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36     LOS COCEROS

staban por todas partes, a la orilla de nuestros campos y casi siempre junto a un buen árbol, generalmente una carrasca. Eran sitios para guarecerse por la noche y en los tiempos de las faenas agrícolas, cuando había que quedarse varios días en el tajo si éste estaba a más de cuatro o cinco kilómetros del pueblo.


Cocero
Cocero

Hoy han perdido gran parte de su protagonismo. Con la introducción del tractor, las faenas que antes tomaban semanas se llevan a cabo hoy en unas horas, y los coches y motos permiten a los trabajadores del campo volver al medio día a casa para comer. Pero antes, las mulas eran imprescindibles para arar la tierra, se sembraba a mano, y no había medios de transporte rápido. Por ello, muchos labriegos se marchaban a trabajar a un paraje durante varios días sin regresar al pueblo. El refugio para ellos y sus caballerías eran estas construcciones, que depende de las zonas se llamaban de una u otra manera: coceros, por algunos pueblos de Ciudad Real, y casillas, por la parte de Toledo (en Madridejos y sus alrededores). Otro caso es el de los chozos y bombos en Criptana y Tomelloso.

Muchos coceros han desaparecido y otros están en plena ruina, pero se agradece que aún algunos se mantengan en pie, sobre todo cuando estando en plena faena, sorprende una tormenta repentina y hay que salir corriendo a resguardarse.


Cocero Penalva
Cocero Penalva

Su construcción era extremadamente austera: una puerta, sin ventanas o con sólo pequeños ventanucos para airear, y un único espacio interior que compartían hombres y bestias, con chimenea, camastros con base de piedra y pesebre para los animales. En contadas ocasiones, también un pozo. Solían ser como casitas en miniatura con tejado a dos aguas, viga central de madera y techumbre con cañas y tejas. Algunos de tapial pero muchos construidos con piedras desenterradas al arar. Solían disponer de un poyete junto a la puerta para poder sentarse a descansar y, como no tenían luz eléctrica, por las noches para iluminar se empleaban candiles o lamparillas de aceite o carburo.

Algunos eran tan famosos que daban nombre al paraje que los rodeaba. Pero sobre todo, estaban asociados indisolublemente a un nombre o una familia.


Cocero Savin
Cocero Savin, por detrás de la Hidalga

Cocero abandonado
Cocero abandonado

Los chozos, tan típicos de Criptana, se encontraban y alguno queda en la parte norte del pueblo. Se construían aprovechando las losas de piedra, tan abundantes en esta zona —incluso daban nombre a uno de los parajes, los Losares—, retiradas de los terrenos de labor.

Se levantaban colocando piedra sobre piedra, con mayor o menor destreza, pero sin sujeción alguna, si acaso con alguna repellada de barro tapando los huecos por el interior. Su forma podía ser circular, cuadrada o rectangular, y siempre con el techo abovedado, también con piedras, superponiéndolas unas con otras en sucesivas hiladas.

A simple vista se confundían con un majano o montón de piedra, pues incluso la única abertura, la entrada, que se cerraba con un esterón, se hacía en la parte contraria al camino.


Chozo Telares
Chozo Telares, por detrás de la Hidalga

Se utilizaban principalmente como refugio para pastores ante las inclemencias del tiempo y como albergue donde pasar la noche. Dentro se prendía lumbre para calentarse o para hacer algún guisote, y el humo salía entre los entresijos de las piedras de la bóveda.

También se encuentran chozos en Socuéllamos y en El Toboso,


Chozo del Tratante
Chozo del Tratante, por El Real

Los bombos de Tomelloso, aunque tienen cierta similitud, son de mayor tamaño, de planta circular o elíptica, construidos con mayor esmero y la puerta con cerramiento.


Bombo de Tomelloso
Bombo de Tomelloso

Los cuartillos, en las eras, tenían una construcción aún más austera: media altura, a veces almenados —eso creíamos los chicos al imaginarlos castillos que había que conquistar en nuestras interminables correrías—, pero que en realidad eran los soportes para una burda techumbre que nunca aguantó el paso del tiempo. Servían para recoger a las caballerías.


Cuartillo
Cuartillo

Cuando las edificaciones de campo eran grandes (algunas empezaron siendo coceros), con muchas dependencias y con buena construcción, se las denominaba casas de tal o de cual, o también quinterías. Las familias se iban a ellas durante todo el verano, aprovechando las vacaciones de los colegios. Así, tenían mas cercana la labor de la siega y luego de la vendimia, soportaban mejor los calores, sobre todo por las noches, y la gente menuda disfrutaba durante esos meses de la naturaleza. Solían tener huerta y una alberca para el riego, por lo que el baño estaba asegurado. En su defecto, siempre era posible hacerlo en algún río cercano.


Quintería Nieva
Quintería Nieva

Casa de Cacharra
Casa de Cacharra, por los alrededores de la Hidalga

En Campo de Criptana, entre las casas y coceros más conocidos, estaban: la casa Nieva, cerca de las de Monserrat, de Quintano y de Peribañez, en la carretera —precisamente— de Nieva, que llevaba a Tomelloso; la casa de la Huerta del Vento, en la carretera al Puente de San Benito; las casas de Tineo, del Moro, de Panta, de la Zancona y del Suspiro, por la carretera de Arenales, cerca del río Záncara; las casas del Beato, de Carpanta, del Niño Goma, de Angelete, de los Sastres, del Rosco, del Rasillo, de los Frailes, de la Huerta del Barraco, de Garrillas, del Valenciano y del Labio Gordo, y los coceros del Porro, de Alcázar y de Lucerón, todos entre las carreteras de Arenales y Pedro Muñoz, sin llegar al Záncara; las casa del Jaque, de Chicharrones, de los Nogales, del Colorao, de Menudo y del Pelao, por la misma zona, pero pasando el Záncara; la casa del Real, en las cercanías de la ermita de la Virgen de Criptana; las casas de la Huerta de Criptana, de Candelas, del Cojo, de Castilla y de la Beata, en los dos lados de la carretera a Pedro Muñoz; las casas de Baillo, del Olmo, de Granero, de Sola y de Bóveda, hacia la parte de El Toboso;la Venta del Marqués y las casas de Burnes, de la Huerta de Treviño, de la Huerta del Bajo, de los Anastasios y de Monego, en los alrededores de la ermita del Cristo de Villajos, o, pasado el Cristo, el cocero de Savin, la casa de Cacharra y las quinterías de la Hidalga y de Chito.


Casa de la Hidalga
Quintería o casa de la Hidalga, junto a la laguna Salicor. Reabilitada como hotel rural

Casa de Castilla
Casa de Castilla, en la carretera de Pedro Muñoz
La edificó don José de Castilla (descendiente directo del rey Don Pedro I El Cruel) a modo de castillo. Una hija suya casó con el marqués de Corbera, y un nieto,
ministro de Fomento durante el reinado de Isabel II, en esta casa, con motivo de invitar a cazar a sus compañeros ministros, llegó a celebrar consejillos políticos

Casa de Chito
Quintería o casa de Chito, por los alrededores de la Hidalga


Criptana y alrededores

Criptana y alrededores


Mapas topográficos de Campo de Criptana en 1960 y en 2003

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1960.Hacer Click para agrandar

2003.Hacer Click para agrandar