l esparto crece espontáneamente en terrenos áridos y pedregosos de muchas zonas de La Mancha. De los bordes de esta planta salen los hilos que se arrancan cuando están verdes; estos hilos son la base de los aparejos del esparto: trenzados a tres ramales formando cordeles son las llamadas tomizas, y tejidos formando tiras anchas, las pleitas. La pleita se cosía normalmente con tomizas, y se basteaban (se reforzaban) con tomizas más gruesas llamadas tomizones.
Planta de esparto
Puede utilizarse enseguida de haber sido arrancado, siempre y cuando haya estado durante unos veinticinco días secándose al sol, con lo que pierde peso, pero adquiere el color dorado característico. Después, los manojos se estrujan con la mano o se golpean con mazas de madera sobre una piedra para que resulten más flexibles, y se introducen en agua durante un día para que consigan más suavidad. Este tipo recibe el nombre de esparto crudo o en rama, muy utilizado para hacer pleitas.
También puede utilizarse cocido, para hacer tomiza, escaldándolo en una caldera para ablandarlo.
Tomiza
Hay 4 tipos de trenzados, el de cinco, de quince, de diecisiete y veintiún ramales de pleita. Con estos 4 tipos de trenzados podemos hacer, aguaderas, utilizadas para traer cántaros de agua; serones, de forma alargada, como barcas, ideales para llevar el estiércol al campo o para traer melones o sandías; seras, de forma cilíndrica y de altura aproximada de un metro, empleadas para el transporte de aceitunas, uvas o cualquier otro producto; espuertas y esportillos, como las seras pero en tamaño decreciente; ceberos, utilizados en las cuadras para echar de comer a las caballerías; esteras, cuadradas y redondas; forros para recubrir el suelo y los laterales de carros y galeras, y multitud de otras cosas menores: asientos para sillas, moldes para quesos, soplillos, capachos, forros de botellas y garrafas y todo tipo de sogas, cordelillos y ataderos.
Pleita
Clásico molde de esparto para queso manchego con las tablas para marcar la flor
Tanto la fabricación como la reparación de todos estos utensilios se llevaba a cabo por casi todos los labradores de los pueblos; sólo con sus manos y alguna rudimentaria aguja fabricada por el herrero.
También había artesanos especializados: los esparteros, que se transmitían el oficio de padres a hijos; pero, en los años sesenta la goma se apoderó del esparto, entre otras cosas porque era más resistente a las inclemencias del tiempo, y las seras y espuertas perdieron su utilidad.
Espartero trenzando pleita para seras y espuertas
Aún hoy quedan personas, normalmente de edad avanzada, dedicadas a estos menesteres, aunque solo por entretenimiento o para rellenar unos ratos de ocio.
Recuerdo en Criptana a Salcedo, El Espartero, siempre sentado en una silla de madera en la puerta de su casa, en la calle Castillo, dale que te dale con su pleita y el manojo de esparto bajo el brazo. Elegía los más largos, los colocaba de ocho en ocho, planos y en paralelo, formaba una especie de cinta, que entre sus manos, con otros dos conjuntos iguales, iba entrecruzando con sus ágiles manos para ir trenzando las fajas de pleita de mayor o menor anchura. A veces ayudaba su mujer, y también los hijos hasta que se hicieron mayores. Luego éstos no siguieron en el oficio; vino la crisis del uso del esparto y se dedicaron al transporte con camiones.
Espuerta, serón para burro, garrafa forrada y serijo