Manuel López, en Cava Baja 10, empleaba las técnicas de sus antecesores para curvar la madera con la que fabricaba los cedazos. Si acaso, incorporaba alguna trama de plástico por hacer una mínima concesión al modernismo. Y además de cedazos de todo tipo, vendía artilugios en madera, paletas, paletones y hasta ratoneras.
Y José Muñoz. su vecino, trabajaba los toneles de roble y castaño con la misma precisión que tuvieron sus maestros: “a ojo de buen cubero", popular dicho aplicado al trabajo de los toneleros, que sin ningún instrumento de medición, cortan las duelas o tablas que después formarán el barril