MANIFESTACIÓN DEL PRIMERO DE MAYO
El alcalde de Madrid, Pedro Rico, el ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero, y el escritor Miguel de Unamuno se cogían del brazo mientras se manifestaban el 1 de mayo de 1931. A su lado caminaban otros ministros como el de Hacienda, Indalecio Prieto. Se acababa de proclamar la Segunda República. Uno de sus primeros decretos declaró festivo el Primero de Mayo y anunció la ratificación del Convenio de Washington, que establecía la jornada de ocho horas. El Gobierno se volcó en aquella celebración tan simbólica y tan silenciada durante los años de la dictadura de Primo de Rivera.
Durante la siguiente Dictadura, Franco suprimió el Primero de Mayo y se inventó el Día de la Exaltación del Trabajo (18 de julio, que conmemoraba la fecha de su rebelión). Posteriormente, cuando el papa Pío XII, en uno de los sagaces movimientos tácticos de la Iglesia, declaró en 1955 el Primero de Mayo como la festividad de San José Artesano, el régimen franquista se vio obligado a festejarlo, para lo que se inventó la llamada Demostración Sindical, un despliegue de actuaciones folclóricas en el estadio Santiago Bernabéu al que asistió de forma regular el dictador hasta el año de su muerte
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