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31     BURROS Y MULAS

l asno doméstico, también conocido con el nombre de burro o borrico, ha sido muy utilizado como bestia de carga y para criar mulas, que son el resultado del cruce de una yegua y un macho de asno. Es más longevo que el caballo, pues vive entre 25 y 50 años, y más pequeño. En Criptana, además de tirar de pequeños carretes, se utilizaba como transporte individual. Las bicicletas y, sobre todo, las motos (las famosas Mobylettes) acabaron con esta misión. Para montar un burro se le ponía en el lomo una manta, a continuación la albarda y encima los aguarones de esparto para llevar el hato o cualquier otra cosa.


Burro

Aguarones
Serón o aguarón de esparto

El cruce de burra y caballo se llama burdégano, que es parecido a la mula, aunque más pequeña.

La mula es y ha sido muy usada en trabajos para las que se requería fuerza o resistencia, como medio de transporte y en la agricultura. La mula macho, llamado simplemente macho, es estéril, y la hembra, más resistente y más utilizada, casi estéril. La mula se parece al burro en la cabeza, en las orejas largas y en la crin corta. Y a la yegua en la altura, la forma del cuello, la grupa y los dientes. Tiene la mula la resistencia del asno y la fuerza del caballo. Burros y mulas, sustituidos por maquinaria agrícola, prácticamente han desaparecido de nuestros campos.


Mulas

No existen razas de mulas, al ser animales híbridos. Lo que sí hay son diferentes líneas de cría, y cada país ha desarrollado la suya propia con los asnos y caballos de los que disponía y cuya hibridación daba mejores ejemplares. En España las mejores mulas se han creado cruzando asnos catalanes y yeguas de raza española, y en menor medida con asnos andaluces. Los colores suelen ser castaño o tordo.

Decían que las mulas eran muy listas, pues te llevaban ellas solas hasta el campo, hasta el "haza", y en el viaje de vuelta hasta casa.


Mulas
Mulas

Como por esta zona nuestra no había ferias de ganado, para comprar o vender mulas y burros se recurría a los muleteros, también conocidos como chalanes o tratantes. Iban por los pueblos ofreciendo su mercancía y se alojaban en la posadas, donde había cuadras para el ganado. En Criptana, la ya desaparecida posada de Ramón, con entrada principal por la calle del Cardenal Monescillo y de los animales por la "portá" de la calle de la Soledad, ejerció esa función durante muchísimos años.


Muleteros
Muleteros

Eran los muleteros hombres de mucha labia, con un don de gentes especial que les hacía conocer instantáneamente los gustos, el carácter y las apetencias de sus interlocutores, posibles compradores. Las condiciones o propósitos eran distintos en cada cliente, y tratarlos en consecuencia, según su índole, ofreciendo con desparpajo y suficiencia las excelencias de su producto, con la habilidad y la persuasión necesarias para convencer al siempre desconfiado parroquiano, era fundamental. Los animales se probaban al paso y al trote una y otra vez, además de contrastar su mansedumbre y examinar su falta de mataduras y lesiones y su dentadura. El trato se cerraba con el típico apretón de manos. En el valor de una mula intervenían múltiples factores, desde su edad, pelo y porte, además de su tamaño, la dentadura y la forma de su cabeza, hasta el tamaño de sus orejas.

Los muleteros se distinguían por su atuendo: blusa tres cuartos negra y la cabeza tocada con una gorra visera, una boina o un llamativo sombrero. Y como única herramienta un látigo de larga vara, con tralla, en la mano y la cuerda terciada sobre los hombros. Algunos de ellos eran gitanos, cuya cultura y tipo de vida se adecuaba magníficamente a este negocio.


Muleteros en una feria de ganado
Muleteros en una feria de ganado

Las familias gitanas, generalmente nómadas, empezaron a asentarse en pueblos y ciudades hacia la mitad del siglo XIX, cubriendo en parte un espacio económico en la agricultura, el de comercio de ganado de labor, hasta entonces escaso y mal organizado. Pero entre los años 50 y 60 del pasado siglo, en unas regiones antes y en otras después, su existencia dio un tremendo vuelco. En esta época se produce la transformación de la agricultura que sitúa a los gitanos "fuera de juego". La incorporación de la maquinaria a la agricultura les pone en la tesitura de cambiar o marginarse, y muchos no estaban preparados para la nueva realidad.

Todos los muleteros se aprovisionaban de caballerías en su zona de actuación, pero como la producción era muy escasa, no tenían más remedio que buscarlas en otras comarcas con una ganadería más abundante. Los puntos de destino unas veces eran las dehesas andaluzas y extremeñas, y en otras eran Estella, Huesca, Jaca y las praderas pirenaicas: ¡hasta tan lejanas tierras tenían que desplazarse en busca de la materia prima para su negocio.


Gitanos tratantes de mulas y borricos
Gitanos tratantes de mulas y borricos

Y en Criptana, aparte de los muleteros que alguna vez venían de fuera, los teníamos de fijo:

Estaban "Los Parrillanos", que provenían de San Lorenzo de la Parrilla, en Cuenca, de ahí el mote que recibieron rápidamente. En ese pueblo, junto con Campanario en Badajoz, Maranchón en Guadalajara y Reinosa en Cantabria, abundaban este tipo de tratantes. Los Parrillanos, gente de dinero, seria y con mulas de muy buena calidad, eran dos hermanos: uno, Juan Francisco Martínez Montoro, que vivía y tenía las cuadras al final de la calle de la Soledad, y el otro, Ángel, casi al principio del paseo de la Estación (hoy avenida de Agustín de la Fuente), con vuelta a la calle de Antonio Espín y junto a la casa y bodega de Montoro (su padre, igualmente de La Parrilla y pariente de los otros, casó con una de Criptana).

Juan Zaragoza, de Villacañas, con lo mejorcito en mulas, y que fue durante algún tiempo socio de otro parrillano, José Montoro (tío de el de la Avda. de Agustín de la Fuente), que vivió en el Pozo Hondo, esquina a Valenzuela. Había más parrillanos en Criptana... y en muchas otras partes, todos metidos en negocios. Y sobre ello existía un acertijo: ¿Sabes la diferencia entre Dios y los parrillanos? Pues que Dios está en todos sitios y los parrillanos ya han "estao".

"Los Colastras", de Yepes (Toledo), con una hija, Beatriz, que casó con un hijo de don José Minguijón, el que fue médico y bodeguero.

Todos estos eran tratantes, la única muletá (cría de mulas) que hubo fue la de Casimiro Penalva, que producía las mulas que él necesitaba y además vendía. La tenía en una finca entre Arenas de San Juan y Villarta, con "El Chucha" y familia a cargo.


Mulas

Algunos agricultores también se acercaban a comprar a Alcalá de Henares, que tenían mulas de "rabo pelao".

Una buena mula en los años 30 o 40 del pasado siglo, venía a costar, al cambio, lo que tres o cuatro fanegas de tierra de labor o una fanega de viña buena. Disponer de seis, siete u ocho yuntas de mulas para su venta no era empresa fácil y al alcance de cualquiera. En Criptana, los gitanos, sin el poder económico necesario, vendían sobre todo burros y mulas de destrío o viejas, y con la llegada de la maquinaria agrícola a partir de los años cincuenta y la desaparición paulatina de los tratantes de mulas tal como se los conocía antes, es cuando ellos ocuparon plenamente un mercado totalmente residual.

El gitano Andrés, y sus hijos Andrés, Pedro y Alejandro (había otra hermana a la que llamaban "La Nena"), se dedicaron a este negocio; luego lo sustituyeron por la venta de zapatos por los mercadillos. Eran muy buena gente y unos gitanos señoritos, siempre vestidos impecablemente, luciendo en verano trajes frescos de colores claros, cuando eso sólo lo hacían los ricos o en las películas. El hermano mayor, Andrés era asiduo impenitente del Casino Primitivo. Vivían en el Pozo Hondo, y allí tenían las cuadras junto al taller de los hermanos Carrión, compartiendo un amplio corralón con el carpintero Teodomiro y el carretero Eladio Olivares (luego éste se trasladó a la otra acera, enfrente). Muchas veces veíamos abrevar a las recuas de ganado en el pozo de la plaza, que de él toma precisamente el nombre.


Antigua fotografía del Pozo Hondo
Antigua fotografía del Pozo Hondo


Mulas y muleteros en el Pozo Hondo
Mulas y muleteros en el Pozo Hondo

Igualmente Luis "El Gitano", en este caso asiduo al Casino de la Concordia, siempre trajeado, excelente persona, muy amable y con una "labia" tremenda, imprescindible para su oficio de chalán, que compartía con otros trajines: mercadeo de alfalfa por la provincia de Cuenca y chofer, a la par que domador de caballos (tarea en la que ayudaba su hijo Pepe), en la finca del embajador en Costa Rica, don Fernando Espá y Cuenca, de la que era administrador el que fue Alcalde en Criptana don José González Lara. Cuando tenía mulas para vender las "aparcaba" en la posada de Ramón.


Luis El Gitano
Fotografía publicada por Josele Díaz Parreño (el niño) en el Grupo de facebook "No eres de criptana si". Carnaval en el Casino de la Concordia
Aparecen también su padre, conserje del casino, a la derecha, y Luis "El Gitano" a la izquierda

Y "El Chato", o el gitano "Bastián" y sus hijos, con burros y mulas de bastante cartel. Es posible que hubiera más, pero en un mercado ya muy escaso.

De la venta de mulas, se contaban muchas cosas, naturalmente con su pizca de sorna, como la de que cuando una mula cojeaba y había que mostrarla al posible comprador se disimulaba momentáneamente su defecto dándole un poco de coñac. O, referente a su desaparición, desplazadas por los tractores, y algunas se destinaron al consumo de carne, un tomellosero comento: "Las mulas no están malas, a ver los tractores como salen cuando les llegue el turno..."

Volviendo al tema central de las mulas, era esencial que comieran, una mezcla de paja y cebada, la "pastura", que se echaba en los pesebres de las cuadras o en el "tornajo", una especie de cajón de madera que se fijaba al carro o a la galera cuando se estaba de faena en el campo. Comían tres o cuatro veces al día, y de esa labor se encargaban los zagales en las casas grandes o el propio dueño cuando era un agricultor modesto. Tremenda tarea, teniendo en cuenta que uno de los turnos era a mitad de la noche y los sábados y domingos también comían. ¡Siempre pendientes de las mulas!


Pesebres
Pesebres

Y necesitaba sal, pues les daba sed, bebían más agua y no se deshidrataban, aparte que el cloro y el sodio son esenciales para muchas funciones corporales, así que para ello en las cuadras se ponían piedras de sal para que las chuparan cuanto quisieran.

El agua que bebían podía ser la salobre, tan común en cualquier pozo de Criptana, que se vertía en un pilón de piedra o abrevadero. Los había en las propias casas de muchos agricultores o comunales, en las salidas importantes del pueblo hacia las tierras de cultivo y que aún existen, como el del Pozo Hondo, Pozo de las Eras o calle del Cristo.

A las mulas había que mantenerlas limpias, empleando agua, cepillos de esparto y una rascadera con láminas de hierro, y al menos una vez al año bañarlas en algún paraje del río Záncara. Y necesitaban que los esquiladores les cortasen el pelo, a veces con algún dibujo de filigrana en la parte trasera, especialmente si iban a salir desfilando, con sus arreos también "majos", en las "Vueltas de san Antón", patrón de los animales, el 17 de enero.


Esquilado artístico
Esquilado artístico

Los veterinarios eran los encargados de su salud, y se daba la circunstancia de que podía haber más veterinarios que médicos para las personas. Todos ellos disponían en sus instalaciones de banco para herrar. En Criptana ejercieron de veterinarios: don Demetrio Cabañero, en el Pozo Hondo, con Jesús Sanz como oficial herrador; don Ángel Herreros, en la carretera de Alcázar, y don Tomás Ortolozábal, también en la carretera, nada más dar la vuelta al Tumbillo. Y años antes, hasta donde llegan las noticias: don Ángel Herreros (padre), en la carretera de Alcázar; don Pablo Nieto, en la calle del Convento; don Francisco Reillo, al principio de la calle de la Reina, don Feliciano León, en la calle Murcia, con vivienda por la calle de Santa Ana, y un hijo del anterior, Paco, que marchó pronto a Almagro.


Veterinario Feliciano León Panduro
Don Feliciano Leon Panduro, que fue veterinario en Criptana, y detalle de su casa en la calle de Santa Ana
En el montante de la puerta se aprecia en la filigrana de la reja las iniciales de su nombre: FL