uadrillas de esquiladores recorren Castilla-La Mancha buscando los grandes o pequeños rebaños de ovejas para cortarles la lana. Es una profesión, frecuentemente heredada de padres a hijos, que ha renacido en los últimos años por la falta de otros trabajos. Además es compatible con otros quehaceres fuera de la temporada del esquileo, que empieza en el mes de abril y termina a mediados de julio antes de la llegada de los fuertes calores del verano.
En otros tiempos, cuando el numero de ovejas y corderos era reducido, los mismos pastores se las apañaban para ellos mismos esquilar al ganado con unas tijeras especiales, pero hoy son los profesionales, con sus modernas máquinas eléctricas, los que hacen la labor, que incluso se deja ya ajustada de un año para otro.
Antiguas tijeras de esquilar
Las cuadrillas están conformadas por los propiamente esquiladores, con su correspondientes máquinas, y un grupo de agarradores, que se encargan de coger con rapidez una a una las ovejas e ir atándoles las patas para inmovilizarlas.
Cada vez quedan menos ganados pequeños en La Mancha; sólo sobreviven las grandes explotaciones.
El rebaño se apartaba y se aparta la víspera del esquileo por la tarde, llevándose cada amo las ovejas a su corral hasta que al día siguiente empieza el trabajo.
Suele comenzar la jornada con una copa de aguardiente para poder aguantar la dura jornada de trabajo. Las ovejas se tumban en el suelo, se traban las patas con una cuerda de lana, de manera que el animal no perjudique al esquilador, y se comienza el esquileo, antes con tijera y ahora con máquina, que es más fácil de manejar y se tarda mucho menos.
Esquilando con tijera y a máquina
Con la tijera se podía dar algún corte al animal. Cuando ocurría esto, se solían curar las heridas con polvo de carbón y vinagre —a veces con tierra— para proteger a la oveja de la picadura de las moscas y para evitar que criasen gusanos en la herida.
Con anterioridad al empleo de las máquinas, el tiempo que empleaban 14 esquiladores con tijera en mano para esquilar un rebaño de unas 500 ovejas era de un día. En la actualidad es bastante menos.
Las ovejas generalmente se esquilaban y se esquilan una vez al año, en primavera o a comienzos del verano. Los vellones se van metiendo en sacos, y también las vedijas, que son los trozos de lana, más pequeños, que se sacan de las patas y del rabo de las ovejas.
El Esquileo, de Marcelino Santamaría
Antes, el proceso siguiente era lavar la lana, apalearla hasta que quedara limpia y eliminar todas las pajas y broza pegadas al vellón. Esta labor era muy entretenida, pues se tenía que ir abriendo la lana con las manos, arrancando las impurezas una a una.
Si la lana iba a ser empleada para hacer colchones o almohadas, no necesitaba más trabajos posteriores que el vareo para que quedase hueca. Este vareo había que repetirlo todos los años, deshaciendo el colchón y volviendo a coserlo de nuevo. Había personas que se dedicaban a ello: los colchoneros. En mi casa, en Criptana, lo hacia una señora, María Antonia (La Marianta), que ayudaba también a mi madre en las tareas más duras de la casa. Una bellísima persona. Recuerdo que con lo poco que la mujer cobraba por su trabajo entonces, siempre por Reyes o cumpleaños mío o de mis hermanos metía la mano en su faltriquera y nos daba unas monedas. Nos quería mucho y nosotros también la queríamos; era como de la familia. Se ganaba la vida trabajando sin parar en muchas casas y también, con otras mujeres, en la cocina del Casino Primitivo y luego en la del bar Castillo. Además de otros trajines preparaban unos callos extraordinarios, que yo no los he probado mejores, ni siquiera en Madrid. Naturalmente, sentaron escuela y siguen cocinándolos igual de bien. La Marianta, cuando hablaba de las horas, siempre añadía una más por su cuenta y la coletilla de "viejas". Siendo ella joven hubo un atraso general de una hora que no debió asimilar muy bien, casi diría que mal. Fue en 1940, cuando Franco adelantó en sesenta minutos los relojes patrios para estar en sintonía con la hora que la Alemania nazi de Hitler había impuesto en todos los territorios ocupados. Hasta ese momento, los españoles habían vivido acordes con el horario que normalmente correspondía con respecto al meridiano de Greenwich. Me imagino luego, cuando empezó a generalizarse el baile de atrasos y adelantos todos los veranos, el cacao que tendría en su cabeza con las dichosas horas.
Volviendo a la lana, si iba destinaba a hacer tejidos tenía que ser cardada. Este trabajo solían realizarlo las mujeres de la casa o un gremio de gentes especializado en este menester, los cardaores, que también se encargaban de la limpieza.. Lo hacían con dos cardas, que eran dos rectángulos de madera con un agarradero para manejarlas. En la parte interior llevaban unas hileras de púas. Se cogía un trozo de lana y se colocaba entre ambas cardas, moviendo éstas la una contra la otra de forma que la lana quedara como peinada. Después se iba colocando en cestas. Ya no existen cardaores; aunque en muchos pueblos de La Mancha, hijos, nietos y biznietos de aquellos, siguen manteniendo viva la llama de su estirpe. En Campo de Criptana celebran su día el 24 de diciembre, y empiezan con la tradicional Misa de Gozo que ya otros gremios celebraron en días anteriores, y cuyo ciclo se completa ese mismo día 24, por la noche, en la Misa del Gallo, con la de los agricultores, ganaderos y pastores. Luego, durante todo el día, van casa por casa de las familias cardaoras (las que en su día lo fueron y conservan como primer apellido Simón), de invitá en invitá, con su tambor, sus bailes, en una especie de murga que va anunciando por todo el pueblo el inicio de la Navidad.
Desde 1913, los “Cardaores” tienen una calle dedicada en Criptana. Está por la antigua fábrica de costura, entre las calles de Costa Rica y Brasil. Muy merecido, al ser uno de los gremios más conocidos del pueblo.
Cardaores de Criptana
Grupo de cardaores en 1957.
En esta fotografía del archivo familiar de Alberto Simón (buen cardaor como su apellido indica) aparecen su abuelo Valentín con el bombo y su padre, que es el segundo por la izquierda agachado. El del tambor era un personaje muy popular en Criptana: José María Cruz "el Tonto" relojero y tamborilero delante de las procesiones de la Virgen de Criptana y del Cristo de Villajos.
Alberto Simón mantiene la página https://www.facebook.com/pages/CARDAORES-DE-CAMPO-DE-CRIPTANA/117587198276340, y pretende algún día escribir un libro sobre el antiguo gremio de cardaores, del que hay indicios sobre su posible procedencia de judios expulsados de la Orden de San Juan y recolocados en esta zona como falsos conversos
La lana que no se vendía a los batanes para la confección de paños, se hilaba en la propia casa con la rueca y el huso. Con esta lana así hilada, hacían las mujeres los peales para los hombres, para proteger los pies por debajo de las abarcas, y también medias, rebecas, chalinas, bufandas, guantes o mitones, gorros y capuchas y toda una larga serie de piezas necesarias para soportar los crudos inviernos. Y cuando no se disponía de otro material, se teñían las prendas con hollín de las chimeneas para que tomasen un color beige o crudo.
Hilando con el huso. Haciendo punto. Calcetas. Cardas para la lana