PASTELERÍA LA MALLORQUINA EN LA PUERTA DEL SOL

En 1894, el mallorquín Juan Ripoll inauguró en la Puerta del Sol la pastelería y salón de té (inicialmente lugar de tertulia) La Mallorquina, trasladada desde su emplazamiento original en la calle de Jacometrezo. Las ensaimadas mallorquinas fueron muy populares en aquella época, tomadas con chocolate. Sus camareros iban vestidos de frac y hablaban francés, y allí acudían las familias más ilustres de la época. Luego, con el tiempo, la pastelería se hizo más popular y desaparecieron las elegancias de los inicios. Es el único establecimiento del siglo XIX que permanece en la Puerta del Sol y en su función original. Se encuentra en el testero entre las calles Mayor y Arenal, donde ya antes estuvo la Pastelería Garín. Sus tres escaparates muestran las variedades reposteras de la culinaria madrileña