La calle del General Castaños se abre entre la plaza de las Salesas y la calle de Génova, pero cuando aún existía el convento de las Salesas (ahora sólo la iglesia, de Santa Bárbara), un estrecho pasadizo sin salida en el lateral del convento, que coincidía en parte con el trazado de la actual calle y era conocido como callejón de las Ánimas, servía para acceder a la casa de los capellanes que allí ejercían su labor. El nombre le venía de antiguo, cuando por aquí hubo un corralón donde enterraban a las víctimas de una epidemia de peste, y la Hermandad de San Sebastián ponía mesas petitorias con la figura de un ánima en madera para pedir dinero con el fin de socorrer a los enfermos