y otros comestibles de Pepe "El de la Comadrona" y de su mujer Mercedes Bermejo.
- Bodega de Evaristo Sánchez Quintanar, en la calle de Alcázar.
- Bodega de Ramón Ortiz Cacharra, en la calle de Alcázar.
- Fábrica de licores M&L, de los hermanos Alberca, Los Bachito, en la calle del Cristo, a la derecha, poco antes de llegar a los pozos.
- Tienda de Nati La Alcuzona, en la calle del Cristo, pqasados los pozos.
- Fragua de Sebastián Casero, a continuación. Allí tuvo después un taller de bicicletas y motos Moisés Rubio Perreta.
- “El Ocho”, zapatero remendón, en un cuartejo muy pequeño.
- Tienda de "La Chocana", en la calle del Cristo, esquina a Miguel Servet.
- Ultima Sede del Colegio Teresiano. en la calle del Cristo, en la otra esquina a Miguel Servet, en la casa de "La Patricia".
Abrió a los pocos años de acabada la Guerra Civil en la calle del Convento, esquina al Pozo Hondo. En 1959 cambió provisionalmente al antiguo Hogar de la Falange (en la calle del general Álvarez de Castro), para al año siguiente pasar a la calle del Cristo, aunque con el nombre de San José de Calasanz que nadie utilizaba. El último Curso impartido allí fue el 66-67. Luego, con nuevo nombre, Colegio Lope de Vega, siguió dos cursos más en la calle de la Concepción, en la casa del Niño Bonito, pero ya no tenía que ver nada con el Teresiano.
Última sede del Colegio Teresiano
- Bodegas La Mapa, de Hilarión Escobar, en la calle del Cristo, frente a la casa de “La Patricia”.
- Tortas del "Gato", por la calle de Miguel Esteban.
- Carbonería de Foril, polifacético, con su mujer, claro, La Forila, en la calle Miguel Servet.
- Garrigós, el trapero, por la calle del Sol (son los nietos los que comercian ahora con papel usado y cartones)
Julián Garrigós el trapero
- Yesería de Dionisio García “"El Carbonero"”, pasada la plazoleta de arriba
- Escuelas de la Calle del Cristo, para niñas, a la salida del pueblo, por donde la Escuela Agraria EFA, con viviendas para las maestras.
- El camino antiguo a San Isidro. Era de tierra y estrecho, muy agradable, con rosales a ambos lados que el día de san Isidro, en plena primavera, reventaban de flores. Salía de la carretera que llevaba a Miguel Esteban y al Cristo justo cuando ésta, una vez pasada la Poza, iniciaba la gran curva que mantenía siempre los pozos de Villalgordo a su derecha. Hoy todo se ha modificado, pues la carretera evita la curva y continúa recta a la izquierda del camino.
- Antiguo aspecto de la iglesia del Cristo en construcción típicamente manchega y con una terraza encima de los soportales.
Antiguo aspecto de la ermita del Cristo
- Pareazos del Cristo. Tras el desembarco de los musulmanes en España en el año 711 y su avance hacia el norte, el antiguo pueblo de Villajos, como otras ciudades y villas conquistados, fue rodeado por una fortaleza construida posiblemente en el siglo XI o anterior, y de la que a principios del XX aún había grandes restos de su existencia. El tiempo y el despoblado de la zona fueron casi acabando con ella. La que más tiempo se conservó fue la parte oriental, conocida como los "Pareazos del Cristo", o también como "Los Toriles", pues para eso babían servido durante siglos en las corridas y novilladas que anualmente se celebraban dentro del recinto. La ermita del Cristo de Villajos, construida hacia 1663 sobre las ruinas de una antigua iglesia parroquial del pueblo, estaba casi adosada a estos muros orientales de la muralla. Eran en realidad dos muros paralelos separados unos cuatro o cinco metros aproximadamente, el exterior ya caído a principios del siglo XX y el interior que se mantenía con sus arcadas. Tenían una altura de unos tres metros y una anchura entre un metro y metro y medio. Las partes exteriores eran de piedras irregulares trabadas con yeso y rellenas en su interior con tierra, pequeñas piedras, cascotes y restos cerámicos ligados con barro. Sólo las esquinas y los arcos tenían algunas piedras de sillería para dar más consistencia.
Pero, desgraciadamente, alguien, hace unos años, tuvo la feliz idea de derribar estos pareazos, testigos de un tiempo pasado. Su desaparición es todo un homenaje a la desidia, la estupidez y la infinita incultura de todos los que fuimos testigos de cómo se nos fue cayendo el patrimonio, piedra a piedra, y no hicimos nada para evitarlo.
Pareazos del Cristo
Otra fotografía de los Pareazos del Cristo
- Restos de Alces en el paraje de la Hidalga. Más allá de la ermita del Cristo, cerca de la laguna de Salicor, en los linderos de Campo de Criptana, Alcázar, Quero y Miguel Esteban, se encuentra la finca denominada La Hidalga, un cerro de escasa elevación, alargado en el sentido de Este a Oeste, que fuera propiedad de los Treviño. Allí se ubicaba una villa prehistórica que muchos reconocen como la antigua Alces, una ciudad prerromana celtíbera conquistada por el pretor romano Sempronio Graco el año 179 a. C. Así lo afirmó en 1917 el académico de la historia, D. Antonio Blázquez cuando visitó las ruinas allí existentes entonces. El periódico Vida Manchega (nº 192), del 10 de octubre de 1917 publicó una fotografía en la que aparece el citado académico acompañado de varios personajes, entre los que se encontraban don Faustino López, alcalde de Criptana por aquel entonces, y don Domingo Miras Reche, director de la Escuela del Pozo Hondo. En la fotografía se aprecian restos inequívocos de una antigua ciudad romana. Lamentablemente, todo ha desaparecido.
Visita del académico de la historia D. Antonio Blázquez en 1917 a los restos prehistóricos aún exixtentes en la Hidalga
Y por la parte de abajo...
- Fábrica de galletas, chocolates y productos dietéticos de Pablete Escribano, en la Avda. de Juan Carlos I, en el 21, en una especie de chalé frente al Parque. Ya la tuvo en Cardenal Monescillo asociado con Pablo Fernández; luego se trasladaron a la calle de la Virgen y posteriormente se separaron: Pablo Fernández quedó en ese local y Pablete Escribano se estableció frente al Parque.
- Bodegas Ludeña, en la Avda. de Juan Carlos I, pasado el Parque, a ambos lados.
- Bodega de Acha, más abajo de la de Ludeña, cruzando la carretera de Arenales.
- Batán en el río Záncara de Román Muñoz Rufián, su último dueño. Ya existía desde 1748, y pertenecía al Maestrazgo de Santiago. Los fabricantes de paños de la villa de Criptana acudían á él á batanar sus paños. Este batán ya no existe, pero pervive su nombre en la toponimia, dentro del término municipal de Campo de Criptana, en las cercanías del río Záncara. Así, se conoce con este nombre a los terrenos ribereños a ambos lados del río, en la curva que hace su cauce antes de aproximarse a la carretera que va de Campo de Criptana a Arenales de San Gregorio.
- Bodega de Julio Bénézet (elaboraba champán), en Arenales de San Gregorio.
- Exportadora de vinos S.A., junto a la Estación. También se llamó en algún momento Bodegas Criptana. Es la actual del Vínculo.
- Abonos Martínez Salido (por la Fábrica de Huesos, se conocía), en la Barriada de la Estación 6.
- El antiguo Parque Municipal, donde el actual de Luis Cobos. Aún cuando ya estaba proyectado desde 1922, no pudo llevarse a cabo su realización hasta 1944, siendo alcalde Feliciano León. El gasto de plantación de jardines, de colocación de bancos y farolas, más la expropiación a la familia Baillo, dueña de los terrenos, supuso unas 60.000 pesetas.
Proyecto del Parque Municipal que se inauguró en 1944 con algunas modificaciones
- Quiosco de verano del Bar Los Molinos, en el Parque. Estaba adosado a un lateral del recinto de la Verbena, donde se abría otra barra, y frente a la calle Colón.
Quiosco del Bar Los Molinos, de los Legaña, en el Parque. En la fotografía, uno de ellos, Jacinto Alberca, con su mujer Josefa
Otra fotografía del quiosco del Bar Los Molinos, de los Legaña, en el Parque. Dentro de la barra Jacinto Alberca, en el grifo de le cerveza, su mujer Josefa y sus hermanas Carmen y Pilar
- Cooperativa La Unión de Albañiles. Almacén de Materiales y Fábrica de Mosaicos, en la calle Colón, frente al Parque.
Cooperativa Unión de Albañiles. Fiesta de Navidad de 1947 Arriba (con la fotografía cortada): Julián Muñoz, Paco Angulo, Juan Manuel Molero, Conrado Castiblanque, Águedo Alarcos y José Luis Manzaneque. Ligeramente desplazados más abajo: Braulio Molina, Jesús Castellanos, Francisco Casarrubios, y Felipe Ramírez. Fila central: Jesús Sepúlveda, Enrique Fernández, Manuel Campos, Aniceto Castiblanque, José Alarcos, Domingo Amores, Juan José Amores, Juan Antonio Fernández y Rafael Muñoz (apenas si se aprecia). Abajo: Alfredo Castiblanque, Teobaldo Casarrubios, Juan José Amores García, Juanito Castiblanque, Jacinto Poveda, Aniceto Castiblanque y José Lucas
- Pozos de la Villa, en la calle de ese mismo nombre, frente al Parque.
- Bodega de Eugenio Jiménez, en la calle Miguel Henríquez de Luna
- Bodega de Rubín, luego de Cosme González, junto a la de Eugenio.
- Calderería de los hermanos Mellado Merchán (Genaro, Rafael, Pepe y Ernesto), en la Avda. Agustín de la Fuente 25. Y posiblemente el pequeño, Ernesto, haya sido el último que ha guardado el tesoro de los rudimentos de los antiguos caldereros.
- Los viejos campos de fútbol.
Criptana ha sido uno de los pueblos con más solera futbolística, pues ya en el año 1925 se creó la Sociedad Deportiva Unión Criptanense, que jugaba en un descampado en el entonces Paseo de la Estación. En 1933 se unió a otro equipo, el Club Deportivo, formándose así el C.D. Unión Criptanense.
El Deportivo jugaba en la llamada “era de don Ramón o de Baillo”, que actualmente es la parte izquierda del Parque, y que para poder cobrar una entrada se valló con infinidad de tablas de los desbrozos de una serrería de unos industriales de Cuenca que en el pueblo se asentaron. Por eso era conocido como el “campo de las tablas”, campo que fue abandonado para que el nuevo equipo producto de la fusión jugara en el solar del primero antes citado. Y que es el mismo del campo actual del equipo. Se supone que se le haría algún tipo de cierre de obra, aunque fuera muy débil y rudimentario.
En agosto de 1936, la antigua iglesia parroquial fue incendiada, y, tras la contienda, totalmente demolida, quizá apresuradamemente, algo en lo que no pocos no estuvieron de acuerdo, pues tal vez, pudiera haber sido recuperable como ocurrió en otras poblaciones de nuestro entorno, ya que lo verdaderamente calcinado fueron altares, imágenes, bancos y demás enseres y, sobre todo, la techumbre. El caso es que con parte de estas piedras del viejo templo se hizo un fuerte muro que rodeaba el campo de fútbol, que desde entonces pasó a llamarse “Agustín de la Fuente”, uno de los grandes jugadores del equipo junto a su hermano Alfonso, así como a la avenida que desde el Tumbillo llega a la Estación.
Este campo, totalmente renovado en tiempos más actuales y casi irreconocible con el antiguo, es el del C.D. Unión Criptanense.
Como anécdota, las piedras de la iglesia, consideradas “sagradas” por algunas gentes, fueron la causa de que no pisaran en su vida este campo de futbol.
Uno de los principales hitos en el Agustín de la Fuente fue el partido contra el Real Madrid de Di Stéfano en la Feria de 1957
- Pista para pruebas ciclistas, alrededor del Campo de Fútbol Agustín de la Fuente.
Era de ceniza y se montó por el buen hacer y la clase de Perreta y para encauzar después el entusiasmo que despertó la consagración nacional e internacional de Fernando Manzaneque y luego de su hermano Jesús.
Años 50. Pista de ciclismo en el Agustín de la Fuente. Entre los dos ciclistas de la izquierda, se ve a Perreta sin bicicleta
- Bodegas de Juan Antonio Mompó, luego de José Simó Besó y en 1936 de su hijo Leopoldo Simó Requena, en la calle de Mompó 2. Actualmente de los Huertas.
Bodega de Simó. Al fondo se ve el viejo Campo de Fútbol Agustín de la Fuente con la pista de ciclismo
- Bodega y alcoholera del francés Francisco Laurens, en la Avda. de Agustín de la Fuente, frente a la Estación. Fue el primero que fabricó vermut en el pueblo (entonces, y siendo francés: vermouth).
- Bodega de Domingo Esteso y luego de su hijo Luis, que era la antigua de Laurens, junto a la Estación.
- Sociedad Vinícola Manchega, creada en 1895 frente a la Estación y embrión de la Cooperativa del Carmen. Ahora es de los Huertas.
- Bodega de Marta Laforcade abierta en 1901 junto a las barreras del camino al Puente de San Benito, alquilada casi de inmediato por la recién creada Sociedad Cooperativa Civil Particular Vinícola del Carmen y comprada en 1905. De la fusión con la cooperativa anterior nació la actual Vinícola del Carmen.
- Bodega de don Francisco de Rivas Ubieta, marqués de Mudela, junto a la Estación.
- Bodegas Girona. Eran las antiguas del Marqués de Mudela. Hoy los terrenos son de la familia Huertas.
- Fábrica de harinas de Casado, en el Camino del Puente San Benito.
- Bodegas Nueva Montaña del opulento capitalista José Ramón Fernández, al principio del camino al Puente de San Benito.
- Bodega de don Ignacio de Artiñano y Orbegoza, bilbaíno de origen y canónigo magistral de la catedral de Burgos. Aquí tuvo viñedos y una casa en la calle del Puente (Antonio Espín), donde presumiblemente estaría la bodega.
- Bodega de Julián Morales en la calle Antonio Espín
- Bodega de Castellanos, en Antonio Espín esquina a Colón.
- Autocares Víctor, por el barrio de las Charcas, en la calle de la República de Chile
Los transportistas pioneros
Valeriano Flores, mi padre, fue el primer transportista en Criptana, y su empresa, establecida antes de la Guerra Civil y continuada por mis hermanos, aún sigue junto a las creadas por Gregorio Olivares, Cosme Pintor y la de autobuses de Ángel Arteaga. Otros históricos de aquella época o sus herederos han sucumbido:
Primera camioneta de mi padre: una Chevrolet de cuatro ruedas con radios de madera, matrícula AB 3296, comprada en 1928.
- Garrón, en la plazoleta de la calle del Cristo.
- El Sastrecillo, en la esquina de Doña Ana y la plazoleta de la calle del Cristo.
- Trinidad Olivares, en la calle del Calvario.
- El Angelete, hermano de Trinidad, en la calle de la Virgen 19, con servicio también de taxi.
- Daniel Olivares, hermano de los anteriores, en la esquina de la travesía del Monte con la calle de la Concepción.
En 1950 compró mi padre el primer camión diesel que aquí se veía, un Pegaso II Z-202, 140 CV, matrícula M 85972, el mofletes
- Los otros Arteaga, en la calle de Santa Ana, frente a la de Santa Teresa. Guardaban los camiones y luego los autobuses en la calle del Monte.
- Leonardo Recio, transportes y carbones, en el 26 de la calle de la Concepción.
- Boluda, en la calle de la Serna, esquina a Fontanilla.
Otros se decantaron por los Barreiros
- Evaristo Alberca, Bachito, en la calle de Santa Ana, en el 30, más allá del estanco de Cebolleta.
- Pedro Alberca Bachito, en la calle de la Concepción, antes del esquinazo con la de Pedro Muñoz. Enseguida puso el servicio de taxi y coche al punto (su famosa "rubia") tres días a la semana a Ciudad Real y dos a Madrid.
Manolo, el hijo pequeño de Evaristo Alberca Bachito, descargando el vino de la cisterna
De Criptana en Madrid
De vinos
La gran urbe madrileña siempre atrajo a gentes de Criptana para establecer allí sus negocios, preferentemente ligados ahora con la construcción y años ha —y de ellos vamos a hablar— con el vino. Poner en la capital un despacho de los entonces recios vinos manchegos fue el ideal de muchos pioneros que a ello se atrevieron, independientemente de que ya algunas de las grandes bodegas que se abrieron en Campo de Criptana a finales del siglo XIX y principios del XX, favorecidas por la existencia de la estación de ferrocarril para poder exportar, tuvieran almacén en Madrid, como es el caso de la del Marqués de Mudela (tenían bodegas por todas las regiones) en la calle de Santa Catalina.
- Mi abuelo Domingo Flores, El Chato Pelines —mote que hemos heredado hijos y nietos—, fue el primero en hacerlo allá por 1926, o al menos no tengo yo constancia de otro anterior. Tuvo mi abuelo sus negocios y sus enredos, comenzó con una taberna en la Plaza Mayor de Criptana y mantenía una pequeña bodega, pero vivía del juego; era su profesión y de él sacaba su beneficio hasta que lo prohibieron. Entonces surgió lo de irse a Madrid con toda la familia y abrir un despacho de vinos al por mayor con merendero y taberna más arriba de Cuatro Caminos, en Tetuán, entonces pueblo no anexionado a la Capital. La casa era nueva, de tres alturas, y hacía esquina a la ahora calle de Bravo de Murillo, a unos cien metros del desaparecido Cuartel de la Remonta y muy cerca asimismo de la antigua plaza de toros de Tetuán. Ocuparon el primer piso y el local con tres puertas en el bajo, con sótano, donde tenían seis tinajas de cemento para el vino. El mayor de los hijos varones, Valeriano, mi padre, al principio con no más de doce o trece años, ayudaba y servía vino en unas mesas que sacaban a la puerta, y siempre había pululando por allí gente de Criptana, sobre todo muchachos que estaban haciendo la mili en el cuartel cercano. Más allá estaba el barrio chabolista de La Ventilla, lleno de traperos y chatarreros.
Actual calle de Bravo Murillo en Madrid. Antiguo pueblo de Tetuán. Aquí estuvo el despacho de vinos, merendero y taberna de mi abuelo Domingo Flores
Pero no les fue bien y regresaron pronto, vendiéndolo todo. Mi abuelo siguió con la bodega y otras cosas, y empezó con un negocio del que también fue pionero en el pueblo: el de los transportes, en una camioneta Chevrolet con radios de madera en las cuatro ruedas, y con mi padre al volante ¡sin carné de conducir!, pues no tenía la edad.
Por aquella época Tetuán era un lugar recogido, simpático y acogedor, lleno de paradores, mesones y ventorrillos. Los domingos se desplazaban desde Madrid centenares de familias a pasar el día, pues ya se estaba en el campo y resultaba muchísimo más barato que la capital, y además se venían cargados de vituallas para toda la semana. Se utilizaban las tartanas de Álvaro El Maquines y las del Comizo, que partían desde Cuatro Caminos, hacían el recorrido de ida y vuelta y no salían hasta que no se llenaban de viajeros. Otros preferían los tranvías de mulas, aunque descarrilaban con frecuencia, sustituidos al poco de estar mi padre allí por los de vapor e inmediatamente por los eléctricos. El Metro no llegó a Tetuán hasta 1929.
Tranvía arrastrado por mulas
- Mi otro abuelo, el materno, Antioco Alarcos, tenía una panadería en el entonces paseo de la Estación, hoy Avenida de Agustín de la Fuente, pero dado su carácter tan emprendedor la dejó para meterse en otros negocios, y entre ellos el del vino, con una bodega arrendada en la calle Delicias y despachos en Madrid, Vigo y Cariño (A Coruña). Todo esto ocurría unos años antes del advenimiento de la Segunda República.
Era mi abuelo, aparte, un defensor a ultranza de las libertades y de la democracia, y fruto de ello fue su lucha en política por los menos afortunados, por los descamisados. Cuando en las elecciones municipales de 1931 se presentó en Campo de Criptana por Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, salió elegido concejal con gran cantidad de sufragios y luego nombrado alcalde en varios periodos. Repitió en las de 1936, y en este caso fue el más votado. Sus gentes lo adoraban. Sin lugar a dudas fue el personaje más carismático de la República en Criptana, con funestas consecuencias para él.
Su lucha por las clases más desfavorecidas hizo que pusiera el despacho de vinos de Madrid a disposición de las Bodegas Populares Manchegas (BOPOMAN) de la Cooperativa de Colonos y Arrendatarios de Campo de Criptana, que él había promocionado. Estaba en la calle de San Gregorio, 25 (ahora número 11), por el barrio de Chueca, en pleno centro de la ciudad, y en la parte de arriba tenían un piso. A dos pasos se encontraba la Casa del Pueblo del PSOE y la UGT, en la esquina de la calle del Piamonte con las de Góngora y Gravina, donde se organizó el tremendo alboroto en los primeros días del llamado Alzamiento Nacional, con todas las calles cercanas repletas de una multitud que pedía armas para proteger a la República. Era y sigue siendo una zona típica del tapeo y de las salidas nocturnas.
Calle de San Gregorio en Madrid. Despacho de vinos y taberna de mi abuelo Antioco Alarcos
- Ramón Beamud, casado con mi tía abuela Vicenta, y que tuvo una bodega en la calle de la Pasión, arrastró a la familia a Madrid antes de la guerra para abrir el Bar Los Molinos en la calle del Cardenal Cisneros, esquina a Gonzalo de Córdoba, en pleno barrio del entonces incipiente y castizo Chamberí. Despachaban vinos a granel que llevaban del pueblo, y su amplitud daba para tener mesas de mármol para partidas de mus y dominó y hasta dos futbolines. Estaba decorada con paneles pintados con temas de Criptana y no faltaban carteles de Sara Montiel y Fernando Manzaneque. Sucumbió por los años ochenta del pasado siglo y hoy su lugar lo ocupa una tienda de recipientes y materiales plásticos.
Despacho de vinos y taberna Gran Bodega Los Molinos en Madrid
Fernando López Martín, autor en 1938 de Los molinos de Campo de Criptana y amigo de Ramón Beamud, escribió de él:
Mi amigo Ramón es de Criptana. ¡De Campo de Criptana!, como dice él y reafirma a cada paso con el énfasis cándido con que un niño cuenta las grandezas de su casa. En boca de Ramón, el nombre de Campo de Criptana tiene matices sonoros. Las sílabas se despliegan algo espaciadas, como las de un verso enfáticamente declamado: ¡Cam-po-de-Crip-ta-na! Así, ni más ni menos, y el que no sea de allí, que se fastidie. Yo me deleito con la visión de este hombre saturado hasta el tuétano de sol y aire de su tierra. Yo admiro a este hombre que siendo hasta la médula pueblerino, sabe vivir en la ciudad con la soltura y discreción de un hombre de la urbe. Urbanidad en todo. Íntegramente. En gestos y palabras. Pero sin engaños. Siempre campesino. Leal con su nacimiento. Sin pretender ocultarlo. Un auténtico labriego acoplado a la vida ciudadana. Y de aquí su interesante personalidad. En su físico se parece a Sancho. Mediano, tirando a bajo, de estatura y recio. La color encendida. El colodrillo macizo. Y los ojos vivos, siempre buscando algo que escrudiñar. Ramón Beamud es un pedazo de la Mancha trasplantado a Madrid. Sancho era más perezoso en su hogar. Más reposado. Ramón va y viene. Viene y va. Hace dentro de su tienda, de su tienda que tiene alardes de bodega, el efecto de un pájaro dentro de su jaula. De las mesas al umbral. Del umbral a la trastienda. De la trastienda a la cueva. De la cueva al mostrador… ¡Qué sé yo…! Y luego las bombonas, y las botellas, y los vasos, y las cubas y las botas… Sancho, en efecto, zarandeaba más despacio el trigo de su heredad que Beamud atiende a los quehaceres de su profesión. Y es que Ramón tiene algo de loco.
Bodega Bar los Molinos
Por toda esta zona de Chamberí, extramuros de la antigua cerca histórica de la ciudad, y que se edificó al principio clandestinamente como tantos otros arrabales, proliferaron los aguaduchos y ventorrillos al tener tan cerca los Pozos de la Nieve en la hoy glorieta de Bilbao. Proporcionaban la necesaria materia prima para la refrigeración y para la elaboración de helados, sorbetes, granizados y la tan madrileña agua de cebada. Originariamente, aquellos que se refugiaron en Chamberí, fueron aquellos que no podían pagarse un cuarto en la superpoblada ciudad y que no cabían materialmente en los miserables barrios del sur. De ahí el cariz popular que el barrio tomó desde su fundación. El casticismo propio del sur madrileño vino a rebrotar en el punto opuesto de la ciudad. La calle del Cardenal Cisneros fue de las más densamente pobladas del arrabal, con la animación característica chamberilera en sus bares, mesones, casas de comida y despachos de vino. Hoy sigue siendo una zona en la que parece que todo Madrid se concentrara allí en los fines de semana.
Propaganda del Bar Los Molinos en Madrid
- Ramón García Casarrubios, El Niño Bonito, como ya apuntábamos en los establecimientos desaparecidos de Criptana, fue todo un "figura", siempre metido en mil negocios y a cual más comprometido. Adelantado a su tiempo, embotelló todo tipo de vino en su bodega, Fomento Vinícola, de la calle de la Concepción. Hasta se atrevió con los secos y olorosos a la manera de Jerez, y como ariete de ventas, abrió un despacho de distribución en Madrid, en la calle Amaniel, junto a la antigua fábrica de cervezas y de hielo de la Mahou, que había sido fundada en 1890 y que allí estuvo hasta 1962, y junto al mítico El Cangrejero, aún en pie, que alardea de la mejor cerveza y las mejores conservas de Madrid.
Y todo ello en barrio canalla, en pleno centro de la capital, que acogió en su día la movida madrileña y que aún recuerda el bullicio estudiantil que proporcionaba la antigua Universidad Central de la calle de San Bernardo. En sus bares y tabernas circulan personajes tan dispares, que sin darte cuenta, a golpe de cerveza, vino, vermut y tapas, te encuentras recorriendo el mundo sin despegar el codo de la barra.
En el solar del actual edificio en chaflán entre las calles de Amaniel y Bernardo López García, en Madrid, estuvo el despacho de distribución de Fomento Vinícola de Ramón García Casarrubios, El Niño Bonito
- Los Legaña, primero los padres y luego los hijos e hijas, tuvieron la Cafetería Los Molinos (ahora con otro nombre), en la Plaza, esquina a la calle de la Soledad. Fue una de las más emblemáticas de Criptana, famosa por sus tapas, su terraza y su decoración, con paneles pintados con temas de molinos y escenas quijotescas. Luego Francisco Valbuena la modernizó, conservó algo de lo antiguo e incorporó a nuestra Sara Montiel a los demás iconos criptanenses. Por los años 70 hubo desbandada y quedaron con el bar las hermanas Alfonsa y Carmen Alberca y el marido de esta última, Vicente (el de los bigotes), que era de Socuéllamos.
El mediano de los Legaña, Jacinto, puso un bar en Madrid por la zona de Usera, que aún conservan arrendado a otros. Y el pequeño, Manolo, abrió también en Madrid otro bar, por el que posiblemente todos los criptanenses en Corte hemos pasado. Se trataba del Museo del Jamón, en la calle de las Huertas, en pleno barrio de las Letras, uno de los cogollitos de la movida madrileña y a dos pasos de la iglesia de Jesús de Medinaceli. Estaba decorado como mesón castellano y lo del museo era mero pretexto, pues todos sabíamos que allí se cocinaban pitanzas que hubieran dejado atiborrado hasta el mismo Sancho Panza. No hacía falta rogarle mucho a Manolo para que en cualquier momento improvisara unas gachas o unas migas. Disfrutaba él, disfrutaba su mujer Mercedes en la cocina y disfrutábamos los que allí acudíamos. También tuvo otros locales por la zona. Pero, ¡ay!, también le llegó la hora de la jubilación. De una inquieta jubilación, más bien, que trató de rellenar ayudando a los hijos hasta la hora del "adiós definitivo".
En el local de la derecha, en la calle Huertas de Madrid, estuvo el Mesón del Jamón de Manolo Alberca Legaña
- También tuvieron despachos de vino en Madrid, María La del Sastre, en la calle Colegiata; Mauricio Castellanos, junto a la Gran Vía, por detrás de La Telefónica; Manzaneque, El Regalao, en el barrio de San Blas, y Evaristo Alberca, Bachito, en sociedad con la familia Porrero, por el Parque de las Avenidas, en el barrio de la Guindalera.
Las familias Porrero y Bachito en la inauguración del despacho de vinos, y hasta con un sacerdote que bendijo el local
Porrero y Evaristo Alberca (hijo)
De los transportes
Otro aspecto de la relación Criptana-Madrid eran los transportes.
- El de viajeros estaba servido por el tren, los llamados "rápidos", que procedentes de Valencia, Alicante, Murcia o Cartagena te acercaban a la capital a hora bien temprana, o los "correos", por la noche, en el trayecto inverso.
- ¡Cómo no!, el coche Arteaga —el autobús, se entiende—, que desde la Plaza, a las seis de la mañana, frente al bar Eugenio, te plantaba tres horas después en Madrid en la Avda. de Menéndez Pelayo, junto a la verja trasera del Retiro, o si convenía mejor, por la zona de Atocha. La hora de regreso eran las seis de la tarde, menos los viernes, que la adelantaba a las cuatro y media.
En la Avda de Menéndez Pelayo, junto al Retiro y frente a Casa Martín, que recogía encargos, paraba en Madrid Arteaga
- Otra opción era el taxi o coche al punto como se decía antes, y la "rubia" de Pedro Alberca, Bachito, hacía el servicio dos días a la semana, y otros tantos a Ciudad Real, y además hacía encargos en plan recadero. En Madrid, paraba en la plaza de Tirso de Molina, en un bar junto al hoy Nuevo Teatro Apolo. En Ciudad real, en el Bar Felipe, en la calle de la Paloma.
Por aquí paraba en Madrid la "rubia" de Bachito
Desaparecido Bar Felipe en Ciudad Real
- Por los años sesenta, cuando tanta gente de Criptana empezó a trabajar en Madrid, sobre todo en la construcción, los Arteaga, de la calle de Santa Ana, abandonaron el negocio de camiones y pusieron dos autobuses para transportar a diario a los obreros. Igual lo hacía Víctor, y varias furgonetas, como la de Colorín, que murió un día de la Virgen de Criptana en Valdemoro, tras despistarse y salirse de la carretera en el viaje de vuelta.
- Dos empresas de transportes, entonces con sede central en Criptana y ambas de paquetería, hacían el servicio a la capital. RAMIGAR, en la calle Castillo 29, tuvo su primera delegación en Madrid en Tomás Bretón 11. Irrisarri, como propietario de CRIMA, tuvo a Vicente Martín y luego a Moratalla como encargados en la oficina de la calle Castillo, a continuación del cine Rampie, en un antiguo y enorme caserón que ocupaba tres o cuatro casas actuales, y en Madrid la primera sede se encontraba en Doctor Fourquet 5.
Ramigar en la calle Tomás Bretón de Madrid
Colofón
- No podemos olvidar, aunque nos salgamos a todas luces del tema de este artículo, de lo más simbólico de Criptana en Madrid, al menos para algunas generaciones, y que no es otra cosa que uno de los marcos expositores en la fachada de la que fue sede central del antiguo Banco Español de Crédito, en la calle Alcalá, esquina a Sevilla, edificio que en su día se levantó para la compañía de seguros La Equitativa. En ellos, con letras doradas, estaban los nombres de los primeros pueblos y ciudades que acogieron sucursales de la entidad bancaria. Y en uno, justo frente a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, estaba nuestro pueblo: CAMPO DE CRIPTANA. Para muchos de los que nos fuimos a Madrid a estudiar o trabajar, era colofón ritual a cualquier salida nocturna, con unas copas de más, terminar de madrugada frente al reverenciado rótulo y, de forma solemne y emocionados, cantar aquello de:
"Nuestro pueblo también tiene Reina,
nuestro pueblo también tiene Reina:
Virgen de Criptana, Virgen de Criptana,
Virgen de Criptana, Madre celestial…".
Después, sin decir palabra, cada mochuelo a su olivo, a dormir la mona.
Nuestro pueblo también tiene Reina...
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