QUIEN COMPRA EN LA CALLE DEL PEZ SABE LO QUE SE PESCA
La calle del Pez ha sido siempre tremendamente comercial, pero la apertura de la Gran Vía supuso el declive progresivo. Frente a los grandes almacenes y las modernas cafeterías a dos pasos, poca competencia podían ofrecer sus viejos comercios galdosianos. Y a esto hubo que añadir la desaparición de la Universidad Central en la calle de San Bernardo. Los estudiantes pernoctaban en las pensiones de Pez y sus aledaños, comían en sus restaurantes económicos, compraban en sus librerías y papelerías, se vestían en sus sastrerías y convertían sus bares y tabernas en centros de animado debate.
Por los años cincuenta del pasado siglo, los comerciantes de la calle, para defenderse de tanta adversidad, se unieron en una asociación que, bajo el lema de "Quien compra en la calle del Pez bien sabe lo que se pesca", iniciaron una campaña publicitaria colectiva y un sistema de bonos y rebajas para que su clientela no cayese en la tentación de cambiarse a la moderna Gran Vía y sus aledaños. Lo consiguieron en parte, y sirvieron de puente hasta que una nueva oleada de jóvenes residentes, y de promotores de otro tipo de locales más modernos están recuperando la calle
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