EL CALLEJÓN DEL GATO

El callejón del Gato (su verdadero nombre es calle de Juan Álvarez Gato, un poeta y mayordomo de Isabel la Católica), en la concurridísima zona de bares entre la plaza de Santa Ana y Puerta del Sol, alcanzó una singular fortuna literaria por los espejos cóncavos y convexos, de propaganda comercial, que existían en una ferretería ya desaparecida. Las figuras grotescas y deformes que reflejaban de quien en ellos se contemplaba, causa de incesante peregrinación jocosa de los madrileños, fueron utilizados por Valle-Inclán para explicar el concepto de "esperpento" en su obra Luces de bohemia. Y aún hoy, en un bar conocidísimo por su estupendo pulpo y sus seguro que mejores patatas bravas del mundo, existen espejos de este tipo, que hacen propaganda a los productos de la casa y reflejan las imágenes de los clientes: extremada delgadez a la entrada y obesidad desbordante a la salida. No son los espejos que viera Valle-Inclán pero, sin embargo, evocan su recuerdo