CALLE DEL DIVINO PASTOR

Se encuentra entre las calles de San Bernardo y Fuencarral. Toma el nombre de una pintura que representaba al Niño Jesús con una oveja sobre sus hombros, situada en la puerta de la quinta de don Luis Carrillo, ministro de Felipe III, y que era conocida como la quinta del Buen Pastor. Dice la tradición que hacia aquel lugar, angustiada, llegó una noche una joven, que seducida por un villano, había abandonado su casa para ir a reunirse con su amado. Su padre, atribulado por la ausencia, la buscó por todas partes, y en el monasterio de la Encarnación recibió de su priora el enigmático mensaje de que su hija no estaba perdida, que se encontraba en la senda del Divino Pastor. Así sucedió, pues la muchacha no encontró a su seductor, y engañada y desesperada, no atreviéndose a volver a casa, se perdió por aquellos parajes solitarios entonces en las afueras de la ciudad. Allí, esquivando fijar sus ojos en un retablillo que tenía delante, su ansiedad va en aumento, oye el crujido de una noria y, fuera de sí, enloquecida, decide tirarse al pozo... No hay otra salida... Pero..., se resiste, va arrastrándose de un lado a otro, su mirada se eleva y, sin querer, se fija en la sagrada imagen del Divino Pastor y rompe a llorar. ¡Está salvada! Al poco, unos perros empiezan a ladrar y una fuerte luz ciega sus ojos: era la mujer de uno de los hortelanos que con un farol había salido al sentir que alguien rondaba la huerta
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