ESTATUAS VIVIENTES

Las estatuas vivientes consiguen trasladarnos a un mundo de magia, dejando boquiabiertos a mayores y pequeños. Las estatuas vivientes reivindican ser consideradas un arte, y no mendigos de categoría, como generalmente se les juzga. El cuidado del vestuario y el maquillaje corporal, la puesta en escena, la respiración, cada gesto y cada movimiento y, en especial, todas las horas de trabajo a la intemperie, parecen razones suficientes para que este oficio sea visto con mayor consideración.
Quizá los primeros artistas que se dedicaron a hacer de estatuas vivientes fueran actores en paro, como es el caso del venezolano Norman Santana, "el hombre del viento" (en la fotografía), con una caracterización realmente extraordinaria. Los hay que dejan bastante que desear, con poca imaginación, y a veces llegando a lo chabacano