SUICIDIOS EN EL VIADUCTO

El 13 de octubre de 1874 se inauguró el Viaducto en la calle de Bailén que salva la gran hondonada de la calle de Segovia (el primero, de estructura metálica, en la fotografía), derribado en 1932 para construir el actual. Su enorme altura no tardó en convertirlo en lugar elegido por los suicidas. Fue preciso instalar unos alambres para impedir el salto, subir las barandillas y poner un servicio de guardia permanente. El primer intento lo protagonizó una joven a la que sus padres impedían el casamiento. Afortunadamente le salió mal, que aquellas enaguas y faldas de antaño hicieron de paracaídas, y sólo sufrió pequeñas magulladuras. Los cronistas cuentan que los padres por fin consintieron, y que la muchacha tuvo 14 hijos en su feliz matrimonio.
La picaresca madrileña es tan aguda que algunos realizaban muy teatralmente el amago de arrojarse al vacío, sólo con la intención de llamar la atención y que los guardias los llevaran al cuartelillo, que allí, aunque con unos cuantos "guantazos", podrían al menos comer caliente y dormir en un jergón