EL PERRO PACO

Famoso allá por el último cuarto del siglo XIX fue el perro Paco. Callejero, vagabundo y de raza indefinida, dicen que entró un día en el café Fornos. En la calle de Alcalá, y le cayó en gracia al marqués de Bogaraya, quien le puso el nombre y lo sentaba siempre en su mesa, como si de una persona se tratase, para que comiera un plato de carne. Incluso asistía con él a funciones de teatro y cuentan que si los chistes no tenían gracia, lanzaba un lastimero aullido entre las carcajadas del público, que premiaba al simpático chucho con una gran ovación.
Pero la mayor fama le vino por su afición a los toros compartida con el marqués. Ocupaba su localidad como uno más de los aficionados asistentes, y sólo cuando finalizaba la faena y el toro era sacado del ruedo, salía a la arena a realizar unas carreritas y hacer algunas cabriolas para gratificar al público, que agradecido aplaudía a tan peculiar can.
El 21 de junio de 1882, un novillero no muy diestro en su oficio intentaba entrar a matar al toro. Después de varios intentos fallidos, el perro Paco se lanzó al ruedo y ladró furioso al torero, que tratando de apartarle con la espada, lo hirió gravemente. A pesar de que fue atendido por dos veterinarios, murió a consecuencia de la herida. Su muerte fue tan sentida, que se dice que hasta el mismísimo Alfonso XIII envió un sincero pésame al marqués
                       8