LA CIUDAD LINEAL

Con el nombre de Arturo Soria conocemos hoy una calle, arteria única de un proyecto urbanístico surgido cuando el siglo XIX estaba a punto de concluir, que vertebraba la llamada Ciudad Lineal. Su autor, Arturo Soria y Mata, figura entre los hombres que más han contribuido en la historia del urbanismo a replantear la angustiosa exigencia de los que vivimos en la ciudad: el contacto con la naturaleza.
Soria propuso una ciudad lineal, en donde una calle principal (en la fotografía) —susceptible de extenderse sin límite rodeando Madrid— sirviese de eje de comunicación y entorno a la cual unas pocas calles paralelas y otras perpendiculares enlazasen las viviendas con ésta sin alejarse demasiado del campo. La edificación no ocuparía más de una quinta parte del terreno a fin de que el resto fuera ocupado por árboles, huertas y jardines. Asimismo las viviendas serían unifamiliares, con su porción de jardín.
Su única localización posible y barata pudo ser en la entonces periferia Norte, que obligaba a disponer de un sistema de transporte, y como el automóvil aún no se había inventado, la solución fue el ferrocarril, concretamente un tranvía, al principio de tracción animal y luego de vapor hasta su electrificación en 1909.
De los 50 km en línea proyectados se ejecutaron sólo cinco. Hoy está totalmente alterada la fisonomía de tan pionera Ciudad Lineal, engullida por el complejo urbano. Algún melancólico hotelito, la iglesia y pertinaces restos de las otrora riquísimas plantaciones arbóreas dan menguado testimonio de lo que fue en su día.