7     LA IGLESIA PARROQUIAL DE CRIPTANA
stá dedicada a Ntra. Sra. de la Asunción y es de estilo ecléctico, mezcla de diversas influencias, de las que destaca la clasicista vigente en la arquitectura española posterior a la Guerra Civil. Se encuentra situada en la Plaza Mayor.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Aunque su proyecto data de enero de 1944, y oficialmente de los arquitectos D. José del Hoyo Algar y D. Francisco Javier de Lara Pérez-Caballero, se puede decir que sus verdaderos artífices fueron Valeriano Angulo, un simple maestro albañil, y su hijo José Vicente, que en muchos casos hubieron de enmendar la plana a los arquitectos y, desde luego, idearon los sistemas de construcción y resolvieron con ingenio los cientos de problemas que la obra planteaba por la precariedad y penuria de medios empleados. Así consta en la memoria de todo criptanense, y que el mismo José Vicente volvió a evocar en su libro Historias de una iglesia, de obligada lectura en nuestro pueblo. Y, naturalmente, gracias al empeño de otro hombre excepcional, don Gregorio Bermejo López, párroco en Criptana durante tantos años, que en aquellos tiempos difíciles de escasez, cuando una y otra vez las obras tenían que ser suspendidas por falta de medios para seguir, no cejó nunca en su propósito, con todo el pueblo entre incrédulo y asombrado de ver cómo iban tomando cuerpo los sueños de aquel enorme, socarrón y pertinaz don Gregorio: la inmensa y majestuosa mole de nuestra iglesia.
 
Don Gregorio Bermejo
Comenzó en realidad su construcción en 1947 y finalizó en 1962; aunque ya antes, a falta de la torre y otras obras menores, fue inaugurada y abierta al culto el 30 de mayo de 1958. Para tan magno evento, ya en días anteriores se había celebrado una Misión, predicada desde el balcón de la Casa del Conde, en la Plaza Mayor, por el famoso jesuita padre Rodríguez, y presidida por las imágenes del Cristo de Villajos y de la Virgen de Criptana sobre un magnifico altar allí montado.
Construcción de la iglesia
La iglesia con la torre sin terminar
Misión con motivo de la inauguración de la iglesia en 1958. El padre Rodríguez en el balcón del Conde
Justo es recordar, de aquellos tiempos, junto a la figura irrepetible de don Gregorio, a don Julio Gil y a don Santos Muñoz, sus sacerdotes coadjutores; a Valero, primer sacristán y organista, con todos sus músicos colaboradores para los días de gran función, a toda orquesta: Beltrán, Ramón Bustamante, Fabriciano, Manuel Galindo, Atance y otros habituales; a Casimiro, segundo sacristán, y, ¡cómo no!, a Francisco, el genial campanero.
Don Julio, don Santos, Valero, Casimiro y Francisco
La iglesia se levanta sobre el solar de la edificada a lo largo del siglo XVI, que fue incendiada en agosto de 1936, y que a su vez lo hacía sobre una pequeña iglesia–fortaleza anterior en estilo gótico del siglo XIII, dedicada a Santa Catalina. El material de construcción es la piedra en forma de sillarejo, reforzado con hiladas de ladrillo para darle mayor consistencia. Cuenta con una elevada torre en la parte derecha de su fachada principal.
Subida de una de las campanas el 25 de mayo de 1962. Aparecen, entre otros: Don Fernado Alarcon, José Vicente Angulo, Ángel Valero, el campanero Francico Muñoz (en el centro), el carretero Julián Vela "Cortezas" (hizo la cabeza de la campana gorda), Valeriano Angulo (el segundo por la derecha) y algunos miembros más de la cuadrilla de albañiles
En su interior, de planta de cruz latina y de una sola nave, con capillas en los laterales dedicas a san Antonio de Padua y tres a la Virgen (Pilar, Perpetuo Socorro y Rosario), y una más, la del Santísimo, en el testero izquierdo del crucero, destaca la gran variedad de cubiertas usadas: de cañón en la amplia nave, reforzada con arcos fajones que descansan sobre pilastras; de arista en las capillas, separadas por los contrafuertes que soportan el peso de la nave central; bóveda vaída sobre el enorme crucero, y de cuarto de esfera, con pequeñas aberturas para iluminación, en el ábside de la cabecera.
Primeras comuniones en la recién inaugurada iglesia. A la derecha, mi esposa Trini Ossorio y su hermana melliza Pili. En el centro y con velo negro (habían fallecido sus padres), Ángela Fernández de Quero Díaz, que ha cedido la fotografía
La capilla dedicada a san Antonio ya existió en la anterior iglesia incendiada en la Guerra Civil. Una placa en mármol indica que se erigió en 1644, en agradecimiento a su intercesión para que desapareciera una gran plaga de langosta que asoló la región unos años antes. Famosas fueron las Justas Poéticas que en 1632 empezaron a celebrarse por este motivo, junto con otros grandes festejos, en honor de san Antonio de Padua. En estos Primeros Juegos Florales se concedió el Agnus de Oro de dos onzas como supremo galardón, y ya todas estas manifestaciones poéticas se irían repitiendo a lo largo del tiempo, como la más genuina expresión de la cultura e ilustración de los hijos de Campo de Criptana. Debajo de la imagen del santo hay una hornacina que contiene un bello Lignum Crucis. Lo donó don Manuel Baillo y Solís, párroco en Criptana a mediados del siglo XVIII, y que él conservaba de su abuelo, el primer conde de las Cabezuelas. Se dice que perteneció al rey Don Pedro el Cruel, y que cuando fue muerto en los campos de Montiel, un comendador de Criptana, privado suyo, salvó de entre la confusión originada por el suceso. Este relicario, consistente en una cruz de plata, fue salvado por alguien que lo ocultó durante la guerra, entregándolo posteriormente al Sr. Obispo de Ciudad Real, quien, después de restaurado, lo devolvió a la Parroquia en la solemne ceremonia de la bendición del nuevo templo.
Presbiterio
Además de las vidrieras de los extremos del crucero, que representan a santo Tomas de Villanueva y a san Juan de Ávila, son de interés las pinturas del ábside, de Isidro de Antequera, y dos tallas en madera, la Virgen de Villajos, de finales del siglo XIII, descubierta en el santuario del Cristo de Villajos durante la restauración de 1.982 y expuesta en la capilla del Santísimo, y el Cristo de la Expiración, de Juan Cristóbal, artista del siglo XX. También, una Inmaculada, en el testero derecho del crucero, y el Sagrado Corazón de María y Sagrado Corazón de Jesús, a ambos lados del presbiterio.
Cuadros de isidro Antequera. A la izquierda, La Anunciación, y a la derecha, La Presentación en el Templo. En ambos hay paisajes exteriores de Criptana
Nuestra Señora de Villajos y el Cristo de la Expiración
La Plaza Mayor a principio de los años ochenta del pasado siglo con la inmensa mole de la iglesia
La iglesia parroquial con su nueva iluminación artística. 2020
La iglesia parroquial en la noche
La antigua iglesia parroquial
Gracias a la cesión de viejas fotografías —un verdadero tesoro— en posesion de Jose Miguel Arteaga Castellanos, de Galerías Ramar, he podido realizar este reportaje. Estaré siempre agradecido.
La antigua iglesia incendiada durante la Guerra Civil constituía una pequeña joya arquitectónica del gótico característico de La Mancha. Disponía de una de las torres más altas de la provincia y era de una sola y amplia nave, con cinco capillas: tres en el lado derecho, dedicadas a la Virgen del Rosario, al Cristo y a San Antonio (magnífica ésta, y con una imagen bellísima), y dos de particulares, adosadas en el lado izquierdo, la del conde de las Cabezuelas, donde se veneraba una imagen de María Inmaculada, y la del Maestrazgo, dedicada a Santiago Apóstol, conocida vulgarmente como la de Castilla, erigida por don Diego de Quintanilla y su mujer doña María Antonia Guerrero y Ocampo.
Era muy notable el arco rebajado del coro, sobre el que se apoyaba la bóveda y piso del mismo. Su considerable anchura, y el hecho de gravitar a escasa altura sobre las cabezas de los observadores, impresionaba.
Lateral de la iglesia que daba a la Plaza. A los lados de la entrada y adosadas a la nave,se encontraban, junto a la torre, la sala de los archivos, con las cuatro ventanas de los llamados "camariles", y a la derecha, la capilla de San Antonio. Se puede apreciar la magnífica torre con el reloj, los huecos de las campanas y el capitel, grande de elevación y muy perfecto, que, por tener cortadas las esquinas en proporción inversa, remataba en ocho ángulos iguales en la linterna, donde había el mismo número de ventanas. Coronaba todo la impresionante aguja, con los lados estrechándose hasta acabar en el punto que servía de base a la bola, veleta y cruz
Esquina de la Torre. Era, según decían, el sitio más fresquito en verano de Criptana por el aire que corría. Se puede ver el mercado que se celebraba donde hoy se instalan las terrazas de los bares. Hay dos hileras de carros entoldados con las lanzas en el suelo y las mercancías sobre esteras. Permanece de todo el conjunto aún la casa de la esquina con la calle de la Soledad
Otro detalle del mercado y de la esquina de la Torre en 1927
La torre sobresaliendo por encima del caserío
Dibujo del lateral de la iglesia a la Plaza. En él se pueden ver con más detalle los aspectos arquitectónicos, la entrada a la iglesia, las verjas que la circundaban y la Plaza, con sus árboles, sus bancos de hierro de fundición y el quiosco de la música
Puerta de la Plaza (había otra en la calle de Santa Ana llamada la del Cierzo). Sobre ella, una hornacina con la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, decapitada por la erosión del tiempo o quizá perdida en tiempos de la invasión de los franceses. A la entrada, un cura conversa con unos paisanos y unos chiquillos revolotean por el entorno
Magnífica bóveda nervada gótica de la amplia y única nave de la iglesia y del presbiterio
Capillas del lado derecho dedicadas a la Virgen del Rosario y a Jesús en la Cruz
Extraordinaria capilla de San Antonio, en el lado derecho, erigida y adosada al templo primitivo del siglo XVI en 1644. Era como una pequeña iglesia dentro de la otra. Fue edificada para agradecer al santo su intercesión ante una plaga de langosta
En primer término, la capilla del Maestrazgo, en el lado izquierdo, dedicada a Santiago Apóstol, conocida vulgarmente como la de Castilla y erigida por don Diego de Quintanilla y su mujer doña María Antonia Guerrero y Ocampo. Al lado,la del conde de las Cabezuelas, donde se veneraba una imagen de María Inmaculada
Altares en el lado izquierdo junto a la capilla de Castilla
Lo que sí constituía un magnífico alarde de arte era el retablo del altar mayor, dorado en oro, que siempre se atribuyó a Berruguete, pero que hoy se sabe que fue obra de Pedro Martínez de Castañeda, nacido en 1527 en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), y que fue realizado entre 1565 y 1568. El error histórico se debe a que un hijo de éste, del mismo nombre, nacido precisamente en Criptana, fue discípulo de Berruguete.
Soberbio retablo del altar mayor en el prebiterio, realizado por Pedro Martínez de Castañeda entre 1565 y 1568
La imagen de la Virgen de la Asunción, bajo cuyo patronato estaba y está la parroquia, la de Santiago, la del conjunto del Cristo Crucificado con la Dolorosa, San Juan, y la Magdalena, y la del Eterno Padre, arriba, llenaban el centro del retablo. Los apóstoles y otras varias estatuas de santos, los dos costados, distribuidas en cinco pisos u órdenes, con intermedios ocupados por pinturas de las principales historias de la Redención. Y en los medallones de las basas, en bajorrelieve, escenas de la niñez de Jesús.
Detalle de Nuestra Señora de la Asunción en el retablo del altar mayor
Otro detalle en el retablo del altar mayor
Antigua imagen del Cristo de Villajos en sus días de estancia en la desaparecida iglesia parroquial para las Ferias y Fiestas en su honor
En el lado derecho del presbiterio, hubo en tiempos un gran y precioso relicario de las santas vírgenes martirizadas junto con santa Úrsula, magníficamente engastado. Fue regalo del arzobispo de Colonia, Ferdinando, hecho en 1612 a don Juan Ramírez, gobernador del Saxo de Gante y natural de Campo de Criptana. Como fuera despojado de muchas piedras preciosas y joyas que lo enriquecían durante la invasión francesa, se retiró del sitio primitivo y se puso a mejor recaudo, bajo reja, en la capilla de San Antonio.
Empotradas en el muro, sobre la puerta de la sacristía, había tres pilas bautismales, como símbolo de las tres poblaciones importantes que se habían integrado para formar la de Campo de Criptana: El Campo, Criptana y Villajos.
Era de destacar también, entre los objetos religiosos, una gran custodia del orfebre Becerril.
Sacristía de la antigua iglesia. En ella se ve a Ángel Valero, primer sacristán y organista, que también lo fue, tras la Guerra Civil, hasta 1965
Se perdieron también pinturas, varios libros cantorales miniados en pergamino y de gran tamaño, la sillería del coro, un variado ajuar eucarístico en oro y plata, el órgano, así como todo el archivo parroquial al completo.
Incendio provocado de la antigua iglesia parroquial en agosto de 1936. Sólo se aprecia en el exterior el humo y el chapitel de la torre totalmente destruido. Mientras, el fuego devoraba todo en el interior
Otro detalle del incendio de la iglesia parroquial en agosto de 1936. Humareda en la fachada a la Plaza
Incendio de la iglesia parroquial en agosto de 1936. Desde la calle de la Tercia se ve al fondo la iglesia y la torre casi oculta por el humo
Solar que quedó tras la demolición de la antigua iglesia incendiada. Parte de la piedra recuperada se reutilizó para el vallado del campo de fútbol Agustín de la Fuente, realizado por prisioneros de guerra. En 1947 empezó la construcción de la nueva iglesia
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El Hombre Araña en Criptana
La estampa, con la torre de la antigua iglesia, es cortesía de Jesùs Panadero Manjavacas. La encontró entre los papeles de su padre, y añadía una nota de cuándo se subió allí un titiritero (15 de julio de 1908) a la que ya se incluía en la propia postal.
Lo curioso de la fotografía es el remate de la torre, pues lo que parece una veleta y una cruz, si la ampliamos convenientemente (en el círculo), es un hombre allí encaramado solo ante el peligro, desafiante. Y si la examinamos con detenimiento se aprecian hasta las cuerdas de la escalada.
Se trata de José Puertollano nacido en Granada en 1873, que tenía unas raras habilidades: era capaz de andar a considerables alturas sin miedo alguno a las caídas. Cuando en el Corpus de 1892 se presentó el entonces famoso Circo Feijóo en la ciudad, se enroló en él, conoció allí a su mujer, otra equilibrista, y con ella formaron la pareja más sorprendente de la época.
De gira en Estepona (Málaga), la función circense no pudo realizarse a causa de un gran temporal. El fuerte viento había doblado la veleta de la iglesia parroquial y su peso amenazaba derrumbar los tejados, por lo que José Puertollano se ofreció para desmontarla. Se dio cuenta en ese momento de que podía rentabilizar de otra manera su destreza, que podía ganarse la vida con sus ascensiones, que serían siempre más económicas que un andamio, además de provocar un divertimento popular sin precedentes. Abandonó el circo y comenzó un periplo por toda España con el nombre de el "Hombre Araña", pintando o arreglando desperfectos en torres, chimeneas industriales o de alcoholeras, enderezando pararrayos y mil menesteres más, incluso como sólo espectáculo realizando acrobacias en las que también intervenían sus hijos Miguel y Gloria y que muchas veces eran para promocionar o hacer propaganda de algún producto.
En Criptana estuvo en 1908, no se sabe si para realizar una reparación en la iglesia o como simple exhibición.
Cuando en 1962 Stan Lee y Steve Ditko crearon a Spider Man, había un antecedente. El Hombre Araña nació en España y ¡estuvo en Criptana!
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Réplica en miniatura del retablo de la antigua iglesia realizada por Carmelo Díaz-Ropero Reillo
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